13.

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"Y a pesar que el silencio se fundó en aquel comedor, Taeyong no se arrepentía de haber abierto su boca. De hecho sentía un peso menos, cual fuera su respuesta sentía que las palabras asfixiadas durante todo este tiempo, habían encontrado paz"








Tal como su hyung le indicó, los cuatro salieron a cenar ese viernes por la noche.

Se lo acababa de confirmar a Jungwoo, su tutor y nuevo amigo, por un mensaje. Tratando de lucir lo más tranquilo posible en el asiento del copiloto de la costosa camioneta del mayor mientras retrocedían en la plaza del aparcamiento. 

A pesar de lo concurridas que eran las calles en Insadong caídas las siete, el mayor los condujo a uno de los restaurante que solían visitar los tres la mayoría de veces. Era tranquilo y muy tradicional, tendrían que quitarse los zapatos y sentarse en el suelo para comer en mesas bajas. Su hyung le explicó de camino en el auto, que esa era la cosa favorita de los niños que los tenía al menos dos veces al mes en ese lugar.

Taeyong estaba nervioso. No acostumbraba a salir a restaurantes, porque primero su familia estaba mas que fracturada y con su hermana solían comer en cualquier restaurante cerca de la agencia o para llevar. El sentimiento se sentía tan acogedor, que tenía miedo. 

Miedo de sentir la necesidad que empezaba a emerger en su pecho.

El bullicio de los transeúntes tanto de locales como de extranjeros, así como el de los vendedores llenaba las calles de aquel lugar. Las luces de neón adornando la noche haciendo visible todos los puestos comerciales que desprendían olores a grasa de cocina mezclada con especias y a cerámica caliente de los souvenirs.

Por un momento se preguntó por qué Jung Jaehyun frecuentaba este lugar con sus hijos. Es decir, él lucía como alguien que en su vida habría visitado un lugar así. Más bien elegiría los restaurantes que tienen lista de espera o los que quedan en el centro en el vigésimo tercer piso de algún hotel de cinco estrellas.

Espantó el pensamiento y se dedicó a estar pendiente de su alrededor.

Él iba apretando la manito de Jihyo en todo momento desde que abandonaron el aparcamiento al dichoso restaurante. Su hyung detrás de él con Jihoon cargado en su brazo izquierdo porque al pequeño no le gustaba mucho la multitud. Y para cuando la niña de coletas prendida a su mano, lo hacía parar a mirar algún puesto de curiosas artesanías en la calle, Jaehyun siempre pendiente, se detenía para con su mano libre posarla en la espalda baja de Taeyong indicándole que no se quedaran atrás.

Y a eso en específico le tenía miedo. De acostumbrarse demasiado y llegar a un punto donde no lo pudiera soltar.

Después de caminar un par de minutos doblaron la esquina por unos jardines menos concurridos y llegaron. El ruido de la vida nocturna se escuchaba lejano al ser opacado por el estridular de los grillos escondidos dentro de las matas que rodeaban el lugar. 

Su hyung bajó a un emocionado niño de gafas al suelo para junto con su hermana ser los primeros en tocar la recepción. Una señora de avanzada edad saludó cordialmente a los cuatro, enfatizando un: me alegra verlos de nuevo, al más alto. 

No hubo miradas reacias o precavidas hacia el castaño extraño y eso lo hizo sentir mejor. Aquella señora lo saludó como si no fuera su primera vez allí, como si no fuera un intruso en ese cuadro.

Como si el fuera parte de esa pequeña familia.

Los cuatro sentados en posición de loto esperaron pacientemente que la comida llegara. Jihoon a su lado y al frente su hermana junto a su padre.

Taeyong había perdido los nervios por completo y se sentía a gusto. Cómodo y tranquilo. Sintió su todo desconectarse y dejarse llevar por la agradable sensación de estar allí con ellos.

SAUDADE  ||  JaeyongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora