Gumball y Darwin fueron andando. Su padre estaba cansado para conducir (qué novedad) y su madre se había dignado en darles veinte euros, como para luego encima llevarles en coche. Según ella, tenía mucho que hacer.
—¿Vamos primero a la tienda de ropa o de comida? —Preguntó Darwin.
—No lo sé. —Le respondió su hermano—. La verdad, las compras son más de chicas, ellas son las expertas en esto.
—¿Y si buscamos a alguna?
—¿Estás de guasa? A las chicas hay que impresionarlas con algo de verdad chulo. Si vienen a comprar con nosotros se estropeara la sorpresa.¿No crees?
—Ya. —Respondió el pez simplemente—. Pues vamos a la tienda de ropa misma.
Entraron, y allí estuvieron cerca de media hora mirando lo mejor.
—Ehh, Gumball, ¿eres consciente de que solo tenemos veinte pavos, verdad? —Rio Darwin—. Eso vale como cincuenta euros.
—Lo he pensado todo, amigo mío. He traído la paga mía. ¿Y tú la tuya?
—Cómo no.
—¡Pues a comprar se ha dicho!
—No lo hemos dicho.
—Ña, ña, no lo hemos dicho... —Se burló, y finalmente se separó de su hermano para ir a buscar el conjunto indicado.
Les costó cerca de cuarenta minutos más encontrar algo decente y a su alcance.
—Ya entiendo a mamá cuando le cuesta elegir un vestido... —Exclamó el gato azul desde su probador.
—¿Ya lo tienes, Gumball?
—Siii. —Sonrió—. Y tú?
—Tambien. Enseñamelo, porfa.
—Espera, ahora abro la cortina. Entra en el probador.
Darwin entró, y exclamó al verle;
—Aww, qué guapete. —Los dos se rieron.
—Sí, y solo cuesta quince euros y cincuenta céntimos.
—Mis zapatillas nuevas son estas. —Las enseñó—. Cuestan nueve noventa y nueve.
—En total... Veinticinco euros y cuarenta y nueve céntimos. O algo así (igual me equivoco, ya sabes cómo se me dan las mates)
—Bueno, y teníamos en total... Treinta euros con las dos pagas.
—Nos sobran cuatro euros para comida.
—Vamos a pagar y luego abajo, hay una tienda de chucherias.
—Uhhh, chuches... Hay que comprar bien de regalices.
—¡Y de patatas fritas! ¡Y olivas! ¡Y palitos de pescado! ¡Y...!
—No te pases, Darwin. Que solo tenemos cuatro euros.
Ya en la chuchería:
—Bien. —Repasó el dependiente—. Esto son... Un paquetito de regalices, otro de cacahuetes, uno de olivas y una bolsa de patatas fritas. Todo son... Cuatro euros y medio.
—Uff... —Resoplaron los niños.
Les dio el dinero y Larry las chuches. Salieron de la tienda y recordaron lo que les quedaba de dinero.
—Nueve céntimos... —Sollozó Darwin.
—Pero, piénsalo. Si mamá nos ha dejado veinte euros es que como mucho nos podíamos gastar eso de su dinero. Si nos sobra algo, por poco que sea, es que lo hemos hecho bien.
—Oh, tiene sentido.
Abandonaron la chucheria y el centro comercial, y fueron hasta su casa para planchar la ropa y cenar. Ya eran las nueve pasadas.
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El juego (El asombroso mundo de Gumball) -Portada En Proceso-
FanficUna fiesta. Eso era lo único en que pensaban los alumnos del instituto Elmore High. Después de todos los líos y problemas que tuvieron la pareja de hermanos protagonistas, lo que más se merecían era un buen descanso. (aunque en la fiesta mucho no de...