Capítulo 7 Estúpidas Inseguridades Mundanas

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- ¿Seguro estarás bien?

- Ya vete, dobe. Se cuidarme yo sólo.

- No niego eso, sin embargo eres sólo un crío - dijo observando el menudo cuerpo del azabache.

- No soy un crió. Estoy bien mayorsito para tener que cambiarle pañales a viejos dobes como tú.

- ¡Hey! No soy viejo, tengo veintidós.

- Y yo no soy un crió, tengo tu misma edad.

- ¡¿Que?! - vocifero escandalizado e incrédulo a lo que le contaba el menor.

- Despertaras a todo el edificio, dobe - más éste parecía sereno. Un tanto irritado por el escandaloso rubio, pero tranquilo a final de cuentas.

- ¡Eres un mentiroso, te crecerá la nariz como a pinocho!

- Y tú un atolondrado que llegará tarde al trabajo - comentó con otra rima, casi divirtiéndose con las ocurrencias del rubio. Claro que conocía la historia de Pinocho, en su gran biblioteca se hallaba guardado el libro entre otros cuentos mundanos que su madre le obsequiaba - apresúrate ya, dobe - lo empujaba por la espalda hasta la puerta.

-¡Esto no se quedar así!

Una vez traspasó el marco giró su cuerpo quedando frente al menor, lo tomo del mentón posteriormente para alzar su rostro y poder ver esos bellos onixs. Sasuke ahora medía un metro cincuenta y nueve, mientras que Naruto lo sobrepasaba por mucho con un metro noventa y cinco. Se inclino a su nivel lentamente, disfrutando de la cara enrojecida del menor con cada centímetro de proximidad.

- Cuando llegue de trabajar hablaremos de tus engañitos Usagi-chan - musitó por lo bajo, con un tono de voz seductor y divertido. ¡Como le encantaba picarle!.

-¡Que no me digas...!

Un Casto beso callo las réplicas de un alterado azabache. Naruto se aprovechó de las altas horas de la mañana para no ser visto por los vecinos. Quienes vieran la escena poco decorosa entre un adulto y un adolescente, se ganaría un buen lío. Al menos ante los ojos de Naruto era así.

El beso fugaz dejo pasmado a Sasuke, así que tomo ventaja para marcharse por el pasillo,  bajando luego las escaleras entusiasmado por su travesura. Se sentía como un niño otra vez, al borde de la adrenalina y con los latidos de su corazón queriendo romper su caja torácica. Mucho tiempo a pasado desde que no saltaba de felicidad. Y todo por ese azabache que lo traía loco.

- Estúpido, dobe - dijo muy lejos de mostrarse irritado, de hecho una vez salió de su asombro una sonrisa se dibujo, involuntaria, en sus facciones.

Se la pasó toda la mañana en el apartamento del rubio haciendo desastre, pero no uno de los que te pones en plan a desordenar al puro estilo huracán, nada que ver con él. Inspeccionaba cada cosa de la casa. La comida era diferente a la de su mundo, sin embargo reconocía ciertos alimentos, ya que su madre solía usarlos para preparar raros platillos sumamente deliciosos. La ropa en el armario le resultaba muy extraña como sencilla, nada comparada a las elegantes y bien confeccionadas de su guardarropa. Unos aparatos que generaban imágenes o música llamaron su atención, emocionado los reconoció por los libros que leía: una tv, una radio y una copu... ¿Coputora?... Algo así. Igual era emocionante apreciarlos.

Las imágenes en la televisión lo traían maravillado; un canal de la vida salvaje mostraba paisajes hermosos y animales que primera vez en su vida veía, tal vez no en persona, sino a través de una caja mágica pero, igual era algo excitante.

Así estuvo hasta llegar la tarde que decidió aventurarse a la calle y cobrarse unas cuantas riñas con un gato fuera del apartamento. En varias oportunidades el felino se aprovechaba de su tamaño y le quitaba algún alimento que encontraba de la basura. Si, no estaba orgulloso de recordar esos alimentos asquerosos, pero era eso o morir de hambre, aunque batalló con el felino en varias ocaciones. Su sonrisa se ensancho por la venganza.

Watashi No Shiisai UsagiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora