De Vestidos y Ratones

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Stryker veía concentrado y, secretamente, satisfecho la nave que había estado buscando. Esperaba que el famoso capitán Darwin quisiera cooperar con él o le depararía un oscuro y, más que probable, tortuoso final. No vería la luz del Sol un día más en resumidas palabras.

- ¿Vamos, alteza? -la voz de uno de sus hombres le preguntó en bajo, casi asustado de su reacción por perturbar sus pensamientos.

- Sí, recuerden esto, -se dirigió a los demás- el capitán Darwin es muy famoso por su temible reputación. -dijo con mirada seria- Veamos si eso es tan cierto, manténganse alertas ante cualquier cosa sospechoza en esa nave.

Sus hombres contestaron en coro ante sus palabras y todos desmontaron de sus caballos preparándose para seguirlo, William observó a su polizón por unos instantes, parecía dudar en si bajar o no de su propio caballo. Se acercó.

- Tú te quedas aquí. -ordenó- Cuidarás de nuestros corceles.

Azazel trató de no expresar el alivio que sintió ante esas palabras y asintió obediente, Stryker no pareció muy contento.

- ¿Eres mudo o qué? ¡Contesta! -gritó asustando al pobre azabache que casi caía del caballo por el susto.

- S-sí alteza, como u-usted ordene. -contestó a duras penas.

William siguió viéndolo fríamente por unos segundos antes de hacer una mueca de disgusto.

- Peor es nada. -gruñó Stryker dándo media vuelta y dirigiéndose a sus hombres esta vez- Vámonos.

Con esa orden todos le siguieron el paso hacia la nave de la famosa Hermandad.

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Scott estaba recargado contra la baranda de la nave, perdido en sus pensamientos mientras veía un par de gaviotas juguetear entre ellas, se rascó la cabeza al sentir que le picaba y fue cuando cayó en cuenta de los hombres que estaban subiendo a la nave.

- ¿Pero qué demo...? -fue interrumpido por quien los lideraba cuando le apuntó con una espada.

- ¡Scott! -gritó Alex, haciendo que todos detuvieran lo que estaban haciendo para prestar atención a los intrusos.- ¡Déjenlo!

Todos sacaron sus espadas y se pusieron a la defensiva, las miradas cautelosas iban de un lado a otro con veladas amenazas en el brillo de sus ojos para quien osara dar el primer paso y provocar a todos los demás.

- Vaya, ¿acaso no reconocen al príncipe y futuro rey de Stardust? -Stryker rompió el tenso silencio.- ¿Qué clase de falta de respeto es ésta?

Hank ahogó un jadeo de sorpresa, todos los demás abrieron los ojos de sobremanera al ver mejor a la persona que tenían en frente y reconocerla, incluso en la empuñadura de la espada así como en el pecho de la ropa que usaban los guardias del príncipe, se podía ver el escudo real.

El sujeto no mentía.

- A..alteza, lo sentimos mucho. -murmuró Scott cuando la espada de William dejó de amenazar su cuello, rápidamente se dirigió donde estaban todos los demás.- No lo reconocimos.

- Sí...eh...debe entender que por estos lugares las personas no son muy fiables. -continuó Hank, su postura era tan rígida como una tabla de lo tenso que estaba.

Alex por su parte frunció el ceño con desconfianza, algo le decía que esos hombres no habían llegado para comprar rayos precisamente.

- Espero que no se repita, mi presencia no es tan mundana como la de esos pordioseros, -sus labios hicieron una mueca de disgusto- no soy cualquiera. ¿Dónde está su capitán? -su voz enseguida se tornó más demandante.

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