Un Par de Decisiones

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Erik había mantenido muy alto sus ánimos todo ese día desde que se levantó. Llegó a casa del trabajo y al verificar que su padre aún no llegaba subió a su cuarto, se dio una ducha, se afeitó, se vistió con uno de sus mejores trajes, se peinó el cabello, se colocó colonia y por último, un sombrero negro.

Se vio al espejo una última vez y aprobó lo que veía antes de salir de su habitación y bajar las escaleras, encontró a su padre en la cocina preparando la cena.

- Buenas noches padre.

- Hola hijo -lo observó de la cabeza a los pies.

- Y ¿qué tal me veo? -preguntó, nervioso de que algo arruinara la imagen que deseaba dar.

Su padre sonrió y soltó un pequeño resoplido que le pareció una risa.- Te ves muy bien. ¡Oh! Recuerda llevar eso. -señaló un ramo de florecillas amarillas en una esquina de la mesa.

- ¡Cierto! -se acercó y las tomó con cuidado antes de dar media vuelta.

- ¿Te irás sin cenar antes?

- Descuida, lo haré cuando vuelva. -respondió apresurado, antes de cerrar la puerta escuchó un "suerte".

Caminó a paso algo lijero, no queria demostrar en su porte el nerviosismo que amenazaba con controlarlo, respiró profundo cuando ya sólo estaba a una manzana de la casa que buscaba. Las piernas quisieron temblarle como gelatina pero avanzó, sus pasos eran un poco más lentos.

Cuando la tuvo enfrente buscó la última ventana del lado izquierdo, había luz lo que indicaba que esa persona aún estaba despierta. Respiró una última vez antes de agacharse y tomar una pequeña piedra, apuntó y la lanzó contra el vidrio. Esperó con el ramo a la vista.

La ventana se abrió unos segundos después mostrando a una joven castaña, tenia una enorme sonrisa cuando vió hacia abajo y llamó: ¿Bolivar?

Fue como un golpe en la cara, su sonrisa declinó un poco mientras se aclaraba la garganta antes de responder.

- No, soy...soy Erik.

- Ya me di cuenta. -dijo ella, la sonrisa había desaparecido en su rostro, parecía decepcionada.- ¿Acaso olvidé algo en la tienda?

- ¿Qué? Oh no, no. -bajo la mirada, sus ojos observaron a los lados, agradecía que fuera de noche y nadie más viera su humillación.- Sólo queria verte...te...te traje esto -levantó un poco más el ramo de flores que de un momento a otro ya no sintió en sus manos, ahora yacía en el suelo y las flores estaban deshechas por el repentino golpe de un bastón.

- ¿Qué haces aquí, Lehnsherr? -escuchó aquella voz que lo irritaba desde que puede recordar, subió la mirada para encontrarse al sujeto que le sacaba una cabeza en altura.

- Trask -pronunció su apellido con el mismo desprecio con el que había dicho el suyo.

El indeseado tenia un ramo de rosas rojas y vestía un costoso y elegante traje a la medida resaltando su atractivo. En serio queria golpearlo.

- ¿No aprendes cierto? -el de cabello negro lo observó con desdén antes de acercarse un poco más.- Magda no necesita de un pordiosero, tu sola presencia arruina su bella imagen. ¿Necesitas una lección para aprenderlo? -le dio un brusco empujón.

Erik casi pierde el equilibrio con el repentino empuje, consiguió mantenerse de pie antes de sonreírle retador al otro y buscó en el suelo, tomo una vara y la empuñó tratando de igualar la pose de su contrincante que le apuntaba con el bastón.

Fue contra Bolivar, éste esquivó su penoso ataque y Erik calló una vez. Se levantó y se abalanzó de nuevo, callendo una segunda cuando el bastón pasó por detrás de sus piernas, el golpe en la cabeza lo aturdió y sintió un peso en el pecho, enfocó su mirada, era el pie de Trask.

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