Capítulo 47

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-Ivonne, ¿Qué te ocurrió? -Se acerca alarmado Vladimir a mí apenas me ve y me detiene por los brazos, observando detenidamente mi rostro en busca de algún otro rasguño. -¿Qué le pasó? -Sisea hacia Leonard y este levanta sus manos en son de paz.

-No me mires a mí, que te lo diga ella. Ella tiene la culpa. -Demonios, esperaba un poco de ayuda de su parte.

-Me topé con unos vampiros en un callejón y bebieron un poco de mi sangre... -Me limito a decir no queriéndole dar más detalles.

-¿Qué hacías en un callejón? ¿Y dónde estabas tú? -Le reprende a Leonard.

-Yo seguía a Leonard y bueno, ya fue algo tarde cuando apartó a aquellos vampiros de mí. -Su ceño se frunce extrañado.

-¿Por qué seguías a Leonard? -Leonard carraspea su garganta atrayendo la atención de nosotros dos.

-Porque es un entrometida. -Echo un bufido por su apodo. -Y necesito contarte algo acerca de ese callejón al que fui, fue para fisgonear en una reunión privada. -¡Ese tonto!

-¿Y se supone que yo soy la entrometida? -Le reprendo molesta por su cinismo.

-Como sea, necesito hablar contigo acerca de lo que oí en un lugar más... Privado. -Le pide a Vladimir mirándome de reojo, dejándome en claro que no me quería husmeando.

-Está bien, vamos al estudio. -Sugiere Vladimir. -Y tú, ve a ducharte. -Me ordena y seguido ambos empiezan a dirigirse hacia las escaleras para subir al estudio.

En realidad me gustaría saber de que hablarían pero les daré privacidad y confiaré en que luego me lo dirá Vladimir. Porque la verdad, son vampiros y seguro se darán rápidamente cuenta de mi presencia.

(...)

-¿Echaste la crema de maní? -Le pregunto curiosa a Vladimir.

-Sí, eché todo lo que me pediste. -Me dice probablemente ya cansado de mis preguntas.

Vladimir esta mañana de domingo me propuso que fuésemos al parque de la ciudad para una tarde de picnic e inmediatamente accedí. No tenía ganas de quedarme encerrada en la mansión, además de que quiero salir más a menudo con él. Aunque eso suponga un riesgo para ambos.

Estaciona su auto al lado de la acera y una vez apaga el coche, ambos bajamos de este y el con la típica cesta de mimbre para un día de campo. Caminamos por el extenso parque de césped bien cuidado y verde, viendo como este está bastante movido.

Niños corrían de un lado a otro jugando, otros izando sus cometas en el cielo, parejas recostadas en el césped, familias jugando entre ellos, ancianos alimentando palomas. Era algo muy agradable de ver, que me hace olvidar lo que es mi vida diaria.

-Este parece ser un buen sitio, ¿Qué dices? -Sugiere Vladimir, una vez llegamos bajo la sombra de un árbol que nos protege de los rayos del sol.

-Por mí no hay problema, no quiero que te debilites por el sol. -Más de lo que ya está, claro. Extiendo la manta en el suelo y seguido ambos nos recostamos sobre esta. -Aquel idioma tan raro en el que me hablas a veces, ¿Cual es? -Le pregunto curiosa una vez estamos cómodos.

-Es rumano y bueno, soy originario de Rumania. -Rueda los ojos dando a entender lo que es obvio y río levemente por su expresión.

-Eso explica tu acento un tanto marcado, no tanto como el ruso, pero algo marcado sí es. -Le informo. -Enseñame algunas palabras básicas del rumano por favor. -Le pido, emocionada por querer aprender algo nuevo.

-Está bien, Iniciemos con un hola. -Sugiere. -Hola en rumano se dice Alo. -No hay mucha diferencia la verdad, porque suena parecido.

-Bien, ¿Qué me dices de, me pica la nariz? -Digo lo primero que se me viene a la mente y el me mira con el ceño fruncido.

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