Capítulo 10.

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La café estaba tranquila debido a los pocos clientes que había y el sonido dela lluvia afuera.

Me senté sobre la encimera de la cocina de cara a la puerta que dirigía a la cafetería, esperando que Russell entrara por ahí para intentar disculparse y así yo solo poder golpearlo.

Alguien llamó a la puerta.

Me puse de pie y tomé una taza vacía que aún estaba en el fregador, prometiéndome que si era Russell se la lanzaría.

-¿Allison estas ahí?

No era Russell, era la última persona que esperaba viniera a buscarme.

-Un minuto.- respondí dejando la taza de vuelta al fregador y quitándome el delantal. Él abrió la puerta de todos modos.

-Todo el mundo se ha ido.

-¡Oh Dios mío!- sentí que empezaba a entrar en pánico.- No pagaron y Mamá me va a matar.- comencé a dar vueltas por la cocina.- Se va a volver loca y no me dejará trabajar aquí y…-Estaba tentada a lanzar la copa hacia la pared.

El profesor Carlton se veía divertido.- ¿Crees que estaba sentado ahí viendo cómo se iban sin pagar?- me giré para observarlo.

-¿Por qué no?-sacó un montón de notas de su bolsillo.

-Toma, todo está pagado.- mire sospechosamente su mano llena de dinero y me aguanté las ganas de comenzar a saltar gritando que no perdería mi trabajo.

-¿Dieciocho con sesenta?- miró el dinero y lo contó mentalmente antes de asentir.

-Dieciocho con sesenta.

Tomé el dinero de su mano extendida y caminé hasta la caja con él detrás de mí.

-Pensé que debía quedarme aquí en caso de que algo sucediera.- tuve el presentimiento de que sabía exactamente a que se refería.

-¿Qué podría pasar que haga que te quedes?

-Pensé que Russell podría aparecerse.- respondió algo frio.- Sabia que nadie más estaría trabajando esta noche y me hubiera culpado si hubiera pasado algo.

Sentí mi temperamento incendiarse.- No soy incapaz de cuidarme yo misma, ¿sabes?- ni siquiera se molestó.

-¿Y qué hubieras hecho si se hubiera aparecido por aquí? ¿Gritar por ayuda? Ambos sabemos que eso no hubiera hecho alguna diferencia.- lo empujé al pasar junto a él para cerrar la puerta.

-¿Y eso que importa? Él no lo haría, ¿o sí? Él no haría nada.

-¿Cómo lo sabes?- puntualizó.- ¿Qué te hace estar tan segura?

Inhalé profundamente sintiendo mi corazón latir despacio como si también esperara escuchar mi respuesta. Solo había una opción y era yo diciéndole que sabía que él se haría cargo de Russell si se me acercaba. Pero no estaba segura si ese era un buen momento para decirlo, si es que existía un buen momento para decir algo como aquello. Él seguía siendo mi profesor, después de todo,  a pesar de cualquier sentimiento hacia él.

Encontré su mirada.- Sé que él no me haría nada porque tú lo detendrías.

-¿Estas segura?- preguntó mientras caminaba hasta mí. Asentí.

-Completamente.

-¿Cómo sabes que no tengo las mismas intenciones que él?- preguntó.

-Hubieras hecho algo desde antes.- respondí dándome cuenta de que no lo había pensado. Se acercó a mi quedando a solo unos centímetros de mi cara. Empecé a respirar con dificultad.

-Tienes razón.- me dijo.- Él no se te acercará otra vez, yo me encargaré de eso.

El teléfono comenzó a sonar y ambos saltamos.

Así el momento se fue.

Pasé junto a él y fui a responder el teléfono, maldiciendo y agradeciendo mentalmente a la persona que llamaba. Si no hubiera sonado no estaba segura de qué hubiera pasado después, pero al mismo tiempo quería saberlo. ¿Me hubiera besado? No, seguramente no. ¿O sí? Pero aun así ¿Quería que lo hiciera?

Tomé el teléfono y presioné el botón de respuesta, dándome cuenta de que sabía la respuesta a esa pregunta.

Sí, yo quería que lo hiciera.

Por una apuesta. (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora