Montgomery de la Cruz

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  Y volvemos con lo hot che

— Margott y Montgomery —dice la profesora finalmente— Harán el trabajo juntos.

    Los dos nombrados se mira con arrogancia. Incluso con una mueca de enojo y asco a la vez.

   El timbre suena, Margott prepara sus cosas en su mochila y se dirige a la puerta.

— Mañana en mi casa, a las tres —alcaza a decirle Montgomery— Más vale que vayas, no quiero desaprobar.

— Cállate, tampoco me agrada esto de hacer el trabajo contigo —aclara ella.

— Claro, todos sabemos que te mueres por ir a mi casa —se burla mientras le guiña un ojo.

— Eso te gustaría idiota.

[...]

    Antes de tocar la puerta, revisa bien la dirección que tenía escrita en su teléfono. Y en efecto, era aquella. Pero en cuanto decide tocar, la puerta se abre, una mujer sale apresurada.

— Eh.... Hola, ¿Está Montgomery?.

— ¡Hola! Si, es mi hijo, ¿debían reunirse?.

— Así es, haremos una tarea.

— No tenía idea —dice la señora suspirando— Recién se estaba preparando, ese flojo... Puedes pasar, debo irme a trabajar.

— No hay problema, señora.

    Las dos se despiden amablemente, luego de que la madre de Montgomery le indicara el cuarto de su hijo.  Entra con un poco de vergüenza, enojada también.

   Abre la puerta, y ahí lo ve, durmiendo plácidamente entre sus sábanas. Junto a su mesa de noche logra ver unas revistas.

— ¡Despierta maldito! —grita Margott con enojo— ¡Ya son las tres jodidas horas de la tarde!.

    Ella ríe sarcástica.

— ¿Alguien se quedó viendo cosas raras hasta tarde, no? —Mira con asco las revistas— Claro, si son mujeres da igual.

    De repente, Montgomery se encontraba frente a ella, con una expresión que daba un poco de miedo. Pero la suplanta por una pequeña y sarcástica sonrisa.

— Yo me largo.

    Pero el chico toma su muñeca en el aire y la obliga a voltear, luego de un empujón la tira a la cama.

— ¿Qué? —pregunta Margott intentando ocultar su sonrojo.

— ¿Tú que sabes sobre mi? —le devuelve la pregunta— Dijiste que si era mujer cualquiera estaba bien para mi. Eso me molestó, ¿Sabes?.

    Margott, dispuesta a salir de aquella situación, voltea dándole la espalda y apunto de bajar de la cama, pero el es más rápido y hunde su rostro en la almohada.

— Tú, no eres cualquier mujer —le susurra, con los labios sobre su cuello.

— ¿¡Que harás?! —pregunta Margott.

      Ella quería oponerse, pero algo le impedía hacerlo.  Porque en su interior si que quería. Pero lo que no quería era ser una mas en la lista de Montgomery.

    Lanza una patada hacia el torso de Montgomery, junto a un puñetazo, pero el fácilmente detiene su mano. Y lleva su mano libre a la zona íntima de Margott.

— ¡M-Montgomery! —intenta gritar, pero se convierte en casi un gemido.

   Con más facilidad ella se levanta, aun pegada al cuerpo de Montgomery. El adentra su mano por la camiseta de Margott.

     Estaba cegada por el placer, toda su situación le daba cierta satisfacción.

— ¡No quiero ser una mas! —intenta decir, siendo interrumpida por sus propios gemidos.

— ¿Crees que lo serás? —besa su cuello— Aunque no puedas creerlo, eres diferente. Solo te molesto porque quiero que me prestes atención.

     Con esas simples palabras, Margott deja de forcejear contra el. Sonaba sincero, y ella también lo deseaba.

    Montgomery la deja con delicadeza, la apoya sobre la almohada, dejándola a su disposición.

— Dame esta oportunidad.

— Sólo porque... Me estas volviendo loca, ¿Sabes?. —el chico ríe.

    El obedece a aquella señal, y baja sus pantalones, bajando con el el suyo. Margott ayuda quitándose la camiseta. Ahora el hace igual con su ropa interior.

    Montgomery se encendía fácilmente con solo verla. Entonces lo hizo, se adentró en ella con lentitud,  disfrutando del simple movimiento.

— M-Monty —era la primera vez que lo llamaba así.

    Comienza a moverse lento, luego con rapidez por petición de la chica. Da fuertes embestidas, mientras deja escapar largos y sonoros gemidos mezclados con los de Margott.

    Desliza sus manos por su cintura, intensificando la fuerza que ejercía, aun con el miedo de poder lastimarla. Pero solo continúa, dejándose llevar por la excitación.

    Hasta que todo se vuelve mejor, los gemidos no cesan, y se escuchan por todo el cuarto.  Finalmente llegan juntos. Se dejan caer en la cama rendidos, aun con la sensación anterior.

— Jamás vas a ser igual que las otras, tu eres diferente —susurra.

     Margott no logra escucharlo, porque, aún más exhausta que Montgomery, va cerrando sus ojos poco a poco.

    El cubre su espalda desnuda con la sábana, y la abraza.

    Y el fue muy sincero, todo cambió para ellos. Formalizaron su relación, lograron llegar a más.

     Antes podían parecer los peores enemigos, pero ahora eran la mejor pareja de Liberty.

   Un cambio muy drástico.




   

   









One-Shots 13 reasons why?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora