16. La casa perfecta

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Miré con concentración la muy cuidada fachada de la casa, la cerca blanca, el pasto verde, y la pintura fresca color pastel me hacían recordar lo perfecta que quiere llegar a ser mi familia.

Vacilé un momento antes de entrar, el miedo recorría mi cuerpo. Los nervios provocaban que mi boca se secara, cerraba mis palmas en unos apretados puños y tenía un nudo en la garganta que me impedía tragar fácilmente.

Subí las escaleras del delantero de la casa y levanté mi puño para tocar la puerta. Tardaron solo unos segundos para que una regordeta y bajita señora en un delantal abriera la puerta.

Era mi tía.

-¿Camy? ¿Eres tú?-sonreí forzadamente al recordar ese vergonzoso apodo de mi familia.

-Hola, tía Violet-saludé yo. Ella me recibió con un fuerte abrazo, el cual correspondí.

Detrás de ella pude ver a una rubia y pálida señora que llevaba una pintura de labios vinotinto. Era mi madre la que me vino a abrazar esta vez, parecía que había bajado de peso desde la ultima vez que la vi.

-Hola, mamá-saludé nuevamente.

-Hola, Cameron-me saludó. Cuando nos separamos pude oír un grito de dolor, entonces deduje que era mi primo pequeño, Brian.

Me adentré a la casa, la cual estaba perfectamente ordenada y descubrí que éramos solo mi papá, mi mamá, mi primo, mi tía materna y mi tía paterna.

Me serené al saber que no éramos tantos, no lo hubiese podido hacer si asistía mi familia completa.

Entonces, salió de un cuarto mi primito Brian, parecía haberse raspado la rodilla y lloraba por la venda de alcohol que mi papá intentaba restregarle.

-Hola, papá.

-Hijo-me dio la mano y la estreché-Estas comiendo bien, adelgazaste.

-Si-dije sin haber notado que yo también había bajado de peso-Tal vez sea porque ahora estoy en el equipo de atletismo, y los entrenamientos son algo duros.

-¿En serio?-preguntó el-Que orgullo, hijo. Te felicito.

Esbocé una sonrisa. Parecía algo feliz de que viniera, hace bastante que no lo hacia.

-La comida esta preparándola tu mamá-dijo mi papá, insinuando que la ayudara.

-Claro, la ayudaré-me acerqué a la cocina. Nada en la casa parecía haber cambiando desde que me fui, no han repintado la casa, las fotos siguen siendo las mismas y nada a cambiado de su posición desde que me fui para tener un lugar propio.

Entré a la cocina, y pude ver como mi mamá cortaba las verduras a una velocidad impresionante. Parecía ser una experta en hacer eso.

-¿Necesitas ayuda?-pregunté arremangando mis mangas y limpiándome las manos.

-Si, la verdad es que si-admitió ella-Pela esas papas, por favor.

Asentí y abrí el gabinete en el que me acordaba donde estaban los cuchillos. Y efectivamente, ni los cuchillos habían cambiado de posición.

Tomé uno de los cuchillos y empecé a pelar una de las tantas papas que había en la olla, parecía que habían mas papas de las que podríamos comer.

Mientras retiraba la concha de la primera papa decidí entrar en conversación.

-Pareces una profesional picando verduras-mencioné con una sonrisa en mi rostro.

-Si, he tenido practica-admitió ella-En la iglesia preparamos sopas para los sin techos, y a veces me tocaba picar las verduras.

-Así que ahora estas en una iglesia-arqueé las cejas a pesar de que no me pudiera ver-¿Como te va con eso?

Love CameronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora