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Habían pasado dos semanas desde el día que Hermione le había dado una oportunidad, y Draco nunca había estado más feliz en toda su vida.
Él entró en la cocina con una sonrisa relajada en su rostro, y Hermione le sonrió desde el mostrador donde estaba parada, preparando la comida. Su cabello estaba suelto y salvaje, enmarcando su rostro para mostrar la belleza feroz que había llegado a adorar en ella. Todavía tenía húmedas las puntas de su cabello de su ducha matutina que se encrespaban al secarse.
Su padre se sentó a la mesa, leyendo calmadamente un libro viejo bastante grande y mohoso. La Orden por fin le había conseguido una prótesis adecuada, una que funcionaba como una pierna y no como una vara de metal. Había tomado el tiempo suficiente, pero Draco estaba agradecido de que había sucedido. La Orden ciertamente parecía mucho más abierta con los Malfoy desde que Lucius les había brindado tanta información valiosa sobre el Señor Oscuro, pero Draco sospechaba que Hermione era la responsable de persuadir para que buscaran una prótesis después de tanto tiempo. Lucius había sido capaz de moverse con mayor rapidez desde entonces y parecía más cómodo en general. A veces, el trío casi olvidaba que estaban escondidos en medio de una guerra. La casa era un pequeño refugio. Un refugio para las personas dañadas.
Draco se maravilló de lo mucho que las cosas habían cambiado desde el primer momento que llegaron para permanecer aquí. Ya no reconocía más su vida anterior.
Las noches con Hermione fueron diferentes de cualquier cosa que jamás había experimentado con una mujer. Habían pasado de una charla superficial a compartir sus secretos más profundos—algo que Draco no se había permitido hacer con nadie, y mucho menos con alguien en quien estaba interesado románticamente. Cada noche era como un exorcismo emocional, algunas noches más difíciles que otras, algunas francamente dolorosas para discutir. Había hecho algunas cosas terribles en su vida. Y, sin embargo, con todo lo que había confesado, ella expuso algo oculto también. Draco sintió que él la conocía íntimamente ahora—como si pudiera sentir lo que estaba en su mente antes de que ella lo dijera en voz alta. Estar con ella era como un alivio emocional... se sentía más tranquilo, más seguro de sí mismo, y menos enojado de lo que había estado jamás. Fue una revelación para ver lo perpetuamente furioso que había estado antes, sin realmente haberse dado cuenta. Se sentía bien de no estar nunca más tan tenso. Se sentía bien dejarlo ir.
Incluso el aspecto físico de las cosas con Hermione era genial. Habían acordado que era demasiado pronto para tener relaciones sexuales, a pesar de ser tan tentador. En su lugar, ellos mismos se saciaban con sesiones intensas de besuqueo y suficientes caricias para poder estar satisfechos. Y en realidad le estaba gustando el ritmo. Siempre que decidían llevar las cosas aún más allá, sabía que sería increíble, y la espera valía la pena. Era un acercamiento totalmente desconocido para él, pero funcionaba.
Hermione sirvió los huevos escalfados y patatas en tres platos y todos empezaron a comer.
Casi habían terminado de comer cuando lo oyeron. El ligero sonido de un 'pop' proveniente de la chimenea. Hermione giró su cabeza de inmediato hacia la red flu mientras estrechaba sus ojos.
—Eso es raro —dijo—.Nunca había oído que haga eso antes.
Draco y Lucius se pusieron de pie para inspeccionar. Ellos fueron a investigar un poco, pero nada parecía estar fuera de lo común.
Hermione se encogió de hombros. —Voy a pedirles a Harry y Ron que lo examinen cuando pasen por aquí más tarde —dijo—.Tal vez haya algo raro en la red.
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ESTÁTICA
FanfictionLa Orden rescató a Draco y Lucius Malfoy después de que Lord Voldemort se volvió en contra de ellos. Todos los refugios están llenos, y Hermione Granger es la única que puede acogerlos. ¿Estará ella de acuerdo luego de haber sufrido una gran crisis...