37.- Una vida sin ella.

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Cuando llegamos a ese lugar, su color verde me asqueaba, solo le faltaba la parte de arriba para ser una maldita prisión. Cuando entramos había demasiados chicos entrenando. Con uniformes iguales.

—Ponte esto. —Edward me dio un uniforme. De mala gana lo cogí, él me indicó donde podía cambiarme. Ya con el estúpido uniforme puesto Edward me llevó a fuera con otros. —Para empezar da unas cuántas vueltas junto con ellos.

—¡Yo no jugaré contigo a los soldaditos! —Me crucé de brazos.

—Escucha Harry. —Me miró. —Aquí no te puedo consentir, eres mi hermanito y te quiero pero aquí no. Aquí te trataré como lo hago con todos. —Me reventó la cabeza al escuchar esa palabra Hermanito. Sólo porque ese idiota sea hijo de Mario no tiene ningún derecho sobre mi.

—Yo no me levantaré de aquí. —Me senté en el suelo.

............ (Tres doritos después)............

—¡Vamos Harry! —Gritaba el estúpido de Edward. —Sólo te falta una vuelta.

Terminé las vueltas. Puse mis manos en mis piernas y traté de regular mi respiración.

—Pudrete. —Dije con el ceño fruncido.

—¡Ánimos hermanito! —Me dio un golpe en el hombro. En un movimiento rápido lo derribe. Ahora me encontraba encima de él apuntó de golpear su cara.

—¡Señor Miller! —Un hombre rubio con uniforme verde y unos lentes negros me miraba. —Me dijeron que eras rudo, pero no creí que tanto.

—Como sea. —Me levantó del césped.

—¡Entre hermanos no es bueno llevarse! —Se quitó los lentes. —Miller, quinientas lagartijas ya. 

NARRADOR.

Mientras que Zachary estaba haciendo lagartijas, Saito estaba apunto de ingresar al psiquiatra.

—Tu tratamiento será por tres años. —habló el señor Josué.

—Después me darás a mis hijos, ¿No es así? —Saito miró a su madre y esta asintió. —Harry te llevará a Tae mañana.

—Yo los cuidaré. —La madre de Saito le dio un beso en la frente. —Te amo hija.

............

Tres Años Más tardé..

.............

POV ZACHARY.

Después de pasar tres años. Terminé mi carrera, ahora soy un graduado en Criminología y también terminé mi servicio militar, en todo este tiempo Edward se ganó mi confianza, pero mi respetó aún no. Me encontraba empacando mis cosas. Hasta que entró Edward.

—Te vas hoy. —Edwar se recargo en la pared.

—Así es. —Dije tratando de cerrar la maleta.

—Te voy a extrañar. —Dijo cabizbajo. 

—Nunca pensé que diría esto pero yo igual. —por fin cerré la maleta.

—Harry.. —Edward me llamó.

—¿Qué?

—¿Quién es Isveth? —sus palabras me hicieron recordar millones de cosas. Por un momento me quedé helado. —Perdón si te incomoda, pero mi padre me dijo que es muy importante en tu vida.

—Era.. —corregí enseguida.

—¿Qué fue lo que pasó? —se sentó en la cama.

—Ella.. —Solté un suspiró. —Ella fue mi todo.. sin dudarlo ni una sola vez me casaría con ella. —Me senté a su lado. —Pero..

—¿Qué pasó con todo ese amor? —Edward me miraba con atención.

—Se acabó. —baje la cabeza. —Me engaño con un policía que apenas había conocido, se revolcó con un tipo estéril y se embarazo de ese tipo....

—Espera un segundo. —volví a mirar a Edwar. —¿Cómo quedaría embarazada si él tipo es estéril? —Tuve un colapsó. ¡¡Me lleva!! —¿Alguien más se acostó con ella? —Me  encogi de hombros. —¡Miller!

—¡¡¿Qué?!! —Grité.

—¿Tú te acostaste con... ella? —Preguntó entre cortado. Mientras yo asentía. Mi conciencia me estaba matando, ¿Qué tal si él hijo que esperaba era mío?  El tiempo se detuvo, me sentía un completo idiota.

—Me tengo que ir. —Me levantó de la cama y cogí mi maleta.

—¡Oh Dios! —A Edward se le iluminaron los ojos. —¡Eres padre! —Se levantó y comenzó a dar saltitos.

—¡No hagas eso! —rodé los ojos. —¡Quiero irme ya! —caminé a la puerta.

—Te llevaré al aeropuerto...

Edward me llevó al aeropuerto, tomé el primer vuelo a San Francisco. Una hora.. dos horas.. Me quedé tan dormido que cuando desperté la aeromosa estaba mirándome como estúpida.

—Señor, aterrizamos. —Miré a mi alrededor, solo estaba ella y yo. Me desabrocho el cinturón de seguridad y me levantó buscando mi maleta en la parte de arriba. Cuando por fin la tengo bajó del avión, no pierdo tiempo y trató de salir del aeropuerto lo más rápido que puedo. Se está poniendo el sol. Me subí al primer taxi que veo.

—¿A dónde lo llevo? —Preguntó el conductor.

—Calle San Francisco #30. —mientras este conduce yo trató de pensar en lo que le diré a Saito. No se si ella me quiera ver. Es tan difícil, fui un imbécil al dejarla. ¿Qué tal si ya tiene a otro? Tendré que lidera con eso, por nuestro hijo o hija. Pasé todo el caminó tratando de pensar en lo adecuado para decirle, el  taxi se detuvo, le pagué y me baje junto con mi maleta, me armé de valor y camine hasta la puerta, tocando el timbre tragué duro esperando a que abrieran. La puerta se abrió lentamente, era.. ¿Tadeo?

—¿Zac? —me miró el enano y me abrazó.

—Enano. —Respondí a su abrazó.

—Te extrañé, adivina cuántos años tengo. —él pequeño hablaba sin para. —Mi abuela me compró un Bob esponja y tengo un perro, se llama Suki, también tengo una hermana.

—¿Quién es él? —una pequeña niña castaña estaba parada en la puerta cruzada de brazos. Tenía unos ojos color azul al igual que Saito. Bajé al pequeño Tadeo y me acerqué a la niña.

—Soy Zac.. —Me puse de cuclillas para quedar a su altura. —Tú debes ser Saiko.. ¿No es así? 

— Saiko Ivoneth Park. —la pequeña hablaba con mucha fluidez y parecía saberlo todo. —Y podría alejarse de mi hermano. —Cogió a Tae del brazo y lo haló a la casa. —Buenas noches. —trató de cerrar la puerta pero la detuve.

—¿Dónde esta tu madre? —Ella me miró.

—¡¡Mami.!! —Grito la pequeña. Mis músculos se tensaron, tanto tiempo sin ver a Saito. No sé, pero de alguna forma estaba sonriendo como imbécil, mi sonrisa se esfumo cuando la madre de Saito apareció.

—¿Harry? —Ella se sorprendió al verme.

—¿Dónde esta Saito? —apreté la mandíbula.

—Niños, vayan por galletas. —estos obedecieron. Después soltó un suspiró. —Saito... Saito murió. 

Mirame sólo a mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora