Gumball suspiró al oír la puerta cerrarse, e intentó separarse de su enemigo, que lo tenía sujetado por el hombro.
—¿Te importa? Ya sé andar solito... —Gruñó el gato, apartándose de Kail.
Este le echó una mirada fulminante pero no dijo nada. "No es necesario" Pensaba, "me pagará todo con lo que le voy a obligar a hacer." Sonrió, después de que esas palabras pasaran por su mente retorcida.
Gumball le vio sonreír, pero no comentó nada tampoco. Sabía que sus órdenes iban a empezar, y que si no le obedecía podría poner a Darwin en su contra. O peor, hacerle daño al pobre pez.
Por eso, cuando Kail volvió a hablar una sensación de terror se adueñó de su cuerpo.
—Ya tengo pensada nuestro... Primer acto. —Simplemente con esas palabras puso al gato la piel de gallina.
Caminaban por la calle a la luz de las farolas. Sin embargo, Gumball veía a gente con las luces encendidas en su casa. O viendo la televisión, o leyendo, o hablando con otras personas.
"¿No estábamos en una dimensión más? Pensé que no habría gente, pues Kail odia a los demás. Me pareció que desaparecían todos cuando me encontré el Mensaje006. Si esto estuviera vacío, sería menos escalofriante..." Se dijo a sí mismo.
—¿Y d-donde vamos? —Se atrevió a preguntar.
—Oh, a un sitio que conoces muy bien. —Ese tono tranquilo y relajado asustó a Gumball más que ningún otro tono lo hubiese hecho.
Cada vez que giraban una esquina, cruzaban una calle o daban la vuelta a una manzana, el gato azul tenía más claro a dónde iban. Solo que no se atrevía a pensar que ese "primer acto" de maldad pudiera ser en la casa de su amada.
—¡Penny! —Gritó la mujer a su hija desde otra habitación—. ¿Te has lavado los dientes después de cenar?
—No aún, mamá. —Respondió la cambiaformas.
—Pues no te olvides de lavarlos antes de acostarte —Dijo esta vez en frente suyo.
—Por supuesto que no... —Penny salió de la cocina hacia su habitación.
Allí tenía una estantería llena de libros. Lo único que le apetecía era coger uno nuevo y comenzar a sumergerse en la lectura. Y es que no hay mayor placer que terminar un libro y tener libertad para elegir el siguiente que vas a devorar.
Se quedó admirada, estudiando cada libro que no había leído aún, y se fue de su mente la idea de lavarse los dientes. No le apetecía en absoluto, le daba pereza dejar sin analizar esos tesoros que tenía guardados.
Pero la voz de Patrick la despertó de sus pensamientos.
—¡Penny! ¿Has hecho caso a tu madre y te has lavado ya los dientes?
—¡No! Perdona papá, ahora mismo voy... —Se disculpó.
Abandonó su dormitorio y atravesó su casa hasta llegar a la entrada, que además de la puerta de entrada tenía conexión con el baño y el salón. Pasó dentro del baño, se echó pasta de dientes en su cepillo, y empezó a hacer su trabajo.
De repente, cuando iba a escupir la pasta de su boca, sonó el timbre de casa. Nadie más pareció oirlo, y ella corriendo se aclaró la boca y rápidamente fue a abrir.
Se dio una buena sorpresa cuando encontró a su querido novio que tanto amaba al borde del llanto.
—¿Gumball? —Preguntó confusa—. ¿Qué haces aquí a estas horas? ¿Y por qué estás llorando?
—Y-yo, lo s-siento Penny... —Gimió—. Me h-ha obligado.
—¿Obligado a qué? ¿Y quién? —Penny no entendía nada.
—K-k... K-kail...
Penny palideció al oír el nombre del enemigo de Elmore, y tras Gumball una sombra mucho más alta que el conejo odioso la esperaba.
El ambiente se tornó violeta, y el polvo que desprendía Kail era en realidad un virus. El mismo virus que él mismo era. Penny no tardó en respirarlo, y por lo tanto, en convertirse en la esclava del conejo morado-gris.
Gumball la miró, y aún se preguntaba por qué el polvo a él no le afectaba. Pero dejó de pensar en ello cuando sonó la voz inquebrantable de Kail, diciendo:
—Ahora, vámonos de aquí. Tenemos mucho que hacer.
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El juego (El asombroso mundo de Gumball) -Portada En Proceso-
FanficUna fiesta. Eso era lo único en que pensaban los alumnos del instituto Elmore High. Después de todos los líos y problemas que tuvieron la pareja de hermanos protagonistas, lo que más se merecían era un buen descanso. (aunque en la fiesta mucho no de...