X. JULIET

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Domingo, 22 de noviembre, 800 h.

A 1 día y 11 horas de la primera absorción de energía.

Era mi primera vez en Los Angeles. Abrí los vidrios del carro y le pedí al taxista que apagara el aire acondicionado. Quería sentir la brisa del Pacífico. Había congeniado con Brad. Le gustaba hablar sobre el Hawker 800 que pilotaba. Conversamos durante todo el vuelo y lo convencí de que me llevara hasta LA después de dejar a sus pasajeros en Las Vegas. Aceptó solo con la condición de que yo pagara los costos con el combustible de esa hora adicional de viaje. Él tenía que volver a Washington porque tenía que estar allá el lunes en la noche. Me preguntó si quería volver con él al día siguiente en la tarde. "Eres muy amable, pero no voy a regresar." Él iba aprovechar para pasar el día en casa de un familiar que no veía hacía años.

El taxista se detuvo al frente del Centro Médico Harbor en la calle W Carson. Volví a colocarme la gorra antes del salir del carro. Entré y pregunté por Matthew en la recepción. Me preguntaron mi nombre y no quería darlo, a lo que respondí: Fifian. Así me llamaba él durante el tiempo que estuvimos juntos en Islamabad. Era como los paquistaníes me decían.

Fui conducida a un laboratorio privado al lado del Laboratorio de Imagen Nuclear. Él me estaba esperando en la puerta. Me abrazó, estaba complacido de verme.

"¿En qué clase de problema te metiste esta vez?"

"Uno del que creo no poder salir nunca."

El laboratorio era amplio. Tenía varios equipos y una pequeña mesa de vidrio con tres sillas. Me hizo sentar en una de ellas.

"Antes de comenzar a explicarte que he descubierto, dime que es lo que pasa." Me ordenó.

"Estoy siendo perseguida por la CIA y por un grupo de terroristas."

"¿A qué te refieres?" Me miró desconcertado.

"Esto que tengo, fue inoculado en mí cuando apenas era una niña."

"¿Eras un conejo de indias? ¿Qué rayos... ¿Quién te hizo esto?"

"Mi madre."

Con las mejillas rojas, Matthew permaneció en silencio. No entendía. Le expliqué lo que había pasado en esa época y lo que había acontecido en esa última semana. La verdad era que tampoco yo entendía. Sospechaba que la Agencia ya tenía sus planes conmigo mucho antes de hacer mi solicitud de ingreso. Tal vez estaban esperando el momento cierto para utilizarme en la misión a Beirut. No había manera de que el profesor Ahmad no me reconociese o no quisiese hablar conmigo.

"Lamento mucho que no pudieras traer esas páginas contigo."

"Yo también. Créeme que eso quería."

"Es difícil digerir toda esta información. Dices entonces, según las notas de tu madre, ¿tu cuerpo duerme para poder eliminar la producción de moléculas?" El anotaba todo lo que yo le decía.

"Algo así."

"¿Cuáles moléculas eran estas?"

"No lo sé. Me imagino que debe referirse a la unión del curio con mis leucocitos."

"Entiendo. ¿Y que los radicales libres dentro del núcleo del radioisótopo que está dentro de tu cuerpo te protege de alguna forma?"

"Si. Pero eso no lo entendí bien."

"Creo que estoy comenzando a juntar las piezas del rompecabezas. Mucha de la información que me has dado, tiene relación con los resultados obtenidos de algunos testes que hice con tu muestra de sangre."

RADIOACTIVA - BlackoutsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora