Kiss me

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Sus manos fuertes aún seguían apoyadas en mi cintura en un agarre fuerte, incluso sus venas se iban marcando cada vez más. Tragué fuerte aún con los ojos de Suga posados en mí. Mi respiración aún seguía descontrolada, es una pena no decir lo mismo de la respiración de Suga puesto que al contrario que la mía, estaba totalmente tranquila. Su rostro tenía escrito "duda" por todas partes incluso podría decir "deseo" pero no esperaba que fuera esa la respuesta. Mi voz, que aún seguía atrapada en mi garganta, no se animaba a salir. El rostro de Suga comenzó a estar poco a poco más cerca. "Peligro. Corre. Sal de aquí. Para. Detente" palabras como estas se repetían en mi cabeza cuando veía cada vez más cerca su rostro, sin embargo, mis piernas no reaccionaban. Cerré los ojos y pegué un pequeño salto al sentir el toque de los labios de Suga en los míos. "¿Qué haces? Para. ¡Habla inútil!" pero todo era en vano. Se sentía tan bien aquel roce que esperaba que nunca acabara. No había sido como las horribles veces que me habían besado. Al contrario de lo que pensaba, no fue un beso rudo ni mucho menos, fue suave, incluso podría decir que estaba dudando de lo que estaba haciendo.

No sé cuánto tiempo había pasado pero el agarre de sus manos en mi cadera era cada vez más fuerte, como si intentara de luchar consigo mismo.

-¡Suga! ¿Cuánto te queda?-gritó V desde la cochera.

 De repente todo aquello acabó dejándonos a los dos con un vacío en el estómago. Todo había acabado. Él se limpió el resto de pintalabios que tenía mientras se alejaba hasta cerrar la puerta, dejándome con una sensación demasiado extraña. Me miré en el espejo, aún con los labios hinchados. ¿Qué había ocurrido segundos antes? 

Intenté seguir con la casa sin pensar mucho en lo ocurrido, olvidando lo que había pasado. Horas después ya había acabado con toda la casa  y me senté a descansar en el sofá que había montado un tiempo antes. Miré la habitación. La poca luz que quedaba en el exterior entró sin problema por las cortinas blancas que había comprado, dejando que la luz estuviera por toda la habitación haciendo un contraste precioso con los muebles blancos y negros que decoraban la zona. La cocina tenía los mismos tonos, sin contar con el frigorífico y algún que otro mueble rojo. Los baños tenían tonos azulados al contrario que el resto de la casa. Respiré hondo, orgullosa del trabajo que había hecho y sintiéndome bien conmigo misma, por fin era un hogar. Oí el ruido de las llaves en la puerta así que corrí hacia aquel sonido para darles la sorpresa, sin embargo, la sorpresa me la llevé yo cuando el primer rostro que se encontraba era el de Suga. Intenté hacer como que no pasaba nada para que no hubiera sospechas.

-¡Wow, Ashley! ¡Todo está increíble!-dijo Kookie mientras dejaba sus cosas en el sofá en el que momentos antes había estado sentada-¡Mi habitación! ¡Es preciosa!-Kookie se acercó a mi dándome un abrazo.

-¡Quita, Kookie! ¡Es mi turno!- dijo V mientras corría hacia mí enganchándose cual mono-¡Ashley, qué bonito está todo! Pero mi habitación es la mejor.

-Te equivocas V, mi habitación ahora es la mejor-abrí la puerta dejando ver mi nueva actual cama con un cabecero de tono beige y la luz que entraba perfectamente por la ventana. Los marcos de las fotos que había sacado, una de ellas del día del centro comercial con los cuatro sentados en el banco del parque, eran de tono rosa y azul pastel. El escritorio era de un tono blanco y la silla del color opuesto, negro. La cama tenía un par de peluches y una alfombra a su lado. Luces decoraban las paredes haciendo que se convirtiera en una zona mágica en la noche.

Cuando todos nos encontrábamos en nuestras respectivas habitaciones, decidí ir a por un vaso de agua. De repente escuché como una puerta se abría, pensé que era V porque los pasos eran fuertes. Sin embargo, mi hipótesis era errónea puesto que en el marco de la puerta se encontraba Suga apoyado, con las manos en los bolsillos y el pelo tapándole los ojos. Hizo un gesto con la cabeza para que le siguiera y así hice. Puede que me esté metiendo en la boca del lobo pero desde pequeña me encantaba arriesgarme.

-Pasa-susurró una vez estábamos en la puerta de su cuarto. Entré viendo el resultado del cambio que le había hecho. Cerró la puerta fuertemente, haciendo eco en el pasillo. Él se sentó en la silla que se encontraba frente al teclado del piano mientras que yo me senté detrás de él en el filo de la cama. Él comenzó a tocar el teclado, haciendo que por primera vez fuera yo la que escuchaba con claridad su música. Era una melodía suave, preciosa, hipnotizadora diría yo. Cerré los ojos para disfrutar aún más de cada nota que salía de aquel instrumento. De repente las notas cesaron, y abrí los ojos encontrándome a Suga mirándome.

-Gracias por el regalo-dijo mirando el teclado-Ya van dos-yo le miré extrañada y él se desabrochó la chaqueta dejándome ver la camiseta que le había regalado. Yo sonreí tímidamente sonrojándome un poco.

-No hay nada que agradecer-le dije mientras colocaba un mechón de mi pelo rizado tras mi oreja.

-Debo pagártelo de alguna manera. Tal vez, lo que pasó esta tarde es una forma correcta de hacerlo, ¿no crees?

 Tal vez, lo que pasó esta tarde es una forma correcta de hacerlo, ¿no crees?

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The KidnappingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora