(PEDIDO)
Tyler era raro, demasiado. Algunos días pasaba la raya, y hoy es uno de ellos.
—Entonces... —insisto— ¿Me trajiste aquí para nada?.
—¡No! En realidad... quiero decirte algo importante. —pasa su mano por su cabello apenas rizado— Tu...
—Dilo, sea lo que sea. No pasará nada malo.
Siempre fue raro conmigo, desde hace un par de semanas. Consideraba que algo diría al respecto, tarde o temprano. Pero no me haría ilusiones. ¡Era muy raro! ¿Quién sabe?.
—Te lo prometo, TyTy. —adoro llamarle así.
—Tu... Me... ¿consideras tu mejor amigo?. Solo pregunto, simple curiosidad.
Mierda, Tyler. Si el no da el primer paso, yo no lo haré tampoco.
—Que pregunta más estúpida. —le hago saber— Eres mi mejor amigo. Y te amo.
¡Vamos otra indirecta!.
—¿M-me amas?.
—¡Si!, te amo.
Lo miro durante un rato. Tyler aparta su mirada, se pone nervioso. Sus blanquecinas mejillas vuelven a tomar color. Un tierno rosa.
—¿Hay algo que quieras decirme?.
—N-no. Vamos a clases. —asiento con la cabeza y nos vamos juntos— Ten suerte en tus clases.
Lo veo alejarse, y me doy cuenta. No puedo soportarlo más. Se que ambos sentimos lo mismo, se que el quiere dar el primer paso pero se queda en el pobre intento.
[...]
Otra vez, me citó, esta vez en Rosie. Cuando llego lo busco con la mirada, lo veo en una de las últimas mesas, con su ropa muy impecable, con su cabello algo alborotado.
—Hey.
—Hola, ____. —me devuelve el saludo, con una sonrisa en su rostro— ya ordené tu batido favorito.
Es muy caballeroso. Me hacía favores aunque yo no se los pedía, muchos pensarían que me aprovecho de el. Pero jamás lo haría.
—¡Gracias!, ¿de fresa?. Demonios, Tyler me conoces muy bien.
—Son pequeños detalles que tomo en cuenta.
—Ahora, Tyler no des más rodeos, ¿bien?. —el asiente, tan rápido que incluso sus rizos se mueven— ¿Que quieres decirme?.
Se puso nervioso, sus mejillas se ruborizan, y rasca su nuca. Esta nervioso.
—Quiero que lo digas rápido, sea lo que sea. Ten confianza conmigo. Nada malo pasará.
—No es tan fácil.
—Sólo dilo. Creo que ya se que es.
—¿L-lo sabes?. —pregunta, le respondo encogiendome de hombros, no estoy segura— Tu, me... gustas.
Lo dijo casi en un susurro, pero logré escuchar. Sentí como, sin poder evitarlo, en mis labios se formaba una sonrisa.
—Lo sé.
—¿Y... Que piensas al respecto?.
—Pienso, que deberías pedirme que sea tu novia.
Sin dudarlo esta vez, toma mi mano y entrelaza nuestros dedos.
—¿Quieres ser mi novia?.
—Por supuesto.
Lo había hecho, se declaró, y todo salio como esperaba.
