CAPÍTULO VII

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Cenamos hamburguesas cerca del centro, pedimos en el área de la terraza porque según internet la luna de esa noche sería increíble pero yo creo que la luna es increíble.

Hablamos de tantos temas, algunos importantes y otros sólo por hacer sonreír al otro. Había música de fondo y de pronto sonó una canción que yo desconocía pero al parecer a Mateo le gustaba mucho pues comenzó a cantarla e interpretarla con gestos y señas, cuando acabó me dijo que la canción pertenecía a "Calle 13".

Regresamos a casa pero yo no quería que Él entrara así que, nos quedamos sentados en la entrada viendo las estrellas.

-¿Todavía tienes pesadillas al dormir? –me preguntó mientras se acomodaba el suéter.

-  Ya no tan seguido –le respondí intentando sonreír.

-  Eso es bueno –contestó acercándose un poco a mí.

-  ¿Todavía tienes miedo cuando se va la luz? –pregunté juguetona.

-  ¡Sólo ha sido una vez la que me he asustado por eso! –dijo sonriente.

Y así comenzamos a hacernos preguntas sobre nuestros miedos pasados y nos aventuramos a saber si lo que conocíamos del otro aún seguía ahí.

-  Algo que creas que ya has superado –me cuestionó sonriente.

-  A vivir sola –contesté fugazmente, ni siquiera lo dudé y eso hizo desvanecer su sonrisa.

-  Entonces sí cambiaste mucho –intentó tomar mi mano pero la moví.

-  No creo que esta vez funcione, si la primera vez no funcionó no creo que ahora sí –lo dije furiosa aún sin entender por qué lo hacía.

-  Estoy dando lo mejor de mí –me respondió Él esperando que ese comentario cambiara todo.

-  ¿Y es por eso que todo esto funcionará? ¿Porque das lo mejor de ti? –el dolor nunca había sido tan sincero y el enojo destrozaba mis órganos.

-  ¡Sí! –dijo Él con fuerza. una que yo desconocía. Quiso acercarse más a mí pero yo me levanté.

-  ¿Y cuándo yo di lo mejor de mí qué sentido tuvo? ¿eso no fue suficiente para que funcionara la primera vez? –en cuanto esas palabras salieron de mi boca no pude evitar llorar, una tras otra lágrima brotaban de mi interior, de mi ser.

Y es así cómo se siente estar destruido.

-No quise dar a entender eso, Lydia –comenzó a hablar despacio y de una manera linda.

-  Descuida, Mateo. Estás dando lo mejor de ti ahora porque antes no lo hiciste, porque antes no me amabas –estallé, en todos los sentidos posibles.

-  ¡Siempre te he amado! Pero a veces uno no sabe de qué manera dar todo de sí porque es joven e inexperto –contestó a la defensiva.

-  ¿No sabías de qué manera dar todo? ¿Hasta que pasó qué, Mateo? ¡Hasta que encontraste a alguien más que sí supo enseñarte a amar! –yo también contesté a la defensiva.

-  ¡No! Hasta que me di cuenta que ya no estabas conmigo –respondió rápidamente.

Ninguno pensaba en lo que decía.

-  ¿Ya no estaba contigo? ¡Yo fui la que se quedó! En la misma casa y en el mismo trabajo. Yo me quedé, Mateo, ¡yo me quedé atorada en el abismo que tú dejaste! En el hueco de la cama y tu ausencia en la casa. ¡Tú elegiste irte! –y esas últimas tres palabras resonaron en el silencio de la noche más increíble del año.

-  Esta vez me quedaré –respondió Él con la voz más sincera del mundo.

-  ¿Quedarte en dónde? Porque yo ya avancé. –le dije y entré a mi casa.

No sabía si lo que había dicho era correcto pero las personas siempre opinan y hablan sin importarles si es correcto, si te hará algún daño o sencillamente si el comentario que dirán sobre ti o tu vida afectará tu persona de una manera escalofriante.

Me senté en el sillón y sentía que algo dentro de mí se rompía, se tronaba... Pero esta vez no lloré.

Esta vez me sentí diferente. En un atormento de emociones me quedé dormida en un el sillón vacío y frío que contaba historias pasadas y reencuentros dolorosos.

Desperté con la ropa de la noche anterior, con un dolor de cabeza inmenso, una desesperación de salir adelante y sobre todas las sensaciones que se pueden tener al despertar, sentí que era momento de seguir con mi vida. Respiré profundo unas cuantas veces antes de levantarme de la cama y comenzar con un lunes sin ningún plan en mente. Comencé por ordenar mi casa para ordenar mis pensamientos, saqué de las bolsas mi ropa, la acomodé en mi closet. Saqué de las cajas los platos y cubiertos, poco a poco todo tomaba forma, volvía a sentirse un hogar.

Tomé mi celular de la cama y revisé la batería, le quedaba 8% así que lo puse acargar, decidí poner un poco de música para no sentirme tan vacía, la música me llenaba, me hacía sentir. Revisé el boleto, el evento comenzaría el miércoles. Sonó mi celular, él me estaba llamando pero no podía contestar, una parte de mí no era tan fuerte y sabía que en cuanto él volviera a hablar yo me arrepentiría de haber dicho eso. Pero así estaba bien por hoy, aceptando que él ya no era parte de la ecuación.    

PROMESAS SIN CUMPLIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora