Capítulo 9

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Mi mente divagaba pensando en la propuesta que me había hecho Hugo, si se lo hubiera contado a Rosana seguro que me habría dicho aquí hay tema, típico en mi amiga, siempre haciendo bromas. Por una parte quería aceptar la propuesta y por otra parte no, aguantarme iba a ser difícil. Cuando llegamos al hospital solo pensaba en una cosa y era ver a mi amiga, abrieron las puertas de la habitación especial y en esta ocasión nos dejaron entrar a dos personas a la vez en la habitación. Si la vierais tenía toda la cabeza con cables que no tenía ni idea para qué servían, una marcarilla de oxígeno, cada vez q la miraba sentía impotencia.
Le cogí la mano y le dí un beso en la frente.
-Vas a ponerte bien, ya lo verás.
Su hermana empezó a llorar y la abracé, fuerte, como si estuviera abrazando a mi amiga en las noches que lloraba, o en las que simplemente me apetecía hacerlo, cuando pasó un rato me salí y dejé entrar a su padre, allí había bastante gente que no iba a poder entrar, lo más jodido de todo esque yo no podía cuidar de ella.
Hugo me llevó a casa, en clase las veces que lo observé no daba esa apariencia protectora, sentí envidia de su novia, que gran suerte tenía, por alguna extraña razón empecé a hablar.
-Acepto.
Él se quedó extrañado sin saber que decir y como lo vi dudar decidí decirselo claro.
-Acepto la propuesta, voy pegada de francés desde que no voy a clase y me hace falta.
-Me parece bien.
-Los lunes estoy libre, pero los demás dias estoy trabajando y no puedo dejarlo así pues un día a la semana. Y ya me dices tu presupuesto para pagarte por hora o al mes.
-¿Crees qué lo hago por dinero? Me miró enfadado.
- No lo sé, de lo que estoy segura es que por mi cuerpo botijo no es, porque no soy capaz ni de atraer a una seta. Desde Pablo todo es difícil.
Me di cuenta tarde de que todo eso que habéis leído había salido por mi pequeña y preciosa boca. Se hizo el silencio e inevitablemente no pude más que reirme, era un puñerero desastre, y uno de esos además, grandes.
-¿Quién es Pablo?
De repente mi mente viajó a otro momento, otro lugar, otra época en la que yo era feliz, quizá cuando descubrí la verdad no lo fuera tanto pero al principio todo era maravilloso.
-Pablo... es... es... mi pasado... es algo que no quiero hablar no te ofendas, me destruye hablar de él, si alguna vez volviese a verlo no sé como reaccionaría.
Se tensó al volante y estuvo callado hasta que llegamos a los aparcamientos y yo me reprendía una y otra vez por haberla cagado.
-Gracias por todo esto, sé que no empezamos con buen pie, quizá algún día seamos buenos amigos.
-Conociendote algo el hacha de guerra contigo estará poco tiempo enterrada.
Fui a contestarle cuando Mada entró al garaje.
-POR FAVOR DIME QUÉ ME DEJAS TU COCHE.
-¿Para?
Odiaba dejar mi coche, era lo que más me había costado ganar en mi vida.
- Me han llamado a trabajar de la fábrica de las afueras y no hay urbanos, por desgracia no tengo coche, a unas malas puedes llevarme.
Puede que ese día me pillara de bajona o puede que fuese la mejor amiga que se iba a cruzar en su vida pero acabé cediendo.
- Pero duermes en casa ¿No?
-El turno es de noche, hasta mañana por la mañana no llego.
Me picaba mucho el cuello, y empecé a rascarme sin ton ni son, me daba pavor quedarme sola en casa.
-Sabes que no puedo dormir sola me da mucho mie...
-Yo me quedo contigo o tú conmigo lo que prefieras. Esa frase incluía guiño de ojos, no sabía cómo tomármelo, pero en ese momento pensé: Carpe diem.

¿Casualidad o causalidad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora