Capitulo 11 Mente de cristal

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El mundo mundano, el planeta tierra... como sea que quieran nombrarlo, no era su lugar preferido para vivir, pero se forzó a acostumbrarse al estilo de vida humano.

Más de diecisiete años han pasado desde ese trágico día y aún lo persigue como recordatorio del daño que les causó.

Dolor, arrepentimiento, culpa, tristeza... Siempre cargando en sus hombros. Pero debía ser fuerte, tenía que ser fuerte, se lo debía y por él es que aún no se entregaba a la muerte a reencontrarse con su amada. Ella nunca le perdonaría si le abandonaba, aún siendo ya un adulto que no dependía más de su protección, estaba seguro que se enojaría.

Trabajo duro para llegar hasta donde estaba, paso por muchas incertidumbres que obstaculizaban su avance, pero no se rindió, aún tenía amigos que lo ayudaron incluso estando en una dimensión distinta. Muchos de ellos le recomendaron hablar con las personas correctas, algunas amables, otras no tanto. Sin embargo su carisma era su arma más poderosa. Haciéndose dependiente de ésta consiguió los trabajos que requiera para sacar a su hijo adelante, el cual había cambiado muchísimo. No sabría decir si en el buen sentido.

Ahora era el dueño de su propia corporación, con una buena casa, el dinero ya no era un problema y su hijo está bien resulto. El mencionado era el segundo al mando, hacia bien su trabajo, vivía de la independencia en su propio apartamento y era un hombre hecho y derecho. Todo iba tal como debía. Su hijo jamás debía saber la verdad. Y así pretendía que se quedara, hasta que le encomendaron ésa misión.

Suspiro frustrado. El tener que llevar una doble vida era agotador, más aún mantenerlo oculto ante la sociedad e incluso de su hijo pero, era su obligación, su deber, su deuda.

Aquella familia los salvó en su oportunidad cuando la suya fue brutalmente exterminada. Las razones jamás las dieron a entender, sólo vinieron en masa arrasando con su hogar, asesinando a todos los que llevaban su apellido. Fue una total masacre.

Él y su mujer en la cueva, cuidando de su nuevo retoño. En aquel entonces tenía tan sólo seis años de edad, era hiperactivo, soñador, revoltoso, alegré, siempre con una sonrisa en su rostro angelical...Totalmente opuesta a las falsas que ahora mostraba.

Cuando entraron aquellos monstruos hellhound pensó que era todo. Luchó a dientes y garras para lograr distraerlos mientras su esposa corría con su hijo en brazos a ocultarse. Le angustiada pensar que esa sería la última vez que los vería, ya que uno de los monstruos salió tras de ella aprovechando que los otros le tenían en desventaja. Es decir, ¿Cinco contra uno? ¿De verdad? Malditos desgraciados, pagarían caro por lo que les hicieron.

Aunque, en realidad él sentía que merecía todo aquello. Jamás debió traerla a su mundo, ella no debió enamorarse, no debió seguirle y él no tenía que haberlo permitido. Pero esa mujer, esa criatura tan radiante, llena de vida, simpática, y hermosa... Muy hermosa. Fue su perdición, y ella la de él.

Recuerda estar a punto de darse por vencido, las fuerzas le abandonaban, también la esperanza. Su cuerpo ya no aguantaba, la sangre brotaba de las heridas, su visión estaba borrosa, el aliento le fallaba.

Moriría, estaba seguro de eso, hasta que él apareció.

Un círculo de fuego los rodeaba, los hellhound se quemaban entre llamas rojas y naranjas, mientras que él tumbado en el suelo apenas divisaba lo que pasaba. Aullido y alaridos vociferaban las criaturas. Silencio junto con las llamas cesaran, dejando cenizas a su paso.

Unos pasos se aproximaron con lentitud, deteniéndose justo frente a él. No podía distinguir su rostro se hallaba demasiado débil para elevar su rostro del suelo al cual cayo irremediablemente, pero su voz, aquella voz jamás la olvidaría. Después de todo, era su salvador.

Watashi No Shiisai UsagiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora