Llevaba una mierda de día y entré a casa como un vendaval, no dije ni que había llegado. Entré a mi cuarto e intenté relajarme un poco, me desvestí para ponerme una toalla y ducharme que después de todo me hacía falta, noté movimiento en la ventana del piso de enfrente pero me dije a mí misma que debía de ser imposible, no vivía nadie ahí, solo había personas mayores por todas partes.
Me duché y escuché que alguien llamaba al timbre supuse que era el repartidor de pizza, Rosana propuso aquel día la cena. Todos los días elegimos la cena una, aunque no lo llevamos a rajatabla sino conforme nos apetece. Oí como la puerta de casa se cerró, decidí salir de la ducha, con una toalla en el pelo y como no tenía cerca otra larga tuve que usar otra de cabello para el cuerpo, menos mal que vivía entre chicas y ellas no se espantan de nada.
-¿Ya está la cena ? Tengo exámenes de la academia que corregir los niños me traen loca y pronto hay una convocatoria...
No me percaté de nada pero todo ocurrió super rápido, cuando lo ví todo el color desapareció de mi cara y mira que yo era morena eh, pues más blanca que un folio me quedé, cuando reaccioné me fui a mi cuarto directamente, en su mirada había algo raro, algo diferente no sabría deciros el qué. ¿Qué cojones hacía ese tío en mi casa? Espero que no me esté espiando o que venga aquí para burlarse en mi cara. Me vestí lo más veloz que pude y salí con el pelo desenredado pero mojado. Lo reté con la mirada pero ninguno de los dos la quitaba, de repente mi amiga dijo algo aunque al principio no la escuché.
-EH! ¿os conocéis?
Ninguno de los dos la miramos seguíamos en nuestro juego de miradas, parecía que tenía que haber un ganador obligatorio.
-CONTESTAD COÑO, necesitáis follar. Ese fue el clic que me faltaba para mirar a mi amiga con odio y como nunca antes la había mirado.
-Como vuelvas a decir eso, me busco otro piso que vivir. No lo dije enserio pero creo que se lo tomó en serio.
-¿Qué cojones haces en mi casa?
-He venido a pedir sal, no sabía que era TU casa, me voy inmediatamente.
Se puso en pie, y se dirigió a la puerta, lo último que ví fue su culo prieto cuando la puerta se cerró.
-Que cojones...Había una tremenda tensión sexual... hasta me he puesto cachonda.
-No digas estupideces por favor, no puedo ni ver a ese maldito.
-¿Pero tú has visto lo guapo que es?
-Es mi puto profesor Rosana, deja de hablar de él así.
-¿Por qué gritáis niñas? dijo Mada con cara de recién levantada, me habéis despertado, ¿ya está la cena?
Yo ya no tenía ganas ni de comer ni de nada, así que sin hablar y sin nada me fui a mi cuarto, esa noche eché las cortinas y estuve corrigiendo hasta las 4 de la mañana. La mañana siguiente tenía clase desde las ocho de la mañana... Intenté salir más tarde pero no hubo efecto, me lo encontré en el puñetero rellano.
-Buenos días señorita Ángela espero que esté preparada para dar clase de francés.
-Ni loca entro a tu clase para que me dejes en vergüenza otra vez, anda y que te den.
De repente noté que me agarraba el brazo y le solté tal hostia que no la vió venir.
-Pero qué cojones haces.
-Acaso no lo ves...
Nerviosa me fui al parking para coger el coche e ir a la universidad estaba cansada de que todo me saliera mal, de haber entrado en un bucle continuo, de algún modo aunque sé que en ese momento exageraba, la pequeña humillación de la universidad me hizo recordar el pasado, un pasado que quisiera olvidar, que quisiera que nunca hubiera ocurrido. Un pasado lleno de malos ratos, lloros e insultos donde lo único feliz de mi vida fue una amiga que después resultó igual que todos los demás. Siempre pensé que ella era diferente, pensé que me quería por quién era no por lo que aparentaba ser. Aunque al final se descubrió que era todo lo contrario que me traicionó por un poco de popularidad. Sé que ahora mismo no estáis entendiendo una mierda, aún duele hablar del tema pero os debo una explicación. Cuando era bien pequeña como veis no es que fuera la típica niña delgadita era más bien rellenita, tampoco mucho pero lo era, eso en cierto modo me jodió la infancia, ya que lo diferente siempre ha sido el centro de la diana y a esto me refiero porque era todo un ciclo de insultos hacia mi persona pero bueno en ese momento no era consciente de la gravedad del asunto, la tenía a ella, ella era mi salvavidas pero llegó la adolescencia y todo cambió, la etapa, el instituto y fue una mierda todo, eran golpes, insultos continuos, chicles en el pelo, y me dió la espalda. Deseaba con toda mi alma pasar a la universidad olvidar a esa gente que me hacía daño y que le daba igual mi persona tanto psicológicamente como físicamente. Desde entonces mi autoestima es bastante baja, de hecho no he vuelto a quererme realmente del todo y ni siquiera tengo la capacidad de abrirme a alguien como pareja, desde Pablo más adelante os hablaré de él, e incluso me costaba como amiga. El entrar a la universidad flipé en colores, era un mundo totalmente diferente, un mundo donde cada uno iba a su bola, en este ciclo conocí a mucha gente, buena y mala, pero nunca recibí humillaciones por parte de otra persona hasta que ha llegado este hombre y me he hecho remover todo el pasado. Las lágrimas empezaron a caer por mi cara no había manera de pararlas, dolía. De repente abrieron la puerta del coche y empezaron a abrazarme. En ese momento solo pude aspirar el olor, ese olor que últimamente me rodeaba y dejarme cuidar.
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¿Casualidad o causalidad?
ChickLitÁngela es enérgica, agotaría la paciencia de cualquier persona, quizás eso sea parte de su encanto. Estudia cuarto de carrera y además trabaja por la tarde en su propia academia de idiomas, pequeñita pero que no le va nada mal. Hugo, un profesor su...