Era demasiado triste pasar una navidad sola. No era la primera, pero jamás voy a acostumbrarme.
Simplemente me entristece ver a todas las familias poner todas esas decoraciones. O verlos divertirse.
—¿Segura que no quieres venir a mi casa?, a mi madre no le molestará, le caes bien— vuelve a insistir.
—Clay te dije que no te preocupes, solo es una noche sola y ya.
—¡Pero es Navidad!— exclama —Nadie debería pasarla así.
—No es la primera vez, ¿si? Y es totalmente normal, no voy a ponerme triste, no me molesta.
—____....
—Pasala bien, Clay.
Me inclino a él y lo abrazo por el cuello. Clay envuelve sus brazos en mi cintura. Lo hacía inseguro, aun era tímido. Pero cuando ya lo estaba haciendo, me hace sentir muy alegre, feliz de tenerlo a mi lado, y querida.
—No dudes en llamarme, ____— deja un beso sobre mi cien.
—Claro.
[...]
La hora se acercaba, todavía ni había preparado algo para cenar, solo me quede sentada en el sofá tragando cualquier porquería de la alacena.
11:35
¿Y que hago ahora?, quizá tuve que aceptar la petición de Clay y no haber sido tan terca. Al menos con su familia también me sentía querida.
Alguien toca el timbre, me da tanta pereza levantarme, pero lo hago cuando los llamados son más insistentes. Me levanto y casi arrastrando los pies me dirijo a la puerta. .
—¿Clay?. —le sonrío— ¿Que haces aquí?, son casi las doce.
—Eh... Tengo algo especial para ti. —dice mientras toma mi mano— Es en nuestro lugar especial.
—¿De verdad?.
Clay siempre fue detallista, no podía compararse a ningún otro chico con el que había salido en el pasado. El tiene algo especial, jamás podré comprender como es que me tiene perdidamente enamorada, como nunca me sentí con alguien mas.
—Cariño...
—¿Nos vamos?.
A modo de respuesta cierro la puerta con las llaves, las que guardo dentro del bolsillo de mi abrigo.
Siempre que salimos debemos movernos en bicicleta, en la de Clay. Es incómodo pero divertido.
En el transcurso ninguno habla, solo me dedico a mirar como mi bufanda revolotea detrás de mí. Me aferro a su cintura y descanso mi cabeza sobre su espalda.
—¡Llegamos!. —deja la bicicleta sobre el tronco de un árbol.
—Este lugar es el mejor. No cabe duda —me acerco más al borde.
Veo que se acerca a unos arbustos, saca una canasta y un mantel. El último lo tiende sobre el suelo.
—¿Un picnic en la noche?, ¿con una hermosa vista?, ¿junto a mi chico?, ¿al que amo con todo mi ser?. —No evito desprender una sonrisa— ¡Esto no puede ser mejor!.
Me abalanzo a el, lo abrazo con todas mis fuerzas. Simplemente no puedo dejar de abrazarlo.
—Me alegra que te guste, ____. Yo también te amo. —susurra en mi oído, viéndose tierno— Eres lo mejor que me ha pasado.
Unas simples palabras me hacían sentir más de lo que sentí en cualquier otro momento. Porque lo decía Clay.
