VI. FOXTROT

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Martes, 17 de noviembre, 600 h

A 6 días y 13 horas de la primera absorción de energía.

Estaba extasiada viendo el amanecer desde la ventanilla del avión. No había pegado un ojo en toda la noche y estaba en medio a una batalla aguerrida con mi cuerpo para no quedarme dormida. Estuve todo el día lunes en Langley en trabajo de oficina, haciendo mis primeros oficios referentes a mi nuevo trabajo y siendo entrenada sobre los protocolos de misión en campo. Peter estuvo conmigo todo el tiempo. No vi a Josh en la agencia ese día y me preguntaba dónde podría haber estado. Fue ahí donde descubrí que me importaba. Me enojé conmigo misma por dejar crecer algún tipo de sentimiento cuando no lo quería. Me sentía inestable y ya no me conocía más. Josh estaba sentado a mi lado en silencio. Mal conversaba conmigo y eso me intrigaba. No lo podía descifrar tan fácilmente.

"¿Hace cuánto que estás en la Agencia?" Pregunté.

"Seis años. Operaciones."

"¿Y antes de eso?"

"Es clasificado."

"Entiendo. ¿Tienes familia? ¿Madre, padre, esposa, hijos?"

"No."

"No te vi ayer en la agencia."

"No estaba allá."

Me miró de reojo y suspiró cansado de mis ridículas preguntas. Desistí. Si existía alguien en el planeta con quien yo quisiese conversar por primera vez en toda mi vida, ese alguien estaba destinado a ignorarme completamente. Desvié la mirada nuevamente al amanecer. Tal vez así se sentía Naty o el Coronel Ross o Alexa de vez en cuando. ¡Qué ironía!

"No te estoy ignorando. Estoy intentando mantener los límites." Y me dijo eso casi como leyendo mis pensamientos.

"¿Límites?"

"Te aseguro que no quieres tener esta conversación conmigo. No nos conviene." Tenía razón.

"Tienes razón."

Estuvimos en silencio el resto del viaje hasta que me quedé dormida.

Miércoles, 18 de noviembre, 400 h.

A 5 días y 11 horas de la primera absorción de energía.

Me desperté ahogada en mi sueño repetitivo. Peter se levantó del susto del sillón de la habitación donde estaba dormido. Mi cabeza giraba sin parar y comencé a buscar mi teléfono. Me senté en la cama e intenté sentir el piso bajo mis pies.

"Vivienne, despacio." Me dijo Peter, quien se aproximó a mí e intentó devolverme a la cama. No veía mi teléfono por ninguna parte.

"¿Dónde está mi celular?"

"Está con Josh."

"¿Hace cuánto que estoy dormida?" Pregunté mientras lo aseguraba firme por el pulso izquierdo.

"Creo que hace más de veinte horas."

Sentí náuseas. ¡Maldito blackout, maldito cuerpo! Estaba demasiado enojada conmigo misma y en el límite entre la cordura y la razón. No quería llorar al frente de Peter y aseguré cada lágrima en un grito ensordecedor dentro de la almohada. No dije más nada. Lentamente me levanté y fui al baño. ¿En qué momento me había quedado dormida? No lo recordaba bien. Llevaba solo la misma ropa interior negra que me había puesto para viajar y la pulsera que Alexa me había colocado. Me duché y salí cubierta de toallas nuevamente al cuarto de la habitación de hotel donde estaba. En ese momento, un Josh furioso entró al cuarto.

RADIOACTIVA - BlackoutsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora