PREFÁCIO

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Miércoles, 18 de noviembre, 1300 h.

A 5 días y 6 horas de la primera absorción de energía.

La misión estaba comprometida. Sabía que había sido seguida y ellos probablemente me iban a matar. Un sinfín de emociones comenzaron a drenar desde lo más profundo de mi ser acompañando la adrenalina que destilaba mi cuerpo. Sabía que solo era el comienzo. Prefería mil veces ser muerta en vez de ser atrapada por terroristas. Imaginaba todo el sufrimiento vivido por mis compañeros de la Marina en las manos de esos canallas y mi estómago se congelaba solo de pensar en lo que podrían hacer con una agente de la CIA. No tenía más tiempo para pensar sino para actuar. Sujeté el sobre amarillo con mi brazo izquierdo para no perderlo mientras intentaba desaparecer entre la multitud. Ajusté mi burka para cubrir mejor mi rostro y mi cabello mientras sentía que estaba siendo observada por cada ciudadano en las calles de Beirut. Observé como un taxista dejaba a un pasajero al otro lado de la calle y decidí entrar en el carro. Sin explicaciones, solo le dije "Arranca" en árabe. Me volteé desde el asiento trasero del auto y vi como dos SUV comenzaban a avanzar en nuestra dirección.

"Estoy comprometida, cambio." Le dije a Peter, mi analista, quien me observaba y escuchaba.

"Lo sé. Dos vehículos, tres sujetos armados en cada uno. ¿Tienes suficiente comida para ellos?"

"Insuficiente" Respondí mientras armaba mi Bersa Thunder.

"Te enviaré ayuda. Vuelve al primer punto y finaliza la misión. El blanco está ahí."

"Entendido, cambio y fuera."

Le apunté a la cabeza a mi chofer y le dije: "Maneja como si el mismísimo diablo te estuviera persiguiendo y llévame al hotel Bela Rive en la calle Caracas".

Mi chofer asustado fue tomado repentinamente por la emoción de la persecución y solo me gritaba "No me mate por favor, tengo una familia..." Le grité que se callara y que manejara rápido.

Él condujo aproximadamente dos kilómetros por las estrechas calles de Beirut, rezando en murmullo para no atropellar a nadie en el camino. Pasó varios semáforos en rojo y por un momento pensé que habíamos perdido a las camionetas, pero ellos conocían mejor la ciudad que mi taxista y nos interceptaron cuando estábamos a dos cuadras de mi destino. Abrí rápidamente la puerta contraria a ellos y salté del carro todavía en velocidad. Caí rodando en el asfalto y me escondí debajo de un camión de frutas estacionado en la esquina. Sin foco, observé con mi visión periférica una de las camionetas explotando y acabando en llamas mientras se oían disparos. La populación ya estaba en pánico. Me arrastré por toda una fila de tres carros hasta que sentí una mano atrapando mi pie derecho. Inadvertidamente, me volteé sobre mi espalda y le apunté en la cabeza a quien me sujetaba el pie. Era Josh.

"Ven conmigo" Me dijo y obedecí al instante.

Los terroristas ya estaban a pie detrás de nosotros mientras intentábamos finalizar la misión, pero ya se había convertido en algo imposible.

"Águila vamos solo por la prueba, cambio" Le dijo Josh a Peter mientras corríamos.

"Entendido. Tienen quince minutos para llegar al punto de extracción, cambio y fuera." Peter nos respondió.

Cruzamos la calle Caracas, elevé mi mirada en dirección a la ventana del cuarto de hotel donde pasé casi veinte horas inconsciente y fue ahí donde lo vi por primera vez. El tiempo se detuvo y me sentí dentro de una tormenta de arena. Kalim Assaf estaba parado en la ventana en inercia hasta que se topó con mi mirada. Percibí como todo su cuerpo se tensó cuando me vio. Su mirada desafiante e intrigantemente perturbadora me congeló hasta los huesos. Hasta ese momento no sabía que el terrorista más temido del mundo me quería. Sádicamente me arrojó un beso con su mano. Aproveché su tormenta de pensamientos para salir de la mía y discretamente, le tomé una foto con mi celular.

"¡Entra!" Gritó Josh dentro de un carro que acabara de robar. Obedecí. "¿Conseguiste la prueba?" Me preguntó.

"Sí".

Nos alejamos rápidamente del hotel. Josh manejaba estrepitosamente mientras los hombres de Kalim nos seguían. Comenzaron a dispararnos y las balas rebotaban en la carrocería. Una de ellas quebró el vidrio trasero del carro y entró en el hombro derecho de Josh.

"¡Mierda!" Gritó.

Me volteé mientras les disparaba de regreso, aun sabiendo que nosotros no teníamos chance, dependíamos de la audacia que Josh le diese al volante. Matar a Kalim Assaf era nuestro objetivo y todo lo demás era circunstancial. Eso era lo que yo pensaba en esa época. Lo más importante en ese momento era salir de Beirut vivos y llevar el misterioso cuaderno escondido en el sobre amarillo a Langley. Conseguí acertar en el neumático de uno de las incontables SUV detrás de nosotros, cosa que le hizo volcarse por completo alcanzando a un segundo carro de terroristas, lo que nos dio tiempo suficiente para escapar.

Llegamos a un área remota con una pista aérea donde estaba Peter esperándonos junto a un jet privado con los motores encendidos para volar en dirección a Tel Aviv. Josh estaba sangrando, lo agarré del brazo izquierdo y lo ayudé a correr en dirección al jet. Entramos, me senté, cerré los ojos y respiré profundo contando hasta treinta para calmar mis temblorosas piernas sin que Josh ni Peter se dieran cuenta; en ese momento despegamos.

RADIOACTIVA - BlackoutsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora