De Brujas y Confesiones

700 87 37
                                    

La luminosa estrella bajaba su trayectoria poco a poco a una enorme velocidad, pasó rozando la copa de algunos árboles antes de caer en el bosque, hubo un estruendo y la fuerza del impacto envió ondas que arrasaron con todos los árboles a unos metros alrededor. Dejando un enorme cráter donde lentamente el brillo plateado fue apagándose hasta desaparecer.

Era muy tarde esa noche, muchos ignoraron ese hecho pues no la vieron surcar el cielo. Otros no, como es el caso de una mujer ya mayor, sus azules ojos cobraron un brillo entusiasmado y malicioso en cuanto la vio pasar, no podía creer en su suerte.

Corriendo lo más rápido que pudo el resto del camino a su hogar entró precipitada, haciendo que la puerta golpeara fuertemente contra la pared sobresaltando a sus hermanas que dormian entre pieles de animales debido al frío del invierno.

- ¡Raven! ¡Ororo! -llamó a gritos al acercarse y sacudirlas sin gentileza.- ¡Despierten!

- ¿Qué demonios quieres Emma? -se levantó la menor de las tres entre quejidos, sus manos llenas de arrugas frotaron sus ojos para espantar el resto del sueño.

- ¡Debemos actuar rápido antes de que alguien más la encuentre! -dijo presurosa, frotándose las manos por las ansias.

- ¿Encontrar? -preguntó la otra de ellas, sentada en la orilla y fulminándola con la mirada- ¿De qué hablas?

- Una estrella fugaz -dijo sonriendo mucho más amplio, haciendo notar la falta de algunos dientes frontales.

Eso bastó para que las dos brujas se levantarán pronto, viendo ansiosas a su hermana mayor, llenándola de preguntas una tras otra. Emma levantó las manos pidiendo silencio que llegó rápido.

- Acabo de verla, tenemos que hayarla antes que cualquiera.

Emma hizo un ademán y se aproximó rápidamente a un pequeño armario, dentro estaba lleno de telarañas y una que otra cucaracha que salió despavorida al ver luz. Las otras dos la siguieron y fruncieron el ceño.

- ¿Y las velas de Babilonia? -preguntó Emma, frustrada.

- Tú usaste la última hace doscientos años, ¿no lo recuerdas? -Raven le dio un pequeño empujón.

Las tres suspiraron.

- ¿Y si conseguimos otra?

- ¿Eres idiota Ororo? -se giró bruscamente- ¡Lo dices como si las regalaran! Sabes que encontrar una no es tan fácil, no perderemos el tiempo buscando una vela cuando otra bruja podría encontrar la estrella primero. ¡Tonta! -replicó Emma, a nada de darle un golpe en la cabeza.

- ¿Entonces qué haremos? -la voz frustrada de Raven se escuchó, deteniendo a Emma.

- No hay de otra, se irá por ella a pie. -resopló.

- Primero hay que saber qué tan lejos cayó. -dijo Raven, sus ojos amarillo-verdoso se entrecerraron.

- ¡Pues averigüemoslo! -exclamó la menor.

Ororo caminó hacia un apartado donde tenian varias jaulas con animales dentro. Tomo un pequeño lagarto que se removió buscando liberarse del destino que le esperaba. Raven la ayudó y tomando un cuchillo abrió el cuerpo, tajando desde el cuello a la cola. El resto de los animales rugieron y chillaron de espanto, no era la primera vez que veían esa espantosa escena.

Las tres se agruparon alrededor de la pequeña mesa, viendo fijamente dentro del corte buscándo la respuesta a su pregunta.

- No está muy lejos. -mencionó Raven al encontrarla después de unos segundos.- Aquí dice que nuestra estrella cayó a 150km.

StardustDonde viven las historias. Descúbrelo ahora