Trece: cuerpo y mente en perfecta armonía

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Gumball se sintió pesado desde que aterrizó sobre las cajas. Estaba en un sitio negro, con solo un tramo del suelo con luz. El tramo en el que estaba de pie.

Oyó los sollozos de su hermano, y una conversación lejana que Kail empezaba. Pero todo lejano. Cómo si el universo le hubiese separado de la realidad... ¿Pero para qué?

Oyó primero como Darwin era el que estaba impotente, y Kail se reía de él y de él mismo, pero eso no le molestaba. Estaba intrigado por ver quién ganaba, y molesto por no poder intervenir.

El eco de la pregunta de su hermano llegó a sus oídos. "¿Por qué nos odias desde la primera vez que nos viste?" Humm, interesante. Gumball también lo quería saber, y se quedó quieto escuchando desde el más allá.

"¿Sabes el amor a primera vista cuando ves a alguien y no puedes dejar de pensar en él?" Era Kail hablando, explicando un concepto que todo el mundo conocía.

Gumball pensó que no tenía nada que ver con lo que le había preguntado el pez, pero se calló al oír la segunda parte.

Sonó la voz cuando Kail dijo que en el caso de los Watterson era al revés, y le pareció más normal. Sentía ondas de sentimientos que su hermano le enviaba, desde su corazón, que un día ayudó a guiarse hasta juntarse gracias a su amor de hermanos.

El corazón de Darwin parecía preocupado y asustado por él, y Gumball lo percibió, pero no podía hacer nada. Intentó gritarle que estaba bien, que no estuviese preocupado, pero su hermano no le oía.

Gumball miró al cielo negro del sitio en el que estaba y gritó:

—¡Quiero volver! ¡Quiero volver!

Entonces, un silencio sepulcral se adueñó del sitio oscuro, y un aura violeta empezó a circular a su alrededor. En ese momento oyó las dos últimas frases que dijeron los enemigos en la Tierra:

"¿Quieres ayudarme a recordar por qué quiero mataros?"

"No, quiero ayudarte a olvidarlo"

En el momento en el que Gumball lo oyó, una chispa de esperanza saltó en su alma, como diciéndole que podría haber remedio para curar el odio que sentían hacia el conejo gris.

Pero algo no iba bien, toda el aura que le rodeaba paró de girar, y fue elevándose hacia arriba y más arriba, hasta que parecía que se le iba a caer encima al gato azul.

—¿Qué? No, no, no... —Este se puso nervioso al darse cuenta.

Intentó correr, pero ese aura le cortaba el paso. Entonces fue cuando se cayó encima de él.

Gumball sentía como si se estuviese ahogando, ya no oía las voces de los otros dos, y le costaba respirar. Abrió los ojos y se encontró flotando en el centro de una acumulación de aura.

Vio un destello de luz que sospechosamente se parecía a Darwin, y parecía saludarle. Gumball le intentaba seguir, nadando en el aire y en el aura morada.

Pero, cuando intentó alcanzarlo y su mano pasó al lado de esa imagen... Toda la gravedad volvió. Sintió como caía y caía al vacío.

Pero no era vacío, había un soporte, un suelo en el que estaba antes. Gumball pensaba que iba a caer encima, que era su fin... Cuando justo antes de caer algo le dió una bofetada en la cara, y el gato volvió a la realidad.

Estaba tumbado entre las cajas de madera, veía borroso, pero cuando empezó a ver bien distinguió algo naranja y morado-gris tras las cajas que le ocultaban.

Algo que vino a su cabeza le dijo que había estado dentro de su propia mente, y ahora su cuerpo había vuelto a coordinarse con ella. ¿Para qué? Para intentar salvar a todo Elmore de alguien peligroso e inestable al mismo tiempo.

El juego (El asombroso mundo de Gumball) -Portada En Proceso-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora