VIII. HOTEL

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Jueves, 19 de noviembre, 1300 h.

A 4 días y 6 horas de la primera absorción de energía.

Bajé las escaleras mecánicas del aeropuerto internacional de Dulles en Washington con el estómago congelado. Mi respiración se aceleraba al ritmo de las pulsaciones cardiacas. No podía ver lo que me esperaba en las próximas veinticuatro horas y eso desmembraba mis neuronas. Solo podía pensar en las páginas del cuaderno con los testes treinta y dos, treinta y tres y treinta y cuatro en mi ropa interior. Las había arrancado antes de aterrizar a espaldas de mis compañeros. Deseaba salir huyendo con el cuaderno entero en la mano, pero vi que era imposible después de detectar un escuadrón de la Agencia en la pista de aterrizaje. ¿Qué tanto ya sabían? No estaba segura de lo que Josh y Peter le habrían comunicado a McNamara, de lo que sí estaba segura, era de que mi vida había dado un giro radical. ¿Qué clase de madre haría eso con su propio hijo? Siempre estuve orgullosa de ella, siempre fue mi heroína... hasta ese día. Por eso la mataron. Estaba loca.

Fuimos escoltados por dos agentes hasta las instalaciones de Langley. No dije una sola palabra en todo el camino, ni Peter, ni Josh. Al entrar al elevador que nos llevaría directamente a McNamara, cerré los ojos, respiré profundo y conté hasta treinta en mi mente. Tenía que buscar la forma de esquivar todas las preguntas posibles, pero dependía mucho de Josh y Peter. Uno de los agentes los hizo bajar en el segundo piso y el otro siguió conmigo.

McNamara me recibió con un fuerte apretón de manos en una sala de interrogación. Llevaba el sobre con el cuaderno dentro en la otra mano. Observé rápidamente a mí alrededor y esta vez, no había ventanas ni luz del sol donde nos encontrábamos. El lugar estaba completamente sellado y sentí escalofríos en la parte baja de mi columna cervical. Había un espejo en una de las paredes por donde otros agentes seguramente estaban observando. Una mesa fría de hierro estaba en el medio junto a dos sillas. Una de cada lado. Él me invitó a sentarme.

"Bienvenida Vivienne."

"Gracias." Dije mientras que le entregaba el cuaderno de mi madre totalmente contrariada por dentro. Me senté despacio mientras intentaba controlar mis piernas.

"Me alegra que el viaje haya sido fructífero."

Tomó el sobre y ávidamente sacó el cuaderno. Colocó sus gafas y se sentó en la otra silla.

"¿A dónde llevaron a Ackerman y Donald?" Pregunté mientras me hacía parecer confortable. Necesitaba controlar mi cuerpo así que me relajé en la silla. Crucé mis piernas y mis brazos mientras hacía estiramientos en mi cuello.

"¿Dolores en la espalda?"

"Digamos que fue un viaje agitado." Estiré mis hombros y coloqué una de mis manos encima de la mesa.

"Ackerman fue llevado a la enfermería por su hombro, por cierto, buen trabajo el que hizo retirándole la bala."

"No fue nada."

"Donald fue a otro interrogatório como este. Es solo rutina Vivienne. Nada de qué preocuparse."

"Claro. Sin problemas."

"Dígame. ¿Cómo fue la conversación con el profesor Ahmad?" Me preguntó mientras leía las primeras páginas del cuaderno.

"Fue complicado hacer contacto. No quería recibirnos por las buenas. Hubo un momento en que lo observé espiándonos por la ventana de la sala, al lado de la puerta de entrada. Josh intentó forzar la puerta y fue ahí donde él se alejó y corrió a reforzar la entrada. Aproveché y entré por la parte trasera de la casa." Relajé mi voz y me sentía confiada otra vez.

RADIOACTIVA - BlackoutsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora