Epílogo

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Erik suspiró mientras se peinaba de nuevo el cabello y se miraba al espejo. Vaya que con ese traje todo elegante y costoso la imagen de sí mismo cambiaba mucho.

Dejó salir un suspiro y observó el collar dorado que colgaba de su cuello, donde el rubí había sido colocado y con el cual se identificaba como el legítimo sucesor al trono. La habitación donde estaba era mucho más grande, cabían como dos veces su antigua casa en la aldea de Wall, era muy bonita y tenía una gran ventana que dejaba salir al balcón de donde se podía ver todo el reino de Stardust.

No estaba nada mal, ya se había acostumbrado.

Sintiéndose un poco nervioso y teniendo cuidado de no pisar la capa roja que caía por su espalda se dirigió a la cama y tomó asiento. Todo lo que pasó después de aquel combate con las brujas fue demasiado rápido, o así lo recordaba. Aún estaba algo aturdido al enterarse de que su madre era una princesa y por ende él era un príncipe. Fue una bomba para él.

Como era de esperarse, Erik no quizo volver a Wall, príncipalmente porque Charles no podría cruzar y él no planeaba dejarlo. Recordó también la reacción de su padre, el hombre también recibió mucha información de golpe, estaba preocupado porque había desaparecido mucho tiempo y luego el sentimiento cambió a uno de sorpresa al conocer a la pareja de su hijo y, más que toda la historia que le relatara, Eddie fue lo que capturó toda su atención.

Esa bella y misteriosa chica con quien había tenido un hijo y que aún años después no había podido olvidar. Se había enamorado de ella pero al ser una esclava sabía que ambos no podían estar juntos, ahora las cosas cambiaban con Eddie libre al fin de aquella maliciosa mujer y no podía estar más feliz. El reencuentro entre los dos fue dulce y Erik se sintió bien de ver a sus padres juntos por fin, como de niño siempre había imaginado.

Lo siguiente de eso fue el acompañar a su madre al castillo y reclamar sus derechos como el único heredero. Fue algo complicado, pero todos conocían a la princesa que nunca olvidaron y al ver el rubí no dudaron de las palabras de ésta. Erik fue oficialmente reconocido como el príncipe del reino y futuro rey. Los cuatro se quedaron a vivir en el castillo por petición de su madre que aún conservaba cierta autoridad. Jacob y Eddie estaban muy orgullosos de su hijo y de todo lo que éste había logrado, y lo estuvieron aún más el día de su boda.

Sí, Erik decidió dar el gran paso porque no quería dejar pasar más tiempo sin hacer de Charles su esposo, su bella estrella fugaz, sólo suyo y de nadie más. Y no había influído en nada el hecho de que algunas personas voltearan a verlo con mucho mucho interés. No. Él hizo caso a sus sentimientos...y tal vez un poco de sus celos. Solo un poco.

El menor se había visto tan hermoso y feliz ese día, tan dichoso como él mismo se sentía, ambos estaban nerviosos pero realmente contentos de unir sus vidas por siempre; hubo en gran festejo y después de un rato decidieron tener su momento a solas, como los recién casados que eran.

Fue una noche digna de recordar, Charles incluso se vio algo más atrevido y no va a negar que le había gustado mucho ver ese fuego en sus hermosos ojos azules.

¿La promesa? La había recordado por supuesto y la había cumplido. Cabe destacar que Charles lo superó después de haber entrenado mucho. Se había vuelto muy bueno con la espada y los caballeros más feroces del reino le tenían mucho respeto y admiración lo que lo hacía sentirse feliz y orgulloso por su pareja.

Ahora, después de meses de planeación había llegado el esperado momento de ser coronado como el nuevo rey de Stardust, estaba en su habitación esperando a poco de comenzar con la ceremonia, y los nervios estaban por matarlo y hacerlo trepar por las paredes.

¿Y si tomaba a su esposo y huían lejos?

— ¿Cielo?

El llamado lo sorprendió, parpadeó regresando a la realidad y pudo ver a su castaño entrar y cerrar la puerta detrás de sí. Ni siquiera lo había escuchado llegar. Le dio un intento de sonrisa, pero estaba seguro de que fue más una mueca.

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