Capítulo 15

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—¡No pienso perder a nadie más, padre! —hablé en voz alta, entrando a la enorme sala de juntas donde mi padre se encontraba, en plena reunión con un montón de científicos, doctores y químicos, así como con representantes de los gobiernos que aún continuaban en pie. Observé la pantalla del lugar, notando que se encontraban en videoconferencia con líderes mundiales y más doctores a cargo del resto de los organismos de salud del mundo. Pero ni eso me detuvo —. ¡Quiero que ahora mismo me expliques qué mierda está pasando y cómo podemos detener esto! —grité, desesperada. Rompí en llanto frente todos esos desconocidos.

Ross llegó por detrás, en un intento por detenerme al notar mi molestia. Lástima que había llegado demasiado tarde.

Al rubio no le quedó otra opción más que abrazarme y tomarme entre sus brazos mientras yo lloraba, en busca de respuestas y desesperada por haber perdido a más personas de nuestro grupo.

Habíamos logrado contactar a mi padre y al personal del Centro de Control y Prevención de Enfermedades gracias al radio que me había dado para mantenernos en comunicación. Explicamos la situación y minutos después un escuadrón de la Guardia Nacional nos había trasladado hacia el Centro de Control, colocándonos a salvo.

Mi padre me miró, luciendo un semblante serio, destilando rabia por los ojos y apretando los labios al notar que había arruinado e interrumpido de forma tan maleducada su reunión. Lucía sorprendido por mi conducta.

El resto de personas presentes en la sala no hablaba, no decían nada. Y tampoco los de mi grupo. Y es que simplemente, ya no había nada que decir.

No podía describir el coraje e impotencia que sentía, y estaba segura de que el resto de mis acompañantes se sentía igual. El gobierno o fuese quien fuera, había destruido la vida de miles, si no es que millones de familias y personas al crear esa esrtúpida arma biológica, y ahora pagábamos nosotros. Los mismos afectados. Todos los sobrevivientes a este desastre.

Quería y necesitaba respuestas, porque quería estar en paz. Quería vivir, simplemente.

—Alex, te voy a pedir que te retires de la sala. En un momento estaré con ustedes —pidió mi padre.

Pero me negué. Y con todo mi coraje, me planté bien sobre el lugar donde me encontraba de pie y de ahí no me moví.

—No me voy a ir de aquí. Si no vas a decirme que está ocurriendo o como podemos parar esto, y si tampoco eres capaz de poner a tu propia hija a salvo... —tomé aire, cabreada— ¡Entonces voy a quedarme aquí a escuchar todo, intentando hallar una puta solución!

—Bien, pero ellos se van. Estos son asuntos que no les competen —reí.

Ross me dio un apretón de manos, señal de que me calmara.

—Ellos se quedan —hablé, con seriedad—, ¿entendido? ¿Que no les compete, dices? ¡Pues a mí me parece que a todos nos compete en estos momentos, puesto que la situación ha arruinado nuestras vidas y se ha llevado a nuestros seres queridos' ¿Que no les compete, dices? Repíteselo a Evan, quien ha perdido a su novia y a sus padres, o a Natalie, quien ha perdido a sus únicas amigas y solamente le quedo yo. Díselo a Ross y a Riker, que han perdido a sus tres hermanos y a sus padres en cuestión de días. ¡Díselos, y luego les dices que no les compete! 

Estaba que ardía. Podía sentir mi garganta quemarse cada vez que hablaba y pasaba saliva con fuerza, intentando tragarme el asqueroso nudo que se me formaba en la garganta al recordar las imágenes de los días anteriores, y de apenas hace unas horas.

—Bien.

Se resignó, y permanecimos en la sala escuchando.

—El brote se ha salido de control en Estados Unidos. Recurrimos a ustedes, en busca de una solución para poner a los sobrevivientes del continente americano y de nuestra nación, a salvo —habló mi padre, dirigiéndose hacia la enorme pantalla.

INFECCIÓN // Ross Lynch (ACTUALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora