Por una apuesta. (Cancelada)

Capitulo 2.

Russell me miraba intentando parecer interesado.-Sabes que no lo haría.- lo rechacé cuando intentó acariciar mi mejilla.
-No.
-Por Dios santo Ally, estas siendo ridícula.
-¡No estoy siendo ridícula!- espeté.-Tú eres el que le dijo a sus amigos que no hemos tenido relaciones.

Unos chicos de primer año que iban pasando voltearon a observarnos pero los ignoré completamente. Estaba furiosa.
-No te quedes ahí haciéndome sentir mal por eso. Tú lo hiciste Russell, no yo.

En vez de responder, se acercó a mí y estampó sus labios con los míos, sus manos serpenteaban alrededor de mi cintura evitando que me alejara. Intenté devolverle el beso, para distraerme de la rabia que quemaba en mi pecho, esperando experimentar esa chispa de la que todos hablan. Pero no sentí nada.
Finalmente me las arreglé para sepárame de él haciéndolo tropezar hacia atrás.
-¿Qué estás haciendo?- preguntó.
-Voy a clase.-respondí ajustándome el tirante de mi mochila y empujándolo mientas pasaba.

Maldiciéndolo mientras caminaba, tomé el tirante de mi mochila sobre mi hombro para impedir que se resbalara mientras corría por el corredor, tarde para mi última clase. Aun no había acabado con Russell.
El corredor de las aulas de Idiomas estaba vacío, mientras caminaba a lo largo de él me preguntaba si de alguna manera habían conseguido hacerlo más largo desde la última vez que había caminado por ahí. Cuando encontré el salón que era el último en el corredor, toqué la puerta.

Pude ver a mis compañeros adentro, algunos trabajaban mientras otros platicaban, pero la profesora no estaba a la vista. Dejé escapar un suspiro de alivio mientras abría la puerta, rezando por que la profesora Lafferty no regresara hasta que yo estuviera en mi asiento y hubiera amenazado a todos de no decirle que había llegado tarde.

Alguien se aclaró la garganta detrás de mí, haciendo que me detuviera a medio camino hacia mi asiento. Me congelé, preparándome para la perorata sobre llegar tarde a clases.

-Los estudiantes deben decirle a los profesores por qué están retrasados para su clase.- una voz en barítono me informó. Me giré sorprendida por la voz masculina y temiendo el momento en que descubriera que profesor de Inglés era.

Pero no era nadie que yo conociera.

Sentí el calor expandirse por mis mejillas y la boca sorpresivamente seca.  Era bastante atractivo.

-¿Y bien?- reclamó,-¿Por qué estas retrasada en mi clase?

Y un idiota.

Estaba irritada con Russell por haberme hecho llegar tarde a clase, y la voz autoritaria del nuevo profesor me irritaba más.

-¿De verdad quiere saberlo?- pregunté inocentemente. Mi pregunta lo agarró con la guardia baja, pero se recuperó rápidamente.
-Sí.- respondió.- Estas retrasada en mi clase y si no me das una muy buena razón, te tendré que enviar con tu superior.- me contuve de rodar los ojos.

-Creo que un profesor, y un hombre en este caso, pidiendo la razón de mi retraso, debe tener un poco de extraño fetichismo.
La clase permaneció en silencio hasta que alguien captó a lo que me refería y rompió en carcajadas. El nuevo profesor aún se veía confundido, ocasionando que me uniera a las risas.
-¿Eso quiere decir que es un pervertido, profesor?- preguntó alguien de atrás, haciendo que todos se callaran.
El profesor por fin captó mi referencia y el rubor comenzó a extenderse sobre sus prominentes mejillas.

-Toma asiento.- murmuró, caminando hacia el frente de la clase. Fui hasta mi asiento y me senté junto a Harry.
Ella sonrió abiertamente.-Eres una legenda, Al.- le sonreí de vuelta, sorprendida ante mi graciosidad.
-¿De todos modos, quién es él?- pregunté mientras lo observaba sentarse en su escritorio, con la cara aun ruborizada.
-El profesor Carlton.- respondió.

Volví a mirar a nuestro nuevo profesor. Su cara aún estaba rosada pero me encogí de hombros. No podía ser por mi culpa, ¿o sí?