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La hora de la cena había llegado y, después de estudiar un poco para los exámenes que tenían al día siguiente, Taehyung y Jungkook bajaron a la cocina, deseosos por probar esas rosquillas que el menor había comprado en la tarde. Aunque encontrarse con los padres de Taehyung comiéndolas no era algo que esperaban. Sus deliciosos dulces estaban siendo devorados por otras bocas que no eran las suyas, y eso no era justo.

— ¡Mis rosquillas! — Lloriqueó Taehyung. El menor, a su lado, formaba un puchero con sus labios.

Tanto Jungkook como el castaño eran unos reyes del drama, así que podrían hasta llorar por sus preciadas rosquillas, que ahora mismo estaban siendo masticadas por los Kim, quienes los miraban perplejos, percatándose al instante del error que acababan de cometer.

Ambos chicos se miraron por un momento y eso fue suficiente para que comenzaran a correr en dirección a la caja que yacía sobre la encimera. La abrieron sin cuidado y el ánimo de ambos cayó en picado cuando vieron que dentro quedaban tan solo tres de los dulces que había comprado el menor.

Tres.

Y ellos eran dos.

Jungkook se apresuró en agarrar la rosquilla con glaseado azul y Taehyung se quedó la que tenía pepitas de chocolate encima, pero cuando vieron la tercera y última rosquilla aún en la caja, ambos quisieron agarrarla al mismo tiempo, provocando una disputa por ver quién se comería ese último dulce.

— ¡Yo lo compré! — Exclamó Jungkook, mirando con desafío al mayor.

— ¡Pero ese lleva vainilla en su interior! ¡Yo amo la vainilla! — Se defendió el castaño.

— Chicos, hagan el favor de discutir en su cuarto.— Habló Sunhee acabando de masticar su rosquilla. Los dos jóvenes prácticamente la asesinaron con la mirada y guardaron los dulces en la caja para llevarlos consigo a la habitación. Definitivamente, estaban tan enfadados con los padres de Tae, que ni siquiera cenarían con ellos. Se decidieron por poner ramen en dos platos y una pizza para compartir, junto con las rosquillas como postre. Colocaron todo sobre la cama de Taehyung, con cuidado de no hacerlo caer, y se sentaron en el mullido colchón para empezar a comer.

— ¿Qué hiciste durante la tarde? — Preguntó Taehyung mordisqueando un trozo de pizza.

— Me llamaron por un trabajo en una cafetería. Me entrevistaron e iniciaré la semana de prueba después de los exámenes. Si todo va bien, luego me contratarán.— Explicó el pelinegro felizmente, llevándose los fideos a la boca después.

— ¿En serio? ¡Jungkookie, eso es genial!— Sonrió, porque se sentía realmente orgulloso de su -ahora- novio, porque sabía cuánto le había costado a Jungkook hacer un cambio en su vida, salir de aquella casa donde no recibía más que golpes y empezar de cero. Porque aunque Taehyung siempre tuvo el sentimiento de rencor por no ser correspondido en su amor por su mejor amigo, jamás lo hubiera tenido de haber sabido de antemano la situación en la que se hallaba Jungkook.

El castaño le dedicó una amplia y sincera sonrisa, aunque ésta decayó un poco cuando recordó algo importante.— Pero van a iniciar las vacaciones de verano y no podremos estar juntos si trabajas, Jungkookie.

— No te preocupes, hyung, trabajaré solo durante la mañana.— Lo tranquilizó con una sonrisa. El mayor asintió no muy convencido, pero intentó pensar en lo mucho que podrían disfrutar de aquel verano ahora que sus sentimientos por el contrario estaban definidos, y ya no tenían que preocuparse por aquella amistad que no encontraba la forma de convertirse en amor.

Cenaron en paz y hablando de temas triviales que no se les hacían para nada aburridos. Nada era aburrido en compañía del otro. Finalmente, cada uno comió una rosquilla y dividieron la que estaba rellena de vainilla, siendo así una victoria justa para ambos.

𝗟𝗹𝗲́𝘃𝗮𝗺𝗲 𝗮 𝗣𝗹𝘂𝘁𝗼́𝗻 → 𝐾𝑜𝑜𝑘𝑉 / 𝑉𝐾𝑜𝑜𝑘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora