Cap -12- Una envoltura

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- ¿Qué tú..

Ohh, nada parecía salir bien, dentro de la oficina del jefe.

Debajo de la puerta, se podía ver, incluso, la oscura y aterradora aura, de su Cielo, enojado.

- ..Hiciste..

Ya, todos los guardianes, estaban alejándose del tercer piso, por el bien de sus vidas.

Ya fuera, porque estaban esperando fuera de la oficina, por el castaño, o simplemente pasaban por ese lugar para conversar con el mismo.

Y para que mentir, Ryohei saltó por la ventana, de ese tercer piso, llegando ileso al suelo, por el momento, si no seguía corriendo.

- ..Qué?

La mansión tembló.

Oh, fue bueno tratar de evitar la catástrofe.

Tratar de evitar a la muerte, cuando está, estaba pasando tranquilamente, a uno de sus lados, por el mismo pasillo.

Lo único bueno, era que ella no iba a por ellos... por el momento.

Sino que iba siguiendo a alguien, que, en esos momentos era desconocido para ellos.

Pero, tampoco pensaban interferir.

Ya sabían, de lo, que era capaz su Cielo, si estaba estresado.

Nada bueno, me temo.

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Reborn, que, en esos momentos, volvía tranquila y calmadamente, de una misión completada con éxito, fue llamado, repentinamente, por Gokudera.

Lo que le dijo, en ese momento, la tormenta, lo hizo temblar, en su lugar, sin que nadie lo pidiera ver.

- J-Judaime.. esta enfadado..

La pobre mano derecha, del Cielo Vongola, no sabía ya que hacer al respecto.

No sabía que hacer, desde el principio, pero, como mano derecha que era, no podía, de buenas a primeras, buscar ayuda en el Hitman.

Tenía que resolver, los problemas, como pudiera, pero esté en específico, nadie podía tratarlo.

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Siquiera la pareja, del castaño, se encontraba en la mansión.

La cual, si bien no hubiera desaparecido, el enfado del Cielo, lo hubiera calmado.

Lastima que, el de ojos negros, estaba ocupado con una misión.

Pero, bueno.

Si morían, esperaban que fuese rápido.

Pero, el Jefe de Vongola, no estaba enojado con sus guardianes, no estaba furioso con ellos.

No, no era nada de eso.

Lo que sucedía era que algunas personas desconocidas, hablaba en nombre de sus guardianes, y se hacían pasar por ellos.

Porque el Cielo, amado y muy querído, sabía quiénes eran sus guardianes.

Y esas personas lo pagarían caro.

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El castaño, había apartado su mirada, de forma avergonzada, para que la persona, que tenía en frente, no le viera y se burlara.

- ¿Y bien?

Apretó sus labios, al escuchar el, medio, reclamo que provenía del otro sillón.

- Es solo..

Nuestro adorado Cielo [KHR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora