08.

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 "Todos los días que ponía un pie en el antejardín de esta casa, se recordaba lo mucho que quería agradarle a su hyung. Quería demostrarle que era una buena persona incapaz de hacer daño a propósito. No quería que eso cambiara, nada de ese día fue su culpa."





Al entrar a la casa, su respiración ya se había regulado.

Lo cual le impresionó, ya que segundos atrás él mismo había sido la persona que rompió el abrazo. Con la cabeza gacha y decenas de lo siento, no tanto por lo que sucedió sino más por haberlo asaltado de esa forma, se alejó de su presencia con el plan trazado en su mente de tomar sus cosas, irse y pensar seriamente en no regresar.

Y como si Jung Jaehyun hubiese leído sus pensamientos, lo llamó en el recibidor, simplemente susurrando que lo esperara en la cocina y Taeyong no tuvo otra opción.

Eso hizo. 

Escuchar la voz alegre, saludar a sus hijos e inundar de calor y familiaridad la sala de estar. También escuchó bajar dos notas ese tono mientras felicitaba al niño de ellos, quizá alzándolo por el aire por terminar su tarea. Jihyo rio de algo que Taeyong no alcanzaba a escuchar y poco a poco volvió a sentir más cerca la voz de su hyung anunciar que regresaría a la mesa con la cena servida.

Taeyong seguía encogido en uno de los taburetes de la isla con una pierna cruzada y sus uñas masticadas desapareciendo de una en una. Acción que detuvo abruptamente cuando vio al alto castaño entrar. Notó que ya no tenía el elegante saco de vestir, las mangas de su suéter color marfil ahora estaban recogidas en sus fuertes antebrazos y la tenue luz artificial de la cocina solo ayudaba a hacerle brillar el costoso reloj que resplandecía de su muñeca izquierda. 

—Vamos a cenar y luego hablaremos —anunció retirando sus delgadas gafas y colocándolas con cansancio sobre su cabeza. 

Taeyong no lograba descifrar el estado de ánimo del mayor, pero seguramente molesto no estaba. Por eso mismo, sus hombros se destensaron al escuchar su suave voz, la que le decía unos minutos atrás que respirara lento, que se tranquilizara. 

Asintió y se aferró al teléfono en sus manos como manía, sin saber muy bien que hacer con él. En eso el mayor empezó a ir de lado a lado tranquilo sirviendo la cena. Como de costumbre, admirando el delicioso aroma que tenía la comida que preparó el menor, quizá con una mueca menos seria que las de costumbre. Taeyong solo sonrío sin ganas y susurró un pequeño gracias.

Distraído y tratando de no pensar mucho en lo que había pasado y las consecuencias de aquello, subió su mirada como una mascota que regresaba a casa lavada por la lluvia y lo vio bajar platos de los gabinetes más altos con suma facilidad.

No debería estar haciéndolo, pero es imposible no sentirse afectado por la vista que tenía en su frente. A aquel hombre le quedaba demasiado bien los cuellos altos. Una prenda que escondía la piel de su cuello, que ahora tenía la función de resaltar su ancha espalda y lo recto que se alineaban sus hombros bajo de ella. En cada movimiento, sus omóplatos marcándose contra el material, al igual que sus brazos. Generalmente Taeyong no se quedaba mucho después de que el mayor llegara a casa, verlo moverse tan doméstico en su propia casa era algo extraordinario.

Tan pronto la realización llegó a su cabeza, Taeyong apartó la vista como si estuviese retirando sus manos a punto de tocar una peligrosa llama de fuego.

Finalmente por petición de Taeyong, no cenó con ellos en el comedor. No quería preocupar a los niños con su obvio aspecto. Jaehyun aceptó y poco después, ya con ellos en la mesa, lo escuchó darle al par de pequeños una breve explicación para no generar más preguntas.

SAUDADE  ||  JaeyongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora