Celos y accidentes

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Mordred sabía que tendría que ser cuidadoso y esconder su magia de Emrys. Pero era difícil, después de una vida de no tenerla, su cuerpo no estaba acostumbrado. A veces, cuando lo deseaba, algo se movía hacia él por el escritorio. Merlín le miraba curioso mientras él intentaba ocultarlo.

Los días se fueron haciendo cálidos y las lluvias eran aún más intermitentes. Con cada día que pasaba, su magia fue siendo más intuitiva. No le tomó mucho tiempo controlarla, era parte de él como Mordred. Y ahora también lo era como Alex. Todo cayó en su lugar satisfactoriamente. Mordred no podía pedir más, tenía a Emrys, tenía su magia y tenía una buena vida. Tomó la decisión de no preocuparse más por el futuro y por los secretos. Podría vivir una vida normal, estudiaría, se convertiría en profesor.

De pronto, un día sus compañeros decidieron que era buena idea salir por un trago. Él quería declinar la invitación, porque no quería tomar nada, pero como Merlín no se negó, él tampoco pudo. Todos querían hablar con el brujo, incluso con él, y estaba esa chica pelirroja con la que compartía clases que no dejaba de mirarle. Ella era adorable, un poco tímida. Cuando se sentó a su lado, pudo ver las pecas que cubrían su nariz.

—¿Alex, cierto? —Le dijo suavemente, sus orejas estaban rojas.

—Sí —No pudo evitar sonreírle—. También te llamas, Alex, ¿no?

—Alexa, sí, aunque todos me dicen Alex —Ella sonrió—. No pensé que realmente me recordaras.

—Estás en Arte y Humanidades, vas al taller de pintura con Merlín. He visto tus pinturas también.

—¿Son tan malas como creo?

Mordred rió.

—No, realmente son buenas. Merlín ha alabado tu técnica algunas veces.

Alexa tomó confianza y acomodó su cabello.

—Bueno, con él acaparando la atención, los demás tenemos que dar el máximo. ¿Son ustedes muy cercanos?

—Sí, somos buenos amigos —Le miró curioso—. ¿Quieres que les presente o algo así?

La chica le dio una risa nerviosa y cubrió su rostro con las manos. —¡Dios, no! Jamás me acercaría a ti para llegar a Merlín. Eso... eso no es muy amable.

Mordred levantó las manos en son de paz.

—Bien, bien, no he dicho nada —Alexa vaciló.

—Mis amigas están coladas por Merlín y hablan de él todo el tiempo. Merlín es genial, pero no es mi tipo. Yo... quería hablar contigo —Ella dio un sorbo a su vaso de refresco.

—Ah —Dijo, porque no sabía qué más podría decir—. Está bien, supongo.

—Eso fue incómodo ¿verdad? Uff. Nunca había hecho esto.

—Ni yo —Confesó Mordred—. Podríamos ser amigos, ya sabes...

—¡Eso sería estupendo!

Se enfrascó en una charla banal y agradable con Alexa, mientras tomaban sus refrescos. Hubo un momento en el que le pareció captar la mirada de Merlín del otro lado de la mesa, dónde el más social de la clase le había sentado, algo lejos de él. Lucía un poco irritado, Mordred le miró, preguntándose qué provocaría esa arruguita entre sus cejas.

—Creo que no le agrada que esté cerca de ti —Comentó Alexa, atrayendo su atención.

—¿Uh? ¿Por qué lo dices?

—Por la forma en que me mira —Ella sonrió tristemente—. Él siempre está acaparándote, no deja que los demás nos acerquemos. Muchos creen que, tal vez, eres la única persona que le agrada.

Dos vidas, un problemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora