VIII. La Prueba

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Dos días pasaron exactamente cuando el gobernador Yanukovich hizo una llamada telefónica a Davis dándole la noticia de que su proteína pasaría por una serie de pruebas para darle un veredicto.

El gobernador había cumplido con su palabra de poner a prueba aquel experimento de Davis, no se sabía por qué el cambio repentino de decisión, pero se suponía no traería nada bueno consigo, incluso el gobierno podría tener un as bajo la manga. Plan ignorado por la ambición de Davis.

Entre gobernantes, la prensa nacional ucraniana, científicos y algunos curiosos llegaron a presenciar la inauguración programada para la prueba de aquel experimento, el gobierno ucraniano había trabajado muy duro para que un edificio de la ciudad de Pripyat se encontrara en condiciones favorables para dicho evento, y la radioactividad de la ciudad no importaba mucho, puesto a que no hacía daño alguno si era durante periodos cortos de tiempo.

Davis ya ansiaba ser ovacionado por el público presente aquella tarde, inicio de primavera en la Europa oriental. George, en cambio, deseaba salir de aquella ciudad, pues el único recuerdo que tenía de ella eran seres desconocidos que le arrebataron la vida a su amigo Steven.

El edificio capitolio se encontraba en el centro de la abandonada Pripyat. Contaba con seis pisos donde, treinta años atrás, se instalaban gobernantes y militares. En el segundo piso había un enorme salón donde se llevaban a cabo cenas prestigiosas de la Pripyat gloriosa de la época. Pero esa tarde, era un salón vacío.

No obstante, el gobernador y sus guardias, Brad Davis y su colega George Black, un sargento y dos científicos ingresaron a aquel salón para dar inicio a la ceremonia de prueba.

Frente del capitolio se hallaba el parque principal de la ciudad, pinos y abetos muertos y radioactivos adornaban la triste realidad de Pripyat. Un gentío fervoroso se hallaba en la calle entre ambos lugares esperando la aparición del salvador de Pripyat.

La prensa nacional ya contaba con el título de sus próximas primeras planas: "El mesías de Pripyat" o, "El nuevo génesis de Pripyat". Los científicos, químicos y médicos no se explicaban cómo una sustancia mal llamada proteína podría proteger a las personas de la radiación.

Brad Davis salió al balcón de aquel salón del capitolio y los aplausos y ovaciones se encendieron de inmediato. Yanukovich salió tras él intercambiando una sonrisa para luego calmar al gentío.

—Estamos reunidos para comenzar con este experimento innovador que acabará con los problemas de esta ciudad, el bioquímico Brad Davis, del centro de investigaciones de Barcelona nos trae: ­

—La vacuna contra la radioactividad —continuó Davis, escuchando susurros por la muchedumbre—: esta vacuna es una proteína que extraje de una bacteria, dicha proteína protegerá al organismo de la exposición a la radiación.

Algunos seguían sin creerlo, un silencio breve e incómodo se produjo.

—Hace unos días el señor Davis llegó personalmente a mi oficina para comentarme su descubrimiento. Yo tampoco le creí ese día. Lo consulté con el presidente de nuestra nación y con los científicos certificados para esto, ellos aseguran que no es una sustancia tóxica para el cuerpo humano, pero no aseguran, hasta ahora, que tenga el efecto de protección que promete el señor Davis —agregó el gobernador.

Unos susurros se alzaron entre la multitud y las cámaras captaron un par de fotos. Retratos que no durarían un mes. George, incrédulo, se ubicaba detrás de Davis y desde ahí observaba a un par de hombres, en medio del público, hablándose al oído y sonriendo descaradamente.

Radioactivos I: Génesis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora