Cap -13- Una vez más

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Desvió su vista, hacia un lado lejano de la habitación, sonrojado, una vez más.

Provocando una risa, poco disimulada, en el contrario.

No era que no lo quisiera, no, claro que no, sino que había pasado demasiado tiempo, para él.

Tiempo era la palabra clave.

Horas, días, meses, años incluso.

Aún, dentro de sí, tenía el fresco recuerdo de ese desastroso caso.

Había sentido, que pasó demasiado tiempo.

Aún, si pareciera imposible la cantidad, que creía haber pasado.

Años, siglos, milenios.

Ese estado, le había dejado, aunque no lo aceptará, una secuela, o efecto secundario.

Más allá de las pocas, y casi nulas, veces, que probaba alimento, las, incalculadas, noches, en las que el insomnio lo mantenía, constantemente, atormentado..

Y un par de sucesos más.. pero que nadie sabía.

A él, se le había sumado, una vocecita.

Quizá pareciera, incluso, patético, que una voz cortará tus acciones, te manipule tus sentimientos e incluso te dejará avergonzado.

Y aunque, tranquilamente, pudiera ser su propio pensamiento, contradiciendo sus propias acciones, él sabía que no lo era.

Ya que, esa vocecita sabía lo que decía.

No conocía su forma de pensar, ni su forma de actuar.

Y por ello lograba avergonzarlo, con las cosas obvias.

Como en esa ocasión.

Había vuelto su mente al presente, notando, inmediatamente, algo que lo había vuelto a sonrojar.

Ambas piernas, eran elevadas, por los brazos de la nube.

- Hiii.. - Le había sorprendido la posición y la acción, del contrario, al comenzar a escabullir una de sus manos por debajo del pantalón del castaño.

Y su pequeño grito de sorpresa, le había plantado una sonrisa maliciosa al más alto, el cual tenía acorralado al castañito, sobre, y contra el escritorio, del mismo.

Oh, pobre y pequeño Cielito.

Demasiado estresado, demasiado centrado, demasiado sólo.

Ese había sido el pensamiento de la nube, sobre protectora.

Por lo tanto, como no le era fácil expresar lo que sentía, por ese, poco indefenso, conejito que tenía de pareja, se encargaría de hacerle entender con acciones, lo mucho que lo atesora.

Por ello, acariciaba cada rincón, que pudiera, de su cuerpo.

Por ello, besaba cada pequeño lugar, aún si dejaba avergonzado al contrario.

Por ello estaba obligado, por si mismo, a hacerle olvidar, al Cielo, que estaba solo en todo.

Porque él estaba ahí.

Porque él estaba, en ese lugar, para hacer, sus cargas, más livianas.

Y se encargaría, de ahora en más, no de caer junto a su Cielo, sino que elevarlo para que nunca más cayera, ni estuviera cerca del suelo.

Pero, ese castaño, dulce y demasiado bondadoso para el mundo, siempre estaba pegado al suelo, reacio a elevarse, para levantar a otros en su lugar.

Nuestro adorado Cielo [KHR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora