DAVID PDV
Conocí al Diablo cuando tenía 6 años, compartimos clases desde la primaria. Éramos los mejores amigos desde que nos conocimos, hasta aquél día que me llevó al infierno y conocí a esa chica de caballo negro, su nombre era Leticia.
Al verla, descubrí que el amor a primera vista sí existe, pero también descubrí el sentimiento de envidia y odio. Pues la mujer no era libre, Leticia era la novia de Fernando y pronto se iban a casar.
Ese día también conocí a Satanás, socio y amigo de El Diablo, a Mauricio no le caí bien desde el principio, sospechó que envidiaba al Diablo.
Intente que la chica de ojos hermosos, mi mirara, pero Leticia nunca se digno a hacerlo, por tal motivo le arrebaté la vida a ella y a su amada familia, bueno a casi toda, sólo faltó esa niña que era una mezcla entre ella y él.
La envidia corrompió mi corazón. Comencé a desear no sólo a ella, sino todo los poseía El Diablo. Cómo sabía que no lo obtendría por la buena, lo tomé a la fuerza.
Todavía recuerdo como asesine a Fernando frente a los ojos de esa niña, de esa niña que ahora me busca para vengar la muerte de toda su familia.
Nunca pensé que la pequeña que salió corriendo en medio de la noche, al crecer quisiera matarme. Tontamente creí que se escondería de mi hasta el día que Dios o el Diablo vinieran por su alma, pero no, Fernanda está aquí a unos cuantos pasos dándome su renuncia. Al momento que la escuche pronunciar mi nombre la descubrí, es la mis misma voz del video de hace unas horas atrás.
Esa chica que ha trabajado para mi, la que me observaba desde los rincones de este restaurante, es Lucía, la hija de ellos, la hija del Diablo, que ha venido por mi alma y me arrastrará al infierno.
—¿Podrías decir de nuevo mi nombre?
—Claro —aclara la garganta—.David.
Tomo asiento, mirándola intensamente—. Gracias, te puedes ir.
Fernanda me da una última mirada antes de girar y salir de mi oficina.
Me quedo observando como se aleja a través de la puerta de cristal.
Tomo mi celular y llamó a Juan y Arturo, los únicos empleados que no han renunciado después de la muerte de mi amigo Ernesto. Después del tercer timbre contestan.
—¿Está Arturo, contigo?
—Si, Jefe.
—Escucha lo que tiene que hacer.
Sigue a las chica que acaba de salir. Investiga todo sobre ella.
—Anotado, David.
Cuelgo la llamada, me pongo de pie y salgo de la oficina, recorro a pasos lentos el camino hacia la.salida, al llegar a la puerta principal, apago la luz sabiendo que la próxima vez que este lugar se abra, será porque alguno de los dos ha muerto. Camino hasta el automóvil, subo y lo pongo en marcha, sin tener destino.
Deambulo por la ciudad pensando en la muertes de cada unos de mis cómplices, compañeros, socios, amigos. Desde que murió el primero de ellos intente encontrar a Lucia, pero no lo logré, quien iba a pensar que estaría tan cerca de mi, vigilando cada paso que daba.
Después de media hora recibo la llamada de mis hombres.
—Dime, Juan.
—Seguimos a la chica hasta un club nocturno llamado El Infierno, entró acompañada de otra mujer que también trabajaba en el restaurante, y sorpesiblamate también de Gustavo, su abogado, Jefe.
—¿Qué?
—Si, las mujer le sonreía con familiaridad y le llamaron por un raro apodo, le dijo “sombra”
Al momento de escuchar su sobrenombre, uno todas las piezas del rompecabezas, pues recuerdo cada palabra escrita en cada recado dejado en los cuerpos que amanecía frente a mi casa. “No confíes en tu propia sombra” La sombra era él. Esa fue la forma en que la primera carta llegó a mis documentos, pues quién más podría tocarlos, sólo él, Gustavo. Soy un estúpido.
—¿Le doy la dirección? —pregunta del otros lado Juan, sacándole de mis pensamientos.
—No. Sé como llegar—cuelgo, aumento la velocidad y llegó a ese lugar. Desciendo del vehículo y camino hacia mis empleados.
—¿Qué quiere que hagamos? —preguntan al verme.
—Esperar a que la sombra salga de infierno.
—Está bien, jefe.
Nos recargamos en el carro que a esperar pacientemente la presencia de Gustavo. Al transcurrir los minutos, la sombra sale cantando como es su costumbre, Juan y Arturo me miran pidiendo permiso para abordarlo—. ¿Es tiempo, Jefe?
—Sí —contesto con una sonrisa en el rostro, mientras saco la navaja que hace mucho no utilizo.
Juan y Arturo caminan hacia Gustavo, que va distraído con la vista baja, prendiendo un cigarrillo, al estar frente a él, tampan su paso, Gustavo levanta la vista y al mirar a las personas que le evitan seguir caminado, da media vuelta e intenta correr, pero mis hombres son más rápidos y lo detienen antes de poder avanzar medio metro. Lo sujetan se los brazos y lo arrastran hasta mi.
—¡Sueltenme! —grita desesperado.
—¿Querías engañarme, sombra.
Gustavo levanta la vista y me mira con odio —. No, no quería engañarte —suelta un pequeña risa—, pero eres tan tonto que no pude resistirme a hacerlo.
Tomo su rostro con la mano izquierda, mientras que con la derecha la encajo lo más profundo posible, la navaja en su abdomen, la acción la repito varias veces. Hace tantos años que no lastimaba a una persona, que hacerlo me ha producido emoción. Retiro el arma del cuerpo de Gustavo, doy unos paso hacia atrás para observar el rostro de dolor de ese bastardo—. Dejenlo tirado a unos metros de la entrada, con esta nota sobre su cuerpo —entrego la nota, doy media vuelta y subo al para dirigirme a las casa Del Diablo, a esperar la presencia de esa niña, estúpida.
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LUCIFER #BSAndTAwards2018
Misterio / SuspensoLucia una chica con el alma negra. Lucía Fernanda, fue testigo del asesinato de toda su familia cuando era sólo una pequeña niña. Ahora que ha crecido buscará a todas esas personas que terminaron con su pequeña felicidad, para arrastrarlos al infi...