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Mientras Draco se revolvía torpemente sobre sus verdaderos sentimientos hacia Hermione, Lucius estaba perdiendo la paciencia en otro lugar.

Se estaba cansando de que Harry y Ron estuvieran dando indicios de que estaban cerca de una victoria, y decidió tomar el asunto en sus manos. Si los imbéciles estaban tan cerca, ¿por qué el Señor Oscuro todavía estaba en el poder? Narcissa necesitaba ser vengada y ya tenía suficiente con la espera. Contarle a Draco la historia de cómo él y Narcissa se habían enamorado había reabierto viejas heridas y desatado recuerdos dolorosos. Tenía muchas ganas de vengarse. Aparentemente, entregarles lo que en esencia era un manual de operaciones de los mortífagos, no había sido suficiente para la maldita Orden. Ya era hora de dirigir bien las cosas, tanto como lo dejaran hacerlo.

Comenzó a ir al Cuartel durante un par de horas al día para reunirse con el grupo principal. Hermione había modificado la red flu para que él pudiera utilizarla sin ser desviado, estaba complacida que él quisiera tomar un papel más activo en la planificación. Aunque todo el mundo estuvo un poco distante con Lucius al principio, estaba claro que apreciaban la ayuda, y poco a poco, se abrieron más con él.

Todo el mundo, eso es, excepto Ojoloco Moody.

Los dos hombres todavía se odiaban mutuamente con una intensa pasión. Ojoloco parecía convencido de que Lucius estaba tramando traicionarlos a la más mínima oportunidad, a pesar de que todo el mundo protestaba lo contrario. Lucius se burlaba que si la Orden necesitaba demasiado de la ayuda de un ex mortífago sin varita, quizás Ojoloco debería conseguirse otra ocupación. La disputa mantuvo las cosas lejos de ser demasiado sociables, pero Lucius pareció preferir eso. Quería ver al Señor Oscuro derrotado, él no quería hacer amigos.

Cuanto más profundo se metía en sus operaciones, mejoraba en dirigirlos. Él modificó sus planes, eliminó las misiones sin sentido, y les enseñó poco a poco los secretos de la mansión. Tenían un largo camino por recorrer, pero llegarían allí. Podría decir que todos ellos querían luchar. Y él, que había sido separado de su varita por tanto tiempo, estaba contento con la planificación por ahora. Le gustaba el control que se le había dado, y finalmente se sintió útil después de tantos meses de pasiva, aunque cómoda, existencia.

Ojoloco hizo las cosas difíciles tanto como pudo, ­se negó a decirle a Lucius la naturaleza de su misión final, la que ninguno de ellos mencionaba, pero Lucius podría averiguarlo por su cuenta. Era evidente que estaban teniendo problemas para encontrar el último Horrocrux. Lucius les había dado la ubicación y detalles exactos del santuario donde mantenían a Nagini, no veía cuál era la demora. Idiotas. No importaba. Eventualmente ellos tendrían éxito, y entonces las cosas realmente empezarían a moverse. Hasta entonces, todo era acerca de la preparación.

Lucius era libre para vagar por el Cuartel en sus visitas diarias, pero la puerta del sótano permanecía cerrada para él. Podía adivinar por qué. Wolf estaba recluido allí. La Orden se aseguró de mantener la zona bien protegida, sobre todo ahora que Lucius era un habitual visitante en la casa. Todo el mundo podía ver el brillo asesino en sus ojos cuando alguien hablaba del prisionero bajo el control del Imperio.

Milagrosamente, había quedado claro que Wolf no había filtrado ninguna información sobre los sistemas de seguridad de Hermione a los mortífagos, probablemente una intervención de su "lado más débil", como él todavía le gustaba llamarlo cuando estaba lo suficientemente consciente para hablar. Él pasaba la mayor parte de su tiempo sedado para que, bajo la orden de su huésped, no trate de acabar con su vida, y estaba siendo tratado por Rose cuando estaba totalmente inconsciente. Todo el mundo quería saber quién había lanzado el hechizo que lo mantenía cautivo, pero como era de esperar, él había sido muy poco cooperativo cuando intentaron averiguarlo. Tonks aún tenía las cicatrices como prueba.

ESTÁTICADonde viven las historias. Descúbrelo ahora