Necrópolis

Coldring

Cuando la brújula apunta hacia Coldring en el mapa de Skale, Equillia mientras tanto se encuentra atrapada en una sombra insólita con los prisioneros de el Mundo Subterráneo.

Skale decide tomar la desicion apresurada de Buscar a Ilhaelryna y Goldfur, para acabar con el mandato de Debronee.

En la búsqueda de estos habitantes, tuvo que hacer pasar sus intenciones por tan solo un castigo, con la excusa de que habían echo algo malo, y merecían ser castigados.

Cuando Skale se dirige a buscarlos, lo distrae las enormes nubes rojas y moradas que cubrían el cielo de Haradon, este, observa como notoriamente en las nubes, se formaban 4 figuras, Un escudo, una espada, un casco, y por último, y la figura más brillante de todas, un corazón.

Skale no lograba entender a qué se refería bien esto, si mal no estaba en el pensamiento de que Equillia era quien representaba esto, no encontraba el Afán ni el conocimiento del porqué ocurría este fenómeno.

Todos observaban al cielo, y nadie entendía nada, todos pensaban que era un simple lecho de muerte por el ya fallecido Kurzdor, hasta que Acridix, sacerdote del pueblo, sacude Haradon con un grito.

¡ESTÁ AQUÍ, DONOVAC ESTA AQUÍ! - Grita Acridix.

Skale escucha esta llamada potente, y observa como por el grito, uno de los demonios castiga esta acción arrancándole los ojos a Acridix, y comiéndose sus pedazos, por bocón.

Este, lleno de ira al ver esto, decide lanzarse al demonio por su soberbia, e inicia un fuego amigo.

3 demonios más se unen, contra Skale, y este libera su hechizo de Persuasión de La llama volcánica, incinerando todo su alrededor.

Se forma todo un caos en el Acrópolis, y aparece Goldfur e Ilhaelryna a la lucha entre bandos.

Habitantes contra demonios, todo un espectáculo de poderes, y en el cielo, ahora, deja de palpitar el corazón, y empiezan a palpitar los 3 elementos faltantes, como símbolo de guerra, al parecer, era eso, lo que Donovac quería.

Empieza una episodio alterno en Haradon, en donde el pueblo se rebela, y empieza a callarle la boca a sus mandatarios, como un pueblo cansado de su falacia.