VII. Destrozado

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— ¡Mamá! ¿Qué has hecho? —balbuceó Brad, asustado, impactado y nervioso por lo ocurrido.

En ese momento Brad desconoció aquella mujer que decía ser su madre. Aunque también se notaba a una Courtney muy nerviosa y espantada.

—Brad, por favor, debes ayudarme —suplicó en tartamudos su madre, Brad observó aquel rostro con desesperación y miedo, ese rostro que alguna vez le gustaba ver y que ahora desconocía.

El chico tragó saliva intentando asimilar y digerir lo ocurrido, la probabilidad de que ese hombre estuviese muerto era de un noventa por ciento y esa misma idea le aturdía.

— ¿Quién es él? —logró preguntar primero, no podía quedarse con la duda.

—No es momento de preguntas.

— ¿Y qué haremos? —cuestionó entonces pero no recibió respuesta pues su madre estaba distraída dando vueltas de desesperación por toda la sala—. ¿Estará vivo? —se preguntó para sí acercándose curioso al cuerpo del hombre que yacía en el suelo mientras su madre miraba las afueras por la ventana y cerraba las cortinas para que ningún vecino se enterase de un posible asesinato.

— ¡Aléjate de él! —Ordenó a gritos su madre—, tengo un plan.

— ¿Cuál?

—No preguntes y ayúdame.

A pesar de lo que hizo su madre era realmente horroroso, Brad la ayudó cargando el cuerpo para subirlo en los asientos traseros de su automóvil. Y mientras que un Brad nervioso conducía por calles no muy transitadas, su madre tomaba la billetera de Bernardo para aparentar un asalto.

— ¡Detente! —ordenó Courtney e inmediatamente descendió del auto y comenzó a sacar a Bernardo de éste.

— ¿Qué haces? ¿Lo piensas dejar aquí tirado? —preguntó Brad desconociendo la actitud inhumana de su madre.

— ¿Tienes una mejor idea? —preguntó mientras sacaba al extraño del auto y lo tiraba a la acera.

El chico sintió escalofríos e incluso temor al reconocer en lo que su madre se había convertido: un monstro. Todos los valores inculcados en él desde pequeño fueron desechados en tan solo unas horas.

Finalmente arribaron a casa después de un viaje silencioso. Con la conciencia sucia sobre un posible homicidio.

—Brad, por favor mantén en secreto este incidente —pidió Courtney, quien se veía destrozada. Brad asintió sabiendo que la situación era sumamente grave pues su madre no tuvo tiempo para cambiarse y tenía sangre en la bata, en las manos, en el rostro y en la conciencia.

— ¿Quién era ese señor? —se atrevió a preguntar una vez más, esperando una respuesta inverosímil.

—Un extraño del que nos tenemos que cuidar —respondió entrando a su habitación y cerrando la puerta.

Courtney soltó en llanto una vez cerrada la puerta, tenía un encuentro de miles de sentimientos en ese momento. También sabía que ella y su hijo corrían riesgo ya que Bernardo, si es que no estaba muerto, tomaría cartas en el asunto.

En medio de una ducha caliente -o más bien de un baño de sangre- y mientras la piel escamosa se le desprendía soltando sangre consigo, Courtney se preguntaba para sí: ¿Qué pensará de mí Brad? Seguro pensaría que ese extraño era un amante suyo, además de que su madre era una asesina y probablemente, un demonio.

Courtney intentó hablar con su esposo contactándolo por el teléfono, pero nadie atendió del otro lado.

Por otro lado, Brad ya no fue el mismo tras ese incidente. Sabía que era cómplice del crimen de su madre y gracias a eso no había podido dormir en días, primero por sus horribles pesadillas y segundo, la idea de que era un asesino lo atormentaba hora tras hora, aunado a los miles de secretos que escondía su madre, la vida de Brad estaba cambiando radicalmente hacia un mal camino.

Radioactivos I: Génesis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora