06.

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  "Taeyong recogió sus piernas contra su pecho y lloró casi tan fuerte como lo hizo cuando horas atrás su hermana lo abrazaba en medio de los gritos de su padre. Con su mano izquierda apretó el teléfono contra su oreja cada vez que los cálmate, respira, tranquilo salieron de su mayor en forma de susurro."  





Taeyong parpadeó pesadamente mientras trataba de enfocar la vista en su habitación. 

Mira hacia su derecha y la ventana abierta le mostraba como el sol ya había desaparecido en el horizonte. A duras penas levantó su pesado cuerpo y tomó una de las mantas de la orilla de su cama para abrigarse.

Los pequeños caminos de agua salada dejaban rastros por sus pálidas mejillas. Aún tenía pequeños temblores en su cuerpo y no lograba acomodarse sin que sus brazos dolieran.

No quería salir nunca más de su cuarto y eso es lo que más lo entristecía. El hecho que no había una maldita forma en la que él pudiera salir de aquella casa. No tenía a donde ir, no tenía con quién irse. A penas pusiese un pie fuera de su habitación regresaría al mismo punto. 

Estaba solo. Completamente solo. 

Revisó una vez más su celular con la esperanza de que Yuta hubiese devuelto al menos una de las quince llamadas que le hizo recién ocurrió la pelea con su padre. Quería escuchar la voz de su mejor amigo. Quería escuchar alguna palabra de aliento, algo que le dijera que todo va estar bien a pesar de que fuera una mentira, él solía hacer eso.

Quince veces llamó y quince veces fue enviado a buzón de voz.

Volvió a poner su suave mata de pelo sobre la almohada y las lagrimas no tardaron en empezar a correr por sus mejillas. Su corazón estrujado, los gritos aún en sus oídos y sus delgadas manos aferradas a la manta que escasamente lo cubrían.





Taeyong regresaba de la casa de la familia Jung el sábado por la mañana. El tiempo había volado, quizá ya era la tercera semana trabajando para ellos.

Tal como su hyung le dijo, ese día llegó de su turno en el hospital a penas salía el sol. Luego de que aquel demacrado hombre le regañara por dormir a la intemperie en el sofá y le ofreciera el cuarto de invitados para que descansara, Taeyong terminó durmiendo hasta casi el medio día. 

Entre disculpas y agradecimientos, salió casi corriendo de aquella casa cuando se dio cuenta de la hora. 

Y fue a los segundos de colocar la llave en la cerradura de su casa que la puerta se abrió de par en par y el demonio con la figura de su padre lo agarró de su chaqueta de algodón para estampillarlo contra la pared mas cercana.

Con su mirada gacha y sus rodillas temblando, el hombre frente a él le gritó insultos, palabras horribles, suposiciones despreciables por no haber regresado a casa a dormir. Cosas de la que Taeyong nunca en su vida podría imaginarse haciéndolas.

"¡Suéltalo, papá!" había escuchado a su hermana forcejear tratando de sacarlo de encima de él.

No había sido capaz de levantar su rostro para ver el encolerizado de aquel hombre. ¿Quizá respeto? ¿Quizá miedo?

Taeyong se decantó por la última. Su pecho temblaba porque tenia miedo, miedo real. La fuerza con la que le apretaba sus delgados brazos era incalculable, le estaba haciendo daño. Taeyong empezó a sollozar por el dolor y la humillación. Sus ojos vidriosos se anclaron al suelo porque estaba seguro que si le enfrentaba la mirada al monstruo que lo agarraba con odio y desprecio, reventaría su cara. 

SAUDADE  ||  JaeyongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora