11.

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 " Las sospechas que tenía, las que estaban demasiado implícitas en esa conversación, las lanzaba lejos, tanto que ni tan siquiera lograba intentar descubrir como quitar esa molestia en su estómago."





Quizá la parte más desgastante de su trabajo no era entrar a cirugía durante más de diez horas. La peor parte era cuando el peso que traía el cargo debajo de las doradas letras de la placa de su oficina lo sacaba de casa, de la ciudad o a veces del país. Por días.

Afortunadamente esta vez tenía la reunión anual de una sociedad médica en la isla de Jeju, lo cual significaba que estaría menos de dos días alejado de sus hijos. Una sola noche en aquel hotel de lujo y estaría de regreso.

En ocasiones anteriores, no muy lejanas, era todo un desastre. Jaehyun no se concentraba, permanecía todo el tiempo pegado a su teléfono y en cualquier tiempo muerto entre una y otra conferencia, llamaba a la niñera de turno para revisar que todo estuviera bien en casa.

Esta vez fue diferente.

La pantalla de su celular quedó en negro cuando terminó la videollamada con Taeyong y sus dos hijos. Respiró profundo, totalmente aliviado sabiendo que era aquel chico que estaba con ellos.

La sonrisa en su rostro no se iba, la imagen de Jihyo prendida al cuello de Taeyong contándole a ambos como su flexibilidad había mejorado en clases de danza. También como quería aprender ballet y los chillidos rogando que la inscribiera lo más pronto posible. Jihoon por su parte solo mostró algunas cosas de sus tareas de artes, mientras susurraba bajito el nombre del joven a cargo, agradeciendo por haberlo ayudado.

Luego estuvo la sonrisa de Taeyong.

Esa que estuvo todo el tiempo durante los veintiocho minutos de llamada y que últimamente no podía sacar con facilidad de su cabeza. Hoy y también otros días.

Se dio cuenta de ello, al percatarse que llevaba quizá algunos minutos de pie. Allí mirando un punto fijo del complejo hotelero a través de la ventana de su habitación.

Tratando de sacudir lejos los ojos del chico en aquella videollamada, tomó el teléfono abandonado en la cama y marcó el único número que podría ayudarle.

—Estoy cenando.

Fue lo primero que recibió a mitad del primer tono, fuerte y claro por el altavoz mientras deshacía los primeros botones de su camisa.

—Necesito despejar mi mente.

Que sorpresa. Es el chico mhm... —Johnny intentó masticando y buscando el nombre de la persona en cuestión ruidosamente. —¿Taeyong?

La camisa quedó olvidada colgada de sus hombros en cuanto escuchó el nombre y la correcta suposición de su mejor amigo. Bastardo.

Con un silencio cómodo, como todos los que decían más que mil palabras entre ellos dos, decidió sentarse a la orilla de la mullida cama, de repente sintiéndose mareado por el calor incluso con el aire acondicionado al tope.

—No es eso.

Johnny rio sin ganas. —Pues yo si creo. Ese chico, es lo único de lo que ahora sabes hablar. De hecho tengo un mensaje tuyo de esta mañana. Siete con once minutos. Mismo sujeto. Mismo tema. Misma preocupación.

Y ahora que lo pensaba ¿Cómo se le había ocurrido que sería buena idea llamar a este hombre?

Exasperado y con una incomodidad hormiguear su rostro, retiró los lentes lanzándolos a la pequeña mesa junto a su cama y esperó algunos segundos para responder.

SAUDADE  ||  JaeyongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora