15- Promesas de Amor Eterno

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~PDV ELIAN~

Estaba tan emocionado que ni siquiera noté que se estaba desmoronando.

Antes de que callera al suelo la tomé sobre mis brazos y comencé a gritar por ayuda.

En lo que fueron las quince minutos más largos de mi vida, llegamos al hospital. Los médicos comenzaron a revisarla dejándome afuera.

—Disculpe ¿Usted quién es? —preguntó un hombre de alrededor de 50 años con una bata blanca encima.

—Soy su novio y su psiquiatra. —afirmé mientras apretaba su mano.

—Que raro pensé que Gael era su novio. —Se rascó la barbilla, aparentemente llevaba al menos dos días sin afeitarse.

—Él no es nadie. —respondí de mal humor.

—Tranquilo hombre, fue sólo una observación. —Trató de que me calmara—. Es sólo que nunca lo vi en mi vida, y mire que conozco a cada habitante del pueblo.

—He venido por Nastya. —Afirmé muy serio.

—Primero le haré algunos exámenes. —Se notó que por el momento quería dejar de jugar al investigador, y se lo agradecí.

Le conté sobre la enfermedad de ella y el por qué vino a este pueblo sin entrar demasiado en los detalles.

—Entiendo. —Afirmó rascándose nuevamente la barba de la barbilla—. Ahora se qué estudios debo realizarle. Con su permiso. —Y con un gesto de mi rostro le di mi aprobación para que se marchara.

Me quedé meditando un rato en el pasillo esperando que una enfermera me dijera cuándo podía pasar. Gracias a Dios no tardó demasiado.

No podía soportar verte en esa cama y con esas cosas conectadas a tu cuerpo, tu precioso cuerpo que por lo único que debería ser tocado es por mis manos y mis labios.

—¿Será esto mi culpa? —Me animé a acariciar tus cabellos—. Te prometo que no importa cuántas veces tengamos nuestra primera cita, no dejaré de decirte en cada una de ellas cuanto te amo, no dejaré de decirte que mi amor fue a primera vista—. Mis ojos se empañaron, y no noté en qué momento de tus ojitos cerrados unas lágrimas se escaparon—. Prometo amarte para siempre.

—¿Qué haces tu aquí? —Porqué demonios tenía que aparecer en este momento.

—Por que soy su novio. —contesté de una manera tajante.

—Que yo sepa no tiene novio. —Y me apartó de una manera brusca.

—Es porque no lo recuerda. —Ahora era yo quien lo corría de su lado.

—¿Y tú que tanto sabes de eso? —Ahora su expresión era de confusión.

—Todo.

—¿Ah si? —Se cruzó de brazos sentándose en los pies de la cama.

—Claro, también soy su psiquiatra y amigo de su neurólogo. —Eso pareció bastar para que dejara de hablar.

El silencio se apoderó entre los dos y cuándo estaba por hablar el doctor apareció abriendo la puerta.

—No son buenas noticias.

Un Deseo: No OlvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora