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Draco despertó en una extraña habitación. La cama era suave. No sentía dolor, pero estaba cubierto por algún tipo de ungüento. Todo olía a eucalipto.

Lucius estaba sentado en una silla frente a él, parecía como si se hubiera bañado y comido desde la última vez que Draco estuvo consciente. Ahora él tenía una cobertura de metal sobre su muñón, con un largo palo en lugar de esa parte de su pierna y pie.

―Hijo ―dijo duramente ―.Por poco no sobrevives.

Draco tragó saliva con dificultad. Sentía su lengua seca y entumecida.

―Te pondré al tanto de lo que pasó en esta semana ―Lucius continuó hablando, sonaba enojado y a la vez cansado ―.Luego de ser torturados, fuimos abandonados en el sótano del cuarto escondite, presuntamente para morir. De alguna forma la Orden había planeado atacar el lugar esa noche, nos encontraron, y ofrecí información a cambio de nuestro rescate. Acordé responder a algunas preguntas sobre nuestras operaciones, mientras ellos aceptaron curarnos y escondernos.

―Nos vendiste ―Draco murmuró entre dientes, mirando fijamente a su padre, su lengua rígida le hacía hablar lento. Estaba furioso con su padre. ¿Cómo se supone que ahora regresarían al lado del Señor Oscuro? Su cabeza le palpitaba de tan sólo pensarlo. ―¿Estás ayudando a la Orden? ¡Somos mortífagos, padre! ¡No nos asociamos con esta gentuza! ¡Necesitamos volver a nuestro bando!

Lucius se puso lívido, la vena de su cuello se tensó. Acercó su rostro a centímetros de los ojos cerrados de Draco.

―¿Nos vendí? ―rugió―¿Nuestro bando, Draco? Nuestro bando asesinó a tu madre, se apropiaron de nuestra fortuna, nuestra mansión ancestral, y nos abandonaron para podrirnos como unos prisioneros cualquiera. No me gusta asociarme con traidores a la sangre, pero me maldeciría si no vengo la muerte de tu madre. ¿Y sabes por qué nos traicionaron? Porque un hechizo de mi varita rebotó en uno de los nuestros durante una misión. Sí, un rebote el cual no pude controlar le costó la vida a tu madre, porque el Señor Oscuro estuvo buscando la excusa perfecta para deshacerse de nosotros. Es cuestión de perspectiva, hijo mío. Hasta donde tengo entendido, casi mueres de dolor antes de que la sangre sucia regresara. Aparentemente ya no cura más―en primer lugar tuvo que ser persuadida para venir―¡Tienes suerte de estar vivo! No me digas más tonterías sobre nuestro bando. Ellos nos dejaron para morir. Ellos nos usaron mientras lo necesitaban, y luego se deshicieron de nosotros. No les debo nada.

Lucius volvió a su anterior posición en la silla, enfurecido.

Draco parpadeó torpemente. Nunca había visto así a su padre. Controló las náuseas que sentía al imaginar nuevamente los ojos de su madre otra vez, justo antes de ser asesinada. Luego apartó ese recuerdo. No podía lidiar con ello ahora. No lo quería creer. El resto de las palabras de su padre hacían eco en su cabeza. Algo destacaba...

¿Granger no cura más? ¿Qué demonios le pasó?

Antes de poder emitir su pensamiento, Ojo Loco Moody irrumpió en la habitación luciendo tan loco como siempre.

―¿Estás despierto, no? Bien, porque no tenemos espacio para mantenerlos aquí por más tiempo. Estamos buscando lugares en los que podamos esconderlos, pero cada refugio está lleno, y creo que serán asesinados si los dejamos con alguno de ellos.

―¿A dónde esperas que vayamos, estúpido? ―gruñó Lucius―. ¿Acaso permaneceremos en esta habitación hasta el fin de la guerra?

―Cuida tu lengua, Lucius―dijo Moody con una peligrosa sonrisa en su rostro―.Quienes suplican no pueden elegir. Estamos trabajando en ello.

ESTÁTICADonde viven las historias. Descúbrelo ahora