Capítulo 16

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Pegué un enorme brinco, cayendo al suelo de forma brusca. Finalmente cruzábamos la enorme reja que rodeaba al Centro de Vigilancia Epidemiológica, de Sao Paulo.

La caminata se había hecho infinita en el último tramo, pero finalmente con mucho esfuerzo y cargando un impresionante agotamiento físico y mental, lo habíamos logrado.

La idea de llegar al Centro y entrar en un principio la habíamos pensado fácil: buscar a la Doctora Anastasia Brown ante la reja de seguridad, y ser autorizados por los guardias para entrar al complejo. Pero nada había resultado como lo pensamos pues, al llegar, la reja estaba cerrada, la casilla de vigilancia vacía y el Centro de Vigilancia Epidemiológica parecía abandonado, sin electricidad y con indicios de algún ataque interno.

Ross cruzó después con tres soldados de nuestro equipo de seguridad restantes. Me causaba cierta tristeza ver que esta aventura suicida intentando escapar de un virus desconocido la habíamos iniciado un grupo grande de chicos y chicas, y ahora, solo quedábamos tres.

Por minutos se me pasaba la idea de rendirme por la cabeza. De darme la vuelta, y largarme a un lugar que considerara seguro, con ambos.

Entramos al enorme edificio por la entrada principal de la clínica, la cual, en toda esa oscuridad, lucía vacía y aterradora. Varios cristales rápidamente aparecieron debajo de las suelas de nuestros zapatos y continuaron apareciendo por todo el suelo del edificio.

Pensamos en escabullirnos. No sabíamos si éramos los únicos en el edificio o no, y tampoco queríamos averiguarlo, así que caminar por los enormes pasillos del Centro, cruzar de aquí para allá y caminar sin rumbo alguno, definitivamente no era una opción. Tomamos las escaleras de emergencia, para subir algunos pisos y dirigirnos a los laboratorios del lugar.

Abrimos la puerta de las escaleras al subir un montón de escalones, esperando por encontrar frente a nosotros el pasillo indicado para continuar nuestra búsqueda. La puerta rechinó en cuanto el soldado encargado de abrirla la empujó hacia afuera, provocando un ruido tenue, pero que podría convertirse en un peligro. Después de esperar algunos segundos, continuamos, caminando por un enorme pasillo, que conectaba a otro edificio,  justo rumbo a los laboratorios del Centro de Control. 

Llegamos a una enorme sala, con un gran número de pasillos interminables que daban hacia otras áreas de aquella clínica, o a un conjunto de laboratorios.

Ross decidió que sería buena opción empezar la búsqueda de la doctora, y de la cura, en los laboratorios. Y así lo hicimos.

Los laboratorios eran los lugares con más seguridad dentro de esos edificios. 

Caminamos hacia un pasillo que nos conectaba con dos laboratorios enormes, encontrándonos con un panorama bastante distinto al que planéabamos ver. En medio de todo ese blanco impecable que solía cubrir los pisos, ventanas, muebles y techos de los laboratios, encontramos sangre, algunos vidrios cubiertos de ese tono rojizo, y cientos de frascos de todo tipo de pruebas completamente rotos.

Los muebles eran un completo desorden, y los laboratorios estaban completamente vacíos.

—¿Y ahora? —pregunté.

—Debe de haber un lugar seguro en el edificio, donde ella esté —me dijo Riker.

Pensé y pensé miles de lugares donde podría estar metida. Observé a un par de soldados recorriendo los laboratorios en silencio y con precaución, solo para asegurarnos de que la doctora no se hallara ahí en definitiva.

La única opción que teníamos, era revisar los últimos pisos cercanos al helipuerto.

—Debemos subir, literalmente, hasta el techo. Si ella no podía salir caminando ni en vehículo del Centro, es porque sabían la situación en las calles —les dije.

INFECCIÓN // Ross Lynch (ACTUALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora