CAPÍTULO V

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En lo que Él llegaba tomé una pluma y al reverso de la nota comencé a escribir con letra casi inentendible:

Buscaba en las estrellas tus ojos, y sólo veía nuestros recuerdos más brillantes que el sol, pensaba en aquél en el que bailamos y nuestro corazón palpitaba, aquél en el que sudamos por nuestra risa insospechable e interminable. Volvamos ahí, donde nadie puede ir.

El problema fue que yo sí estuve, yo sí me quedé. Yo mantuve la palabra y me quedé firme en la brecha de los sentimientos. Exploté en cada nota musical de esa canción que relataba nuestro amor porque sabía que sí... que tú te habías ido con alguien más. Porque era yo quien lo buscaba, quien lo quería. Quizá nunca demostré lo suficiente para que valiera la pena, para que le dieras la gravedad a nuestro mundo. Te di las estrellas a cambio de un trozo de tu amor.

A veces consultar ciertos temas nos era difícil, tal vez tú pensabas de otra manera y te costaba hacerme entender o hacer que me dejara llevar pero siempre tuve la intención de adaptarme y tú... tú sólo te ibas, lo olvidabas, dabas vuelta a la página. Si algo te pedía a gritos era que me enseñaras eso ¡A no necesitar de tus palabras para sentirme bien! Me entregabas besos pero no sentimientos. Te daba miedo y al final decías que era yo, que era el mundo, que era el tiempo. Pero eres tú.

Yo también tengo mis errores pero tú siempre te has encargado de hacérmelos notar, y te lo agradezco pero ahora quiero escribirlos yo porque de frente sólo veo tus ojos, sólo siento tus manos. Porque tu presencia me ahoga y lo olvido.

Y me acabé el espacio...

Fui hacia mi cuarto, tomé la caja de la ropa y me puse otros jeans, otra blusa y otra hoja.

Y continué escribiendo.

Pero estoy deshecha. Ya no quiero quedarme así ni aquí.

¿Has visto las estrellas esta noche? Cada una gritó lo mal que está nuestra relación, la distancia que hay entre nuestros pensamientos, ya no sé si debo buscarte o esperar a que lo intentes tú pero sólo espero que ahora que me leas, que me sientas, no me dejes.

Haces promesas en cada kilómetro que recorres pero al siguiente se te olvidan; siempre me dices que todo entre nosotros marcha bien, siempre pronuncias el te quiero como algo ya normal, sin relevancia. Pero yo aún te quiero como cada luna en un nuevo ángulo.

Me mata el pensar que disfrutas la compañía de personas que ni siquiera te conocen pero lo aceptaré, lo haré ahora que estoy desarmada para que una vez completa no tenga la necesidad de correr a ti y gritarte que sí, que te extrañé, que te amo, que te necesito, que sin ti no, que contigo puedo, que tú me haces sentir bien. Siento los océanos separándonos pero veo cómo eres tú quien disfruta del agua. Y lo acepto porque estoy rota.

Pero cuando esté armada te pediré que me quiebres, que lo hagas con toda tu energía. Porque cuando estoy bien es cuando te quiero más cerca, para ser feliz y para estar estable, porque cuando estoy bien quiero estar mejor y sólo tú sabes hacerme sentir así.

Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas y las derramé cada una hasta que pude seguir escribiendo.

Llegas de pronto a cambiar mis nubes y escondes por un rato mi tormenta pero nunca encuentro ese arcoíris.

¿Te cansé? Es mi única teoría, es lo único que puedo pensar o imaginar.

Porque 10 de cada 10 veces que me necesitaste estuve ahí, ¿dónde estás ahora tú?

Mi subconsciente me aconseja que contigo estaré bien, nada me impide decirte que sí, que entres a mi vida, que me vuelvas loca y me tomes de la mano. Porque muero por sentir tus labios en los míos ¿pero qué significado tendrá si sólo estamos así?

Siempre he escuchado que lo que no te mata te hace fuerte, yo creo que lo que no te mata te hace querer estar muerto. No soporto los silencios que haces cuando me miras; el peso del mundo cayó en mis hombros anoche y lo único que puedo pedirte es que me salves. La soledad me mata y las olas me ahogan, las estrellas me cortan y mi respiración se agota. ¡Siempre es lo mismo!

Haces las cosas a tu manera, me destruyes y está bien. ¿No puedes atravesar este océano que hemos creado y llevarme contigo? ¿Quién me reparará ahora? ¿Quién me hará pelear? ¿Quién me dará ese amor extraño que sólo tú sabes dar?

Si no podemos reiniciar esto; si no podemos recuperar lo nuestro; si no podemos continuar fingiendo que todo se resolverá; si no podemos olvidar ese beso; si no podemos vivir sin el otro; al menos déjame soñar contigo.

Ahí me quieres, ahí estamos, ahí nada nos impide amar.

Porque si lo nuestro será a base de recuerdos y secretos, si decides dejar todo aquí lo acepto. Porque siempre dices que depende de mí y dejas decisiones a mi voluntad, esta vez dejo la más importante a la tuya. Porque la suma de las mías nos trajeron aquí ahora dime cómo seguimos, cómo avanzamos o cómo terminamos.

Quería llevarte a algún otro lugar, quería compartir mis noches y mis sueños pero creo que ahora ambos estamos cansados, agotados.

Dicen que las palabras y las acciones ganan pero algo me hace sentir que ya he perdido.

Debo aceptarlo aunque no lo entiendo.

Justo ahora no puedo.

Y tocaron la puerta, corrí al baño para secarme las lágrimas, me dirigí hacia abajo y abrí con el corazón en las manos.

Estuvimos gran parte del día llevando cajas y bolsas, muebles y fotografías hasta que no quedó nada en la que alguna vez fue nuestro hogar.

- ¿Vamos a cenar? –preguntó Él juguetón.

Estaba a nada de decir que sí cuando de pronto sonó mi celular. Era Katia.

- ¿Te he dicho que eres pésima contando chismes? –dijo riendo –pero yo no, tengo mucho que contarte. ¿Te parece si te veo en media hora en Eterno?

- ¿Eterno?

- Sí, es un local de donas y bebidas que abrieron enfrente de la biblioteca de la ciudad hace como un año, ¿no has ido? –preguntó extrañada.

- ¿Enfrente de la biblioteca? No –dije distraída.

- Bueno, se llama Eterno Donuts Bar pero está súper rico, ¿vamos? –y en su voz podía detectar que tenía realmente mucho qué contar.

- Espera –le dije –creo que iré a cenar con Katia –miré a Mateo.

- Lo entiendo, será otro día ¿Qué tal mañana? –y me sonrió.

- Te veo en 30 –le respondí a Katia y en seguida le colgué. – depende, ¿a qué hora?

- ¿Trabajas?

- Sólo en la mañana iré a la junta del mes y me tocan vacaciones –respondí recordando que no había hecho la presentación.

- ¿Puedes a las seis?

- Sí –respondí algo nerviosa

- ¿te veo aquí?

- Claro

Iba subiendo las escaleras para ponerme algo más de ropa y Mateo me habló.

- Vamos a conocernos otra vez. Vamos a vivir el resto de estos seis meses como si fueran los más valiosos de todos, porque lo son. Permíteme ser yo quien descubra nuevamente los secretos de tu Galaxia a través de mis ojos. –dijo Mateo acercándose a mí para darme un abrazo, uno de esos que me gustan tanto.

- ¿Para después divorciarnos y volver a empezar ese largo proceso de superarte?

- Esta vez lo haremos bien –dijo y me besó.

PROMESAS SIN CUMPLIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora