Capitulo 2. ¿Fantasía o Realidad?

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Abrió sus ojos molestos por el constante repiqueteo de su despertador anunciando que eran las cinco de la madrugada. Busco el aparato a tiendas con su mano en la mesita de noche al lado de su cómoda para acallarlo de un golpe. Con parsimonia se sentó en la cama, las cortinas estaban cerradas así que no entraba mucha luz, algo que agradeció internamente. Bostezo estirándose con pereza, dirigiéndose luego con desgana - colocándose sus pantuflas de conejo - al baño a darse una ducha fría que lo ayudara a despertase por completo. Terminado su aseo se vistió con su típico traje gris de oficina y salió a la cocina a por algo rápido para comer; lo cual consistía en un sándwich que apenas tenía mantequilla untada.

Se sirvió una taza de café cargado y puso los panes a tostar al llegar. El sonido de la tostadora le indico que estaban listos, pero él se encontraba perdido con la vista fija en un rincón de la cocina - exactamente en una abertura del refrigerador - pensando en lo que paso la noche anterior, donde el protagonista era un pequeño humano de unos trece centímetros de altura, con orejitas y cola de conejo. Avanzo al lugar y se inclino tardando de ver por la oscura rendija. Nada fue lo que percibieron sus ojos. Ni los pañuelos que le dejo para que durmiera estaban.

Suspiro con pesar dando por hecho de que todo aquello que vivió no fue más que un producto de su imaginación. Un loco sueño después de un largo y agotador día de trabajo. Su atolondrada mente siempre le jugaba sucio, aunque la mayoría de las veces pasaba estando ebrio, así que no había más explicación que la laboral. Iba a levantarse cuando se quedo totalmente paralizado en su lugar al escuchar un...

- Se te queman las tostadas dobe.

Giro su cabeza rápidamente buscando al dueño de aquella voz tan conocida. No lo localizo al instante, hasta que al apuntar su visión al mesón lo vio de brazos cruzados cerca de la tostadora. Su corazón dio un vuelvo que lo dejo por unos segundos sin aliento. No se lo podía creer, era demasiado...

- Inverosímil - susurro por lo bajo, estoico aun en su posición con los ojos y labios bien abiertos como queriendo decir algo más que no salía.

- Cierra la bocota dobe se te van a meter las moscas.

- Tu... - estaba ido totalmente no creyéndose aun que esa criaturita estaba de nuevo ante sus ojos. ¿Era real, de verdad lo era? Porque si la respuesta era "no" y aun seguía dormido bajo sus sabanas no quería volver a despertar jamás.

- ¡USURANTONKASHI LAS TOSTADAS!

Fue como si todo se volviera en cámara rápida, no dándole tiempo de reaccionar al pobre conejito que luego de ver al rubio pararse y casi tropezar en el proceso, desconectar la tostadora jalándola de un tirón por el cable, tomando una tostada para metérsela en la boca murmurando algo inentendible mientras estiraba rápidamente su brazo al cielo mirando su reloj de muñeca, de un momento a otro se encontró flotando, siendo levantado por su franela azul.

Gruño, pataleo, lanzo palabrotas al enorme rubio sin tener éxito alguno, porque el grandísimo idiota lo había lanzado a su portafolio cerrándolo rápidamente dejándolo en la oscuridad, apretado entre unas carpetas. Golpe, tras golpe, tras golpe... ¡Maldito estaba corriendo a quién demonios sabe dónde y lo estaba aporreando en el proceso! Cuando saliera de ahí se las pagaría el muy imbécil.

Por otra parte el rubio seguía maldiciendo el llegar retrasado al trabajo mientras conducía su modesto Volkswagen Golf GTI años 2015. Nunca se retrasaba en su horario y hoy no iba a ser el día solo por haber visto a su adorada ensoñación. ¡Oh no! Se lo llevaría de ser necesario y así lo hiso. Después de conducir como un loco pasándose más de una luz roja a su paso llego al fin a su destino. Estaciono su auto en el aparcamiento del sótano, tomo su maletín y salió corriendo al ascensor del establecimiento. Ni si quiera en el interior se sentía tranquilo viendo con impaciencia los números que marcaba los pisos del edificio. Las puertas se abrieron y volvió a ver la hora en su muñeca.

Watashi No Shiisai UsagiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora