CAPÍTULO II

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Cuando oí su voz no sentí el rencor de la última vez, recuerdo como se me nublaba la vista del coraje y la incomprensión por no saber por qué me dejaba.

- ¿O tienes tiempo ahora? –me dijo con la misma picardía que en nuestros tiempos de novios, cuando me quería ir a ver o buscábamos excusas para encontrarnos. Notó que me aburría la cita y quiso sacarme de ahí.

- ¿Es importante? –pregunté distraídamente y aquel chico llamado Leo que se encontraba sentado frente a mí seguía sin entender la situación.

- No habría entrado si no fuese así –me miró a los ojos y me retó a sostenerle la mirada.

- Bien. Te molesta si me despido –hice una seña hacia la salida para pedirle que se retirara.

- Soy su marido –dijo al tiempo que estiró una mano para presentarse con Leo.

- ¿Su marido? –preguntó aquél con mirada extrañada y sorprendida –no habría venido de saber que es casada –dijo disculpándose con Él.

Dolía esa mención, no tenía caso seguir así.

- No, es mi ex marido –me molestó ese gesto, por qué le importaba recordarlo.

- Bueno, no diría ex tan segura. –dijo mientras se dirigía a la salida con una sonrisa superficial.

- Lo siento... –le decía a Leo

- No, debe ser importante –pero se veía contento de que esa cita terminara.

Salí del restaurante y lo miré a los ojos y eso me hizo viajar en el tiempo.

Cuando estábamos cursando cuarto semestre hubo un compañero que tuvo un accidente en plena clase y fui a ayudarlo. Cuando lo tomé por el brazo para levantarlo me miraba agradecido y alivianado por haberlo hecho.

Ahora yo me sentía como ese chico en el suelo, como esa chica que le aburrían los temas de conversación de aquél al otro lado de la mesa y llegó Mateo a ser el que me levantaba.

Cuando levanté al chico se fue a enfermería y le dieron dos días de descanso, su historia tuvo un final feliz pero, ¿qué hacíamos Mateo y yo en esta situación? ¿Tendrá un final feliz la mía? No creo, Mateo acabo con todos hace ya mucho.

- ¿Para qué me necesitas? –le pregunté intentando sonar frustrada.

- Quiero decir que te ves muy bien –me dijo sonriendo –pensé que no te gustaba ese color en la ropa.

- Ese tipo de decisiones pueden cambiar, respóndeme –comencé a preocuparme recordando lo que había dicho adentro.

- No es tan relevante, pensaba llamarte mañana para ir a comer, hablar de nuestros cambios de vida y mostrarte un papel –dijo serio.

- ¿Qué papel?

- Qué va, no lo traigo aquí. He venido a comprar libros, no esperaba encontrarte allí. ¿Ya cenaste? –curioseó divertido.

- Es lógico que sí –le respondí intentando sonreír.

- Pero yo no, acompáñame –me estiró su brazo como todo un caballero.

- No. Si quieres nos vemos mañana y llevas ese gran papel que te hace querer buscarme –dije sintiendo cierta furia dentro de mí.

- ¿Paso por ti a las ocho? –preguntaba feliz.

- No. Tengo una hora para comer te veo a las tres afuera de mi trabajo pero no llegues tarde.

- Llegaré a tiempo te lo prometo.

- En punto. –le dije seria.

- En punto –dijo y se dio la vuelta al tiempo que me regalaba un beso al aire, de esos que me mandaba en la biblioteca.

Yo tenía planes de cambiarme de casa. Encontré una que quedaba más cerca de la empresa y llevaba una semana empacando. Esa noche encontré esa lista de promesas y entonces llené los huecos. Y subrayé esas partes que comencé a escribir, esas partes que esa noche volví a sentir:

- Te prometo.

Quizá siempre te veré en los recuerdos de mi vida porque sé que tú has sido la persona más importante sobre todos. Me llenaste de adjetivos y sustantivos, llenaste cada rincón y creaste aun más viñetas que dejaste con ganas de ser llenadas.

- Te haré la mujer más feliz del mundo, estaré contigo en la salud y en la enfermedad, en las buenas y las malas las haremos excelentes.

Te metiste en cada episodio de mis días y en cada sueño con estrellas. Me mostraste nuevamente los lazos que el amor procrean; es imposible que no notes lo mágico que es esto, lo mágico que es volver a vernos.

- No caeremos otra vez en la rutina.

Pero te has alejado y vuelves con temor como si realmente te consumiera el miedo por volver a ver mis ojos, ¿te enamorarías otra vez? ¿Lo intentarías? Porque a veces creo que sí, dudo que no quieras regresar en el tiempo y besarme una vez más o quizá cambiar algo para que hoy lo puedas hacer.

Me dijiste que lo único que querías era expresar lo que sientes pero no lo entiendo, intentas hablarme, intentas gritar todo lo que por tu mente pasa pero no lo logras. Me has dicho que quieres que termine, me has dicho que no quieres quererme pero no te vas.

- Nunca dejaremos de ser amigos.

Vuelves.

- Anda cuéntame, tu secreto estará a salvo conmigo.

Has vuelto y me confundes, llegas en cada momento que es necesario. Llegas en los momentos justos y eso me da miedo, porque es extraño puesto que siempre has aparecido cuando te pienso.

- Dame otra oportunidad, cambiaré

Este día, este momento en el que necesitaba hablar, necesitaba oír tu voz, llegaste, lo has hecho una vez más, pero vuelves a elegir irte.

- ¡QUIERO EL DIVORCIO! ESO INTENTO DECIR –gritaste.

Dices que no, dices que quieres olvidarme y entender porqué sigo aquí pero no lo entiendo, no entiendo porqué me quiero quedar, porque en el fondo buscaba que regresaras pero ni siquiera lo intentaste.

Me miras a los ojos y remueves lo que hay dentro.

- ¿Quieres casarte conmigo?

Gritas que me amas pero me fallas.

No entiendo tu extraño amor, no entiendo qué necesidad tienes por quedarte pero al mismo tiempo irte.

Llegas y me tiras, te vas y me destrozas no puedo desprenderme de ti.

- Estaremos juntos para toda la vida.

No puedo olvidarte, no de un día al otro.

Porque te quiero.

Porque te extraño.

Yo sí quiero regresar el tiempo, quizá siempre en los recuerdos de mi vida guardaré las ganas que evité por volverte a amar, guardaré en éstos que siempre quise volver a tenerte, no entendí qué hiciste dentro de mí pero al final lo hiciste.

Se me ha ido un poco de corazón, un poco del extremo de mi amor porque de verdad te amé.

La esperanza de verlo al día siguiente y escuchar esa voz que me hacía estremecer y crear fantasías únicamente para nosotros se quedó sólo en el vacío de un pensamiento.

Pues me quedé esperando porque jamás llegó.

Una promesa más a la lista:

- Llegaré a tiempo, te lo prometo.

PROMESAS SIN CUMPLIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora