24. El anuario

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Jhonny apagó el ronroneo del motor al girar la llave, nos encontrábamos en una estación de trenes solitaria. Nunca había venido hasta esta parte de la ciudad, es decir, había recorrido gran parte pero nunca llegué hasta aquí.

El sol ya se estaba ocultando, dejando un cielo con pinceladas de colores rosados y azules.

-Si querías matarme, había callejones que estaban mucho más cerca de mi casa-dije, notando lo solos que estábamos.

El soltó un ronca risa y me miró.

-Te va a gustar este lugar-comentó con confianza-Estoy seguro.

Salió de la camioneta con una manta entre los brazos, conmigo detrás. Justo al lado de las vías de los trenes había un cuarto de control gigante.

Jhonny se acercó al cuarto de control, abrió la puerta y me miró.

-¿Nos podemos meter en problemas por esto?-pregunté cruzando los brazos para intentar mantener calor corporal.

-Tranquilo, hago esto todo el tiempo-aseguró el, guiñando el ojo. Abrió la puerta y me dejó entrar, era un cuarto muy grande para estar abandonado, o eso era lo que se apreciaba a oscuras.

-Que desperdicio de espacio abandonado-dije mientras Jhonny cerraba la puerta.

-No esta abandonado-dijo el, subiendo un interruptor que encendió las luces, iluminando todo el cuarto.

Cuando las luces se encendieron, se pudo apreciar la belleza de ese lugar. Sus paredes estaban decoradas por luces de navidad que iluminaban la pared, la cual estaba decoradas con diferentes topografías de escritos a manos.

Las cuatros paredes, e incluso el techo estaban llenos de escrituras a mano, dibujos, o colores que lo hacían lucir bello.

-¿Qué es esto?-pregunté recorriendo con la mirada las paredes.

-Se le llama "El anuario", nadie sabe quien lo empezó-dijo el-Las personas solo vienen y lo decoran.

-¿Con qué?-pregunté yo.

-Con poemas, canciones, citas de libros, frases, dibujo, luces-dijo el, acortando la distancia entre nosotros-Lo que sea.

-¿Y qué hace la gente aquí?-pregunté-¿Pasar el rato?

-Si-dijo posando su mano en mi cintura-Y otras cosas.

Me rodeó con su brazo y me acercó a su cuerpo, sus acciones definían lo que eran "otras cosas".

-No se si estoy listo-me disculpé yo, poniendo mi mano en su pecho. No sabía si estaba listo para perder mi virginidad, no me había puesto a pensarlo.

-Relájate-susurró en mi oído, acariciando mi mejilla con su mandíbula. Juntamos nuestras manos, entrelazando los dedos.

Compartir el calor corporal con el me hacía sentir conforme, lo miré y juntamos nuestros labios en un largo y tranquilo beso que marcaba el inicio de una gran noche.

El separó nuestros labios para pasar a dejar un sendero de besos que guió a mi cuello. Pasé mi mano por debajo de su brazo para tocar su bien formada espalda.

Sus manos bajaron a mis piernas y me cargó hasta una pequeña mesa de control, donde entrelacé mis piernas con las de el.

Gemí al sentir, sus besos consumir mi cuello. La sensación de tenerlo cerca era como una estrella, hermoso, pero peligroso.

Abrí mis ojos y por azares del destino me fije en una frase estaba escrita en una de las paredes.

"Me asusta la manera en que te amo, es como si antes de ti no hubiera nada, y después tampoco".
-Marcelo Novoa

Me sentí identificado con esa frase. El hecho de amar tan fuertemente a alguien puede llegar a ser peligroso, porque sabes que con algunas palabras, esa persona te pede destruir a ti.

Y tengo miedo, miedo de que Olivia haga algo, de ser solo un experimento homosexual para Jhonny, o de nunca ser aceptado. Pero eso no importa, porque ahora solo somos el y yo.

Tomé el borde de su camisa y la alcé, para dejar al desnudo su torso. Lo contemplé por unos segundos, arrastrando mis manos por su abdomen y su pecho.

Después de unos segundos, el hizo lo mismo conmigo. El frío que hacía provocó que un escalofrío recorriera mi espalda, era la primera vez que me mostraba así ante alguien, desnudo física y psicológicamente.

-No quiero ir tan rápido-susurré mirando sus ojos, iluminados por las decoraciones del anuario.

-Solo imagina que estamos creando un cassette-dijo después de unos segundos-Los cassettes tienen música, y la música tiene notas.

-Esta sensación sería Do-dijo acariciando mi espalda desnuda-Esto seria Fa. Besó mi cuello gentilmente.

-Mi-dije recorriendo el delantero de su torso con las yemas de mis dedos, hasta bajar a sus pantalones.

El se desabrochó los pantalones y con mis piernas lo ayudé a bajárselos. Con su mano hizo que me acostara en la mesa boca arriba.

-Sol-susurró, para luego dejar un sendero de besos por mi torso desnudo hacía mis pantalones, para desabrocharlo y quitármelos.

Jadeé lentamente intentando regular mi respiración. Nos encontrábamos solos, y solo con bóxers, a punto de hacer el amor.

-Re-dijo moviendo sus caderas, provocando que nuestras erecciones se frotaran a través de la tela. Me incorporé de golpe y lo envolví con mis brazos clavando mis uñas en su espalda.

El placer que acababa de recorrer mi cuerpo, desordenó todos mis sentidos. Respiraba violentamente en su pecho para regular mi respiración, mis manos casi temblaban.

Mis piernas estaban firmemente entrelazadas a las suyas, evitando la posibilidad de que se alejara. Quería sentir todo el placer que me podía brindar, quería sentirlo amándome.

Pero ahora no me sentía preparado para ello.

-No puedo-dije entre jadeos-Lo siento.

El me miró por unos segundos, parecía pensativo.

-Esta bien-dijo el al final-No te quiero obligar a nada, si no te sientes preparado, esta bien.

Me pareció muy tierno que no se haya querido sobrepasar conmigo. Pasamos el resto de la noche acostados en una manta, semidesnudos. Observando y comentando los escritos del anuario.

Todos bellos en cierta manera, algunos hablaban del amor y otros de motivación.

Tras la intensidad de ese momento, parecía que todos afuera del anuario había desaparecido. Ni mi madre, ni Olivia, ni Elliot, ni nadie existía en ese momento, solo éramos nosotros dos, sintiendo el amor del otro en el anuario.

Love CameronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora