CAPÍTULO III

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Enamorados perdemos la noción de las palabras, de los actos, de las promesas, de todo lo que nos rodea y nos perjudica. Sin embargo, cuando se va el amor, más bien cuando te obligan a arrancarte el sentimiento, es quizá el momento más difícil o en el que te haces más fuerte ý todo se ha culminado.

Se me olvidó otra vez que esa chispa de amor y que esa relación había concluido y aun así le volví a creer.

Comencé a caminar por el boulevard sintiéndome incrédula e ingenua. Paré en la tienda que había en la esquina porque si bien, no puede faltar una. Compré un refresco y alguna botana pues mi hora de comida ya había acabado.

Regresé a mi oficina y comencé a conjeturar su risa y sus gestos al imaginar que yo me había quedado plantada. Sumergida en mis pensamientos alguien tocó la puerta donde está escrito "marketing" junto al dibujo del planeta Saturno pues todos en este departamento dibujamos algo simbólico que nos represente.

Era Isaac el gerente de nuestra área.

- Lydia ¿crees que puedas organizar la junta del mes? Tengo que salir estos días –cómo podrías decirle que no a tu jefe.

- Claro, ahora mismo comienzo a armar las gráficas.

Tomé un bolígrafo y comencé a hacer los cálculos de las estadísticas del índice de ventas del mes pero cuando me di cuenta, estaba escribiendo con cierta rabia todo ese dolor de sentirme tan...

Justo ahora no puedo describirlo.

Se dice que 9 de cada 10 personas creen en el amor, sin embargo no comprendo cómo es que yo creyendo he caído, no de rodillas ni de boca, no en un abismo ni en la oscuridad, sino en una red, abrazo le llamaba Él. ¿Recordará aquel abrazo? Porque cada noche lo recuerdo yo.

Aun creyendo en las posibilidades del amor me ha tocado a mí avanzar en mi camino sin sus latidos, porque deposité mi confianza y le di mi amor. Porque creí en sus palabras y me dejé guiar por sus ojos, por esa risa nerviosa entre libros y exámenes, me dejé cegar por alguien que prometió tantas veces tener únicamente ojos para mí. No miré más allá, no noté que realmente entre nosotros no había un futuro. O que si lo había Él sólo lo desecharía.

He cruzado laberintos de pensamientos y dudas. He volado entre altos lugares y bajos territorios. Le he entregado cada pieza de un rompecabezas que yo no me atreví a armar. Me han dicho que ese 1 de cada 10 que no cree en el amor termina amando, pero no me dijeron que esos 9 terminan rotos, heridos, deshechos... ¿O fue sólo a mí?

Leí lo que había escrito y me imaginé en la junta leyéndoles eso como motivación del mes. Reí y deseché la hoja.

Tomé otra y escribí como título "las mejores ventas del año" mi desenlace marchaba bien hasta que recordé esa noche, esa donde tomó mi mano y me preguntó que sucedía y yo sin más le dije todo. Al día siguiente gran parte de los compañeros de clase sabían esos secretos, ahora no dejo de dudar si fue Él quien lo dijo. Y volví a sentir ese corazón roto.

Quería seguir escribiendo sobre lo buena que era la empresa pero mientras más apretaba la mano sobre el bolígrafo escribía sobre la mala relación que tuve. Es inevitable no sentirse tan rota cuando se sentía el mundo estable y de pronto el mar rompe en olas y lo único que en ti sucede es caer del desván.

Y continué escribiendo: Estando en ese escalón de mi vida sentí que algo me hacía falta, quise darle un nombre y le di el suyo. Quizá lo que me faltaba sólo era un poco de color a mis días pero se los llevó todos. Se llevó mi estabilidad y mi sonrisa. Arrebató de mis entrañas las ideas y los sueños. Puso en mi camino la cantidad de razones necesarias para llorar cada noche y deshacerme entre pesadillas y sin fin de emociones que explotan cuando vuelvo a ver sus ojos. Y eso no parece importarle, porque vuelve. Siempre vuelve.

PROMESAS SIN CUMPLIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora