La Estrella Fugaz

674 78 94
                                    

Se levantó con cierta dificultad, el dolor de su pierna derecha ya no era tan agudo después de unos minutos de ese modo logró ponerse de pie, aunque cojeaba al caminar. Ahogó un gemido de dolor en un paso y observó a su alrededor.

La salida de ese agujero en la tierra seria difícil. Su mirada bajó a su pierna y casi se pone a llorar.

- Esto va a doler. -suspiró desanimado, levantó la cabeza y un destello en el cielo captó su atención.- ¿Qué es...?

No pudo terminar de formular su pregunta mental cuando se dio cuenta que el destello se acercaba rápidamente en su dirección. Lo siguiente que supo es que algo lo había golpeado, sacándole el aliento en el proceso, y que estaba en el suelo. Otra vez.

Abrió los ojos encontrándo al culpable, mientras recuperaba el oxígeno perdido, observó con el ceño fruncido el rostro del hombre que lo veía aturdido y lo aplastaba con su peso.

Esta no era su noche. Definitivamente.

Erik parpadeó y colocó sus manos en el suelo para levantarse y no seguir aplastando a la persona debajo de él.

- ¿Madre? -fue lo único que salió de sus labios.

El castaño elevó una ceja.

- Yo...ah, lo siento. -se apolló en sus rodillas, aún acorralando al otro entre su cuerpo y la tierra. Se sentía algo confundido por la repentina caída- ¿Te lastimé? ¿Estás bien...madre? -no sabía qué pensar, no era como lo había imaginado.

Inevitablemente se preguntó con quién se había metido su padre, aunque estaba seguro que dijo que su madre era una mujer. Necesitaba respuestas.

- No, no estoy bien. -respondió de forma grosera, ya tenía herida una pierna y acababa de ganarse un buen golpe gracias a ese hombre, no estaba de ánimo para escuchar tonterias.- Y no soy tu madre, así que quítate de encima.

- ¡Oh! Sí, lo siento...yo... -se apartó y se sentó sobre sus rodillas, viéndolo fijamente.- ¿En verdad no eres mi madre? -hasta para él eso sonó estúpido pero debía asegurarse ¿no?

- ¿Me veo como tu madre? -preguntó entre dientes, mientras estaba apoyado sobre sus codos.

- No. No no. Lo siento. -Erik soltó un bufido, parecido a una risa incrédula al haber imaginado cosas raras. Se puso de pie.- ¿Necesitas ayuda? -preguntó al verlo con dificultades para levantarse.

- Claro, me ayudarías dejándome tranquilo. -estaba a la defensiva, lo sabía, pero su humor no era el mejor y el dolor de su pierna no ayudaba.

Erik frunció el ceño, comenzaba a molestarse por esa actitud del castaño.

- Está bien, como quieras, solo intentaba ser amable. -respondió en el mismo tono y se dio la vuelta, dándole la espalda.

Erik veía extrañado el lugar, ¿dónde demonios estaba?

- Para usarla piensa en mí -repasó las palabras de su madre, su mano aún sostenía la vela que ya estaba consumida hasta la mitad.- No entiendo nada, encendí la vela y estaba pensando en mi madre pero... -se detuvo y abrió los ojos sorprendido al entenderlo- Pero la estrella y Magda pasaron por mi mente y... -ansioso y extasiado comenzó a buscar en el suelo de ese enorme círculo de tierra.

El pobre castaño suspiró agotado. Volvía al inicio donde debía esperar para que el dolor de su pierna menguara y lo dejara ponerse de pie. A unos metros de él veía al extraño hombre buscando algo de forma frenética.

- Genial, estoy herido y con un lunático como único acompañante...¿qué sigue? ¿Que sea un asesino psicópata? -pensó con irritación.

StardustDonde viven las historias. Descúbrelo ahora