20- Gracias por Amarme

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~PDV NASTYA~

Jamás admitiría cómo fue que me enteré sobre lo que el médico dijo.
Cuando bajamos del taxi y vi el parque de diversiones quise ahorcarlo con mis propias manos. Si de algo estoy segura, a pesar de que no tenga mis memorias, es que odio estas atracciones. Miles de muertes se producen por subirse aquí.

—Te traje aquí para que vivas. —Su respuesta fue suficiente para volver a llorar, no quería dejarlo, no ahora que estamos bien.

—¿Cómo quieres qué viva en este lugar de muerte? —hablé entre llanto.

—No entiendo por qué lloras. —Levantó mi mentón y separó mis manos de mis ojos para que pudiera apreciarlo más.

—Lloro porque estoy viva —suspiré—, y porque estas a mi lado. —Ahora era él quien lloraba haciéndose el fuerte.

—Te amo. —Su beso fue suficiente para desnudar nuestros miedos, fue suficiente para dejar volar nuestros anhelos, su beso fue perfecto para dejarnos ser.

—Te amo. —respondí luego de separarnos por la falta de aire.

—Vamos. —Y tomó de mi mano para arrastrarme hasta el fondo del lugar.

El olor a dulce, a caramelo, a risa y a miedo, era una combinación extraña pero que resultó divertida.

Elian me arrastró de un lado para el otro mostrándome todos los juegos a los que me podía subir porque, según él, no eran peligrosos y mucho menos mortales.

Me negué tanto como pude, pero fue evidente que no fue lo necesario, y terminé arriba de un caballo verde en el carrusel junto a niños pequeños.

—¡Voy a matarte cuando baje! —grité para que supiera que lo decía enserio, pero él solo sonreía.

—En tus manos moriría gustoso. —No pudo esperar a que el carrusel se detuviera y se subió parándose frente a mi. No lo pensó y me besó.

—¡Elian! —Me saparé avergonzada—. Las personas nos están viendo. —Miré para todos lados tratando de cubrirme.

—No me importa ¡Que sepan que estuve tres años buscándote, y una vida entera enamorado de ti! —gritó sin importarle nada.

Las personas que estaban esperando a que el juego terminara para retirar a sus hijos comenzaron a aplaudir tras la confesión de Elian.

Mi cara fue escondida por su pecho, mientras que yo era rodeada por sus brazos.

—Nadie más que yo debería verte ruborizada. No dejaré que nadie se enamore de ti. —Me miró a los ojos luego de haberme susurrado esas hermosas palabras—. Eres hermosa sonrojada.

No pude articular palabra alguna, había quedado atontada y una leve molestia en mi pecho me hizo volver a la realidad. Le resté importancia creyendo que era por la vergüenza que había pasado, por lo que decidí callar.

—¿Tienes hambre verdad? —preguntó luego de sentir a mi estómago quejarse en voz alta.

—Nada que ver. —Cubrí automáticamente mi abdomen como si quisiera amortiguar el ruido, pero fue imposible.

—Claro que tienes hambre. —Ahí estaba de nuevo su risa melodiosa, la grabé a fuego en mis recuerdos—. No has comido nada desde anoche, ya que te fuiste queriendo hacerte la rebelde.

—De quién habrá sido la culpa. —Me crucé de brazos y miré para otro lado. Otro momento grabado a fuego en mi frágil memoria.

—Es que se te dio por pelear y no viste el desayuno que había preparado en la mesa. —Punto a favor de él, salí enfurecida y no me tomé la molestia de ver lo que hacía en la pequeña mesa.

—Eso no significa que no haya desayunado cuando me marché. —mentí orgullosa.

—No creo que hayas podido desayunar teniendo en cuenta el estado en el que te encontré…Así que vamos a comprar algo para almorzar. —Tomó mis manos y dulcemente me llevó hasta un puesto de comida.

Miré alrededor a todas las personas paseando por el lugar. Los niños pidiendo subirse a todos los juegos, amigos caminando y sonriendo, parejas tomados de la mano llenos de amor. Un dolor en el pecho logró que perdiera mi concentración, dolor que fingiría no sucedió.

—Aquí está, vamos a sentarnos por allá. —Nos sentamos en unos viejos bancos de madera que rodeaban una pequeña mesa adornada con un rupestre mantel a cuadrillé.

La comida no fue nada del otro mundo, comida típica de feria, pero el sabor estando al lado de Elian era afrodisiaco.

Dejé de comer para perderme en el brillo de su mirada. El sol dándole de lleno en los ojos lograba una iluminación hipnótica. Algo nuevo que guardar en mi memoria.

Al notar que lo observaba detenidamente su sonrisa se ensanchó y compitió contra el brillo del sol para ganar por el mejor resplandor. Otra vez la molestia en mi pecho.

—¿Estás bien? —Dejó de lado lo que tenía para sostenerme de los brazos, se ve que esta vez no lo pude disimular.

—Si, creo que quiero ir al baño. —Volví a mentir—. Quizás estoy por llegar a “esos días”. —Con el gesto de las comillas acentué la importancia en mi período.

—Vamos, te acompañaré. —Y eso hizo, me llevo de la mano hasta el baño de mujeres y se quedó esperando fuera.

Una vez dentro respiré profundo colocando cada una de mis manos al lado del lavado. No podía arruinarlo ahora, al menos debería aguantar hasta terminar la cita para ir al hospital.

Eso era lo que iba a hacer, iba a terminar nuestra cita con la mejor cara. Me acerqué al lavado y dejé correr el agua, junté mis manos y las dejé llenarse con agua fría para luego verterla sobre mi rostro. Con papel dejé atrás los rastros de agua y salí muy decidida.

—¿Estás bien? —Se acercó apresurado hasta mi, y es ahí donde lo vi, lo amaba incluso más que a mi vida.

—Si, no te preocupes. No fue nada grave. —Sostuve su mano—. Me subiré a todos los juegos que quieras.

~PDV ELIAN~

Al escucharla decir que se subiría a todos los juegos que yo quería, noté que algo pasaba y lo confirmé al ver cómo apretaba mi mano, así que decidí que le seguiría la corriente por un rato.

Pensé que se le pasaría, pero de verdad se subió a todos los juegos que le dije.

La tarde se fue despidiendo y la luna tomó su lugar en el firmamento como señora de la noche. Aún faltaba lo mejor de nuestra cita.

—Estoy tan agotada. —dijo al bajar de uno de los juegos.

—Espero que te queden fuerzas para un juego más. —Le sonreí.

—Uno más. —afirmó.

Caminamos tomados de las manos hacia un lugar apartado, un tanto oscuro y sin mucho ruido.

—¿A dónde me estas llevando Elian? —Su curiosidad simplemente podía ser encantadora.

—Tu sígueme, ya lo sabrás. —Y caminamos un poco más hasta llegar a donde tenía que suceder todo.

—¿Qué es todo esto? Aquí no se ve ningún juego. —Me miró algo extrañada.

—Cierra los ojos. —Lo hizo y aproveché para buscar el interruptor—. Ahora puedes abrirlos.

Cuando Nastya abrió los ojos, desde sus pies hasta la noria que nos esperaba impaciente, todo el suelo estaba cubierto de luces de pequeños focos.

Cuando salí en la mañana luego de que ella entrara al baño, vine hasta aquí para arreglar todo. Tuve suerte de conocer al dueño unos días antes, y al contarle nuestra historia no tuvo problemas para ayudarme con este pequeño detalle.

—¿Y ahora por qué lloras hermosa? —sequé una de sus lágrimas con mi pulgar.

—Es que es tan hermoso. —Trató de calmarse—. No se si es algo que ahora me gusta, pero siento desde el fondo de mi corazón que es algo que siempre esperé.

—Entonces no demoremos más y subamos. —La conduje hasta uno de los compartimentos que estaba perfectamente arreglado con jazmines y pimpollos de rosas blancas, sus preferidas.

Le hice señas al dueño y puso a girar la noria. Con cada movimiento hacia arriba más cerca de ella y su amor me sentía. Nastya miraba todo, asombrada como una niña pequeña pegada al vidrio veía el pequeño pueblo quedar a sus pies.

—Nastya… ¿Podrías escucharme un momento? —hablé para que me prestara atención.

—Elian…¡Esto es maravilloso! —Ella realmente estaba emocionada. La noria estaba en el punto más alto.

—Nunca te conté que mi amor fue a primera vista. Saliste de tu chequeo y al verte subir al ascensor me enamoré. —Ella miraba atenta a mis facciones—. Ese mismo día decidí que me casaría contigo, y te busqué, por Dios que te busqué, ya había vuelto loco a todos en el hospital para que me dieran tu dirección pero nunca pasó. —Podía ver el brillo en sus ojos—. Estaba por darme por vencido cuando te volví a ver y te seguí, apresuré nuestro encuentro en un día de lluvia, no soportaba más verte lejos de mí. —Su mirada me confirmaba que recordaba el encuentro.

—Si sigues hablando de eso no podré parar de llorar. —Y eso hizo, no dejó de llorar.

—Desde el momento en que nos besamos confirmé que me tenías en tus manos. No sólo mi corazón y mi cuerpo te pertenecían, también mi vida. —Me arrodillé frente a ella y extendí una pequeña caja que ella abrió lentamente—. ¿Quieres pasar el resto de tu vida a mi lado?

—Si quiero. —Cuando fue a abrazarme su rostro palideció y cayó derrumbada a mis brazos.

No podía pasar ahora, todavía no, aún teníamos mucho por recorrer, por vivir.

Desesperado le hice las señas que habíamos acordado al dueño para bajar, y en cuanto mía pies tocaron tierra corrí con ella en brazos hasta el hospital.

—¡Qué has hecho! —Gael estaba en la entrada, pero no presté atención a su recriminación.

Puse a Nastya en la camilla y le expliqué rápidamente al doctor lo que había pasado, no podía pensar con claridad y ver como se la llevaban no ayudaba mucho.

—¡Todo esto es tu culpa! —No vi venir el puño de Gael, debía admitir que pegaba fuerte—. ¡Nada de esto hubiera sucedido si no hubieses llegado aquí! —Otro puño cayó sobre mi rostro entumecido.

—¡Ella nunca te amaría! —La rabia que había estado acumulando entorno a su persona por fin explotó y era yo quien golpeaba esta vez.

—No podrías saberlo. —Lanzó otro puñetazo que pude esquivar.

—No tienes idea de cuánto conozco a Nastya. —Pegué fuerte un puño que dio en el borde de su barbilla.

Estuvimos un rato pelando y gritando hasta que el médico junto con el guardia de seguridad nos separaron y nos pusieron enfrentados en una sala mientras recibíamos curaciones.

—Se que ella no se fijaría en mi. —Gael habló al borde del llanto—. Pero no sabes el miedo que tenía cada vez que ella desaparecía porque no recordaba, el miedo que me provocaba ver que no estaba en casa, y lo angustiado que llegaba a estar cuando la veía llorar porque le daba impotencia no poder recordar.

—Gracias por cuidar de ella. —En verdad estaba agradecido—. Ella solo se marchó, luego de escuchar el diagnóstico del médico desapareció. —Y lloré, como nunca lloré, hasta que apareció el doctor.

No hizo falta que dijera nada, yo sólo corrí hasta Nastya.

~PDV NASTYA~

No podía creer que no aguantara hasta el final. Tenía que desmayarme luego de que me propusiera matrimonio, no podía hacer nada bien.

Estaba toda conectada a cables y mirando al techo recordando todo el día de hoy lloré.

Una melodía triste llegó a mis oídos y sin saber su significado caló hondo en mi alma. Como pude le pregunté a la chica que estaba a mi lado de quien era y sobre que trataba, se ve que hoy en día la música coreana estaba de moda entre la juventud.

Memorias de un amor, no podía pertenecerle más ese tema, no podía significar más en mi vida.

—¡Nastya! —Elian entró llorando y supe lo que iba a pasar.

—Llévame al acantilado donde nos conocimos por primera vez. —Sonreí tratando de parecer fuerte.

Elian no habló, por el contrario buscó unas mantas para abrigarme y con todo el peso en su alma me levantó entre sus brazos y escondidos partimos rumbo al acantilado.

—Aquí estoy bien. —Mi voz salió más débil de lo que esperaba, y con suma delicadeza me bajó envuelta en las brazadas.

—No me dejes. —Se derrumbó ante mi—. ¡Por favor Nastya no me dejes! —Lloraba como un niño cuando pierde a su madre.

—¿No crees que el cielo se ve realmente hermoso desde aquí? —Lo rodeé con mis brazos y miré el cielo estrellado.

—No me interesa ver un cielo si no vas a estar a mi lado para verlo.

—Pero tendrá que interesarte, por es allí dónde voy a estar a partir de ahora. —Ahora era yo la que luchaba para no llorar—. Los días fueron hermosos a tu lado, no llores porque no me podré ir en paz así.

—No dejaré de llorar, no hasta que decidas quedarte conmigo. —Me besaba a cada rato con sabor a lágrimas.

—Viviré en tu memoria. —Lo acaricié suavemente, eso era lo único que quería llevarme, un hermoso día como el día de hoy—. Elian…—Me miró con el alma en sus manos—. Gracias por amarme. —Y me dejé ir.

Hasta allí llegó la vida de una persona solitaria que en un encuentro mágico y lluvioso encontró el amor, un amor increíble y de novela, un amor que logró alejar la soledad, un amor que vivirá en la memoria de un amor.

Fin.



Un Deseo: No OlvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora